España se colgó el bronce en un partido épico e histórico, porque ganar el bronce delante de 22.000 personas en contra no es nada sencillo y más como arrancó el partido, ya que parecía que Suecia iba a ganar de manera holgada. Pero, una vez más, la pizarra de Jordi Ribera le dio la vuelta a la tortilla y volvió a cambiar el partido desde el banquillo. Tácticamente estuvo inmenso, como a lo largo del torneo. Si hay un gran ganador en esta cita, creo que es el seleccionador.
En la primera parte, España estuvo muy bien en el juego colectivo ofensivo, pero Suecia, en contraataque y contragol, estuvo excelente, sin permitir apenas ningún repliegue.
En el intermedio, Jordi hizo cambios estratégicos. Cambió a una defensa 5:1, sacrifica a Ángel Fernández, que seguramente estaba siendo el mejor jugador, mete a Migallón en el extremo y pasan a hacer un repliegue más eficiente. Aunque el cambio más determinante fue la entrada en la portería de Rodrigo Corrales. El cangués estuvo colosal, porque con él en pista, los Hispanos pasaron de estar cuatro abajo a ponerse un arriba ya que fue capaz de parar el contraataque sueco. Rodri esperó su momento en el torneo, llegó y lo aprovechó, algo que habla muy bien de él y de su profesionalidad, porque a diferencia de otras ocasiones, hubo menos rotación en la portería española.
A nivel ofensivo, el equipo comenzó a jugar de un modo sistemático con desdoblamientos hacia el extremo izquierdo que también le funcionan.
El tercer puesto de los Hispanos tiene un mérito increíbles, porque los cuartos del final del Mundial tuvieron un nivel excelso. Los ocho equipos que llegaron a las instancias finales son de primer orden. No recordaba una gran cita con esta igualdad, con equipos como Alemania y Egipto que dieron un paso más y ya están para competir con los grandes, con los de siempre, como España, que ha competido a un gran nivel. Un bronce fantástico.
Isma Martínez es el entrenador del Porriño de División de Honor femenina