«Es surrealista, pero los alevines ya tienen representante; los agentes te dicen que si esperan a infantiles ya no los cogen», lamenta el director deportivo de Osasuna
25 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Después de Athletic y Real Sociedad, paradigmas de club de cantera, no hay equipo en España que confíe tanto en el producto de su base como Osasuna. De momento, esta fe ha dado como fruto una séptima plaza en Liga y la plaza en cuartos de la Copa del Rey (se mide hoy al Sevilla). Braulio Vázquez (Pontevedra, 1972), director deportivo rojillo, trata de explicar este fenómeno y compartir su opinión acerca de distintos aspectos del fútbol actual. Tiene más tiempo para hacerlo que otros colegas, porque en El Sadar no precisan refuerzos en el mercado de invierno.
—Están haciendo una temporada espectacular y apenas han gastado en plantilla.
—Nuestra inversión más alta fue la de 1,8 [millones de euros] en Moi. Aquí la filosofía es otra; la de asentar jugadores cada año. Ahí tenemos la suerte de ser un club que pertenece a los socios. Si fuésemos sociedad anónima es muy probable que David García, Lucas Torró o Chimy ya se hubiesen vendido. Pero nosotros no buscamos hacer caja, sino generar identidad. No podemos gastar mucho dinero, pero hemos logrado un buen relevo generacional. Se han ido Roberto Torres y Oier, pero de forma natural han subido Pablo Ibáñez y Aimar Oroz, que está que se sale.
—¿Cree que en cualquier otro club sería bien recibida una apuesta de ese tipo?
—Eso dependerá de cada uno. Lo único que creo es que la gente joven debe jugar. Aimar Oroz estaba destinado a jugar en el primer equipo de Osasuna, el cuándo dependía de su proceso de maduración. A partir de ahí, ayudan los contextos. Porque si la dinámica general es positiva, el futbolista tendrá más opciones de triunfar; le será más fácil asentarse después de debutar. Algunos estarán listos para quedarse y otros saldrán cedidos para acabar de formarse y volver. Aquí la mitad del equipo son jugadores navarros o salidos de la cantera y eso es muy importante. Pero, al mismo tiempo, también es verdad que los mejores futbolistas navarros no están en nuestra cantera, se los llevan antes. Lo que estamos empezando a conseguir es que los chicos de aquí quieran quedarse, que se identifiquen con el club. David García se pudo ir; Aimar, también. Nico Serrano, Robert Navarro, Sancet ni siquiera llegaron al Promesas.
—Las dificultades para retener a los canteranos de más talento se repiten en varios equipos.
—Sí. Cada año se van muchos jugadores de la base. Pero no uno ni dos. Luego están los ejemplos que digo; como los de Aimar, David o Moncayola, que eligen quedarse e intentar triunfar aquí. Y si luego tienen que salir lo hacen ya formados. Aunque, no nos engañemos, ahí también es clave tener al equipo en Primera División. Si no, probablemente esos futbolistas ya no estarían aquí. Por ejemplo, para el Dépor es un problema añadido el estar en Primera RFEF, pierdes fuerza para retener canteranos.
—Cada año se van más jóvenes. Aquí Ian Mackay pedía prohibir a los chicos tener agente hasta cumplir la mayoría de edad.
—Es surrealista, pero los alevines ya tienen representante. Y los propios agentes te dicen que si esperan a infantiles ya no los cogen. A partir de ahí, cualquier medida será imposible de imponer, porque al padre le interesa que el niño tenga agente. Si se lo prohíbes, en cuanto los padres se levanten de la mesa con la oferta se van a la cafetería de enfrente y le llaman para trasladársela. No lo vas a poder frenar, te tienes que centrar en convencer al jugador, en hacer que quiera quedarse a través del proyecto deportivo que le ofreces, porque a nivel económico, un club como Osasuna no va a poder competir.
—¿La elección de entrenador debe entrar dentro de ese proyecto para convencer al canterano?
—Bueno, aquí tenemos a Jagoba, que ha demostrado estar en esa línea. Moncayola venía de Tercera y fue titular en el primer partido que jugamos después del ascenso. Aimar, en el primero de esta temporada, contra el Sevilla en casa. Vemos al filial cada domingo y si le dan lo mínimo, él les ofrece la oportunidad. Ahí está ahora también Diego Moreno, como lateral, un extremo reconvertido. Luego, claro, no todos están capacitados. El que debuta, es para tener continuidad. Si no, no sirve de nada.
—Decía que las cesiones forman parte importante de algunos procesos formativos.
—Creo mucho en las cesiones, aunque deportivamente puedan salir mal. Como mínimo hay un crecimiento personal. En las canteras de los clubes grandes apenas se compite, están acostumbrados a arrasar. Solo te mezclas con compañeros de tu misma edad y con los mismos objetivos. Fuera puedes coincidir con gente con otras experiencias, que se está jugando su salario y el de su familia. Vives situaciones distintas.
—¿Qué le parece el modelo inglés, con competiciones exclusivas para equipos reserva?
—Me parece que es una mentira. Ahí no hay competición que haga crecer al futbolista. Entiendo que los filiales puedan ser fastidiosos para el resto de equipos, pero lo que se hace en otros países, como Inglaterra, no me gusta.
—La dificultad para retener canteranos complica aún más que aparezcan alternativas.
—Los siete primeros de los últimos años han sido los mismos. Como mucho, se intercambian alguna posición. Las diferencias económicas crecen cada año y es muy difícil salir del bucle porque los éxitos generan dinero. Las televisiones establecen muchas distancias. Luego está lo que digo de la idiosincrasia de cada club. Nosotros no podríamos hacer como el Real Madrid, que el otro día alineó un once en el que todos eran extranjeros. Aquí la cantera es clave.
—En esta situación, ¿compensa invertir en cantera?
—Pues podría decir que compensaría si no se llevasen a tus mejores talentos. Pero creo que aún cuando se los llevan, compensa. Y hay que invertir ahí, porque es la única manera de salvar un poco las distancias. Creo en dejarse el dinero en la cantera, en retener talento, antes que en la inversión en tecnología o en otros recursos, por ejemplo. Sin materia prima, no tienes con quien aprovechar todo eso en lo que has gastado. Si tienes que pagar más por un canterano que marque diferencias, hazlo. Porque si no, te lo van a llevar. Voy a poner un ejemplo: ¿Cuánto vale hoy Hugo Novoa?
—El problema para muchos clubes está en invertir grandes candidades de dinero en un quizá.
—Es que el asunto estará en que de cinco quizás aciertes en tres. El problema vendrá si de cinco te equivocas en los cinco. Entonces, hay que echar al que escoge.
«He tomado alguna decisión populista y me he equivocado, eso es lo que más me ha dolido»
La imagen de Braulio Vázquez sosteniendo la apuesta por Jagoba Arrasate en los peores momentos de Osasuna ha envejecido bien. Nadie ha vuelto a discutir al técnico, con quien el director deportivo rojillo comparte mucho más que una forma de entender el fútbol. «Jagoba es como yo, muy cercano, así que nos vacilamos, nos metemos puyas, nos reímos... Hablamos de todo, de fichajes, del filial... Nos complementamos. Y cuando vienen mal dadas, estamos más juntos. El año que subimos, con el Dépor, estábamos penúltimos en la jornada cinco. En otra ocasión tuvimos una racha de trece partidos sin ganar. Y juntos salimos. Luego vendrá un momento en el que alguno de los dos no siga, porque esto no es eterno, pero de momento vamos a disfrutar el camino».
—¿Cuánto condiciona sus relaciones personales ocupar un puesto ejecutivo en el que mañana puede tocar despedir a un amigo?
—Es que lo personal irá inevitablemente por delante. Si mantuvimos a Jagoba en su momento fue aplicando un criterio deportivo. Yo me precio de ser amigo de Gaizka Garitano, que lo está haciendo fenomenal en el Eibar, y en su momento tuve que tomar la decisión de que no siguiera en el Valladolid. Con Unai Emery y Ernesto Valverde también mantengo una buena relación, pero hay momentos en los que debes tomar decisiones. Lo importante en el mundo del fútbol es ir de cara. Porque aquí se acaba sabiendo todo. Si tienes que decirle algo a un entrenador, díselo. Y el día que dejes de creer en su trabajo, díselo también.
—¿Y con el jugador?
—Intento ser también muy directo con ellos, ayudar. También es verdad que el 95 % no va a entender lo de no jugar, todo son coartadas y excusas. Pero debes ir de cara, como en todo en la vida. Muchas veces les molesta porque hay demasiados intereses en juego, pero prefiero hacerlo así. Que no te puedan reprochar nada por ahí.
—Lleva treinta años vinculado al fútbol profesional, como jugador, entrenador y director deportivo. ¿Qué ha sacado en limpio?
—Son muchos años, sí. Y la experiencia me la han dado sobre todo los errores que haya podido cometer. He sido impulsivo en alguna toma de decisión. Pero necesitas pasar por esas situaciones, vivirlas, para saber cómo reaccionar cuando vuelvan a suceder. Soy mejor de lo que fui, seguro. A partir de ahí, hay veces que trabajando bien las cosas salen mal y viceversa. Olvidamos con frecuencia que esto es un juego y tiene una parte aleatoria. Un balón al palo, una decisión arbitral... Te lleva del éxito al fracaso. Es importantísimo relativizar. Y, sobre todo, no ser populista. Si tomas decisiones populistas te vas a equivocar el 90 % de las veces.
—¿Ha sabido reconocer abiertamente esos errores?
—Depende. Porque a veces es algo que afecta a la relación con un jugador y no la quieres condicionar a futuro. Pero sí he tomado decisiones populistas con algún futbolista y me he equivocado al hacerlo. Y es lo que más me ha dolido; porque cuando la decisión es tuya, te equivocas y lo asumes. Pero si estás influenciado por otro... Con el paso del tiempo me he dado cuenta de que las decisiones las tengo que tomar yo, convencido, aunque sea después de escuchar a todo el mundo.
—¿Cómo percibe el cambio del fútbol a lo largo de esos años?
—Ya solo viendo fotos de cuando jugaba es fácil ver que el principal cambio es que los futbolistas son atletas. Yo en los datos creo lo justo para que me den una idea, pero he visto a algún entrenador cambiar a jugadores en el minuto 60 solo atendiendo a los datos físicos, casi sin mirar si está haciéndolo bien o mal. Viendo a la selección francesa, o a varios equipos dominantes en Champions, te das cuenta de que los laterales son casi centrales, por ejemplo. El futbolista necesita tener alguna cualidad física diferencial: alto, rápido... Si no, con el ritmo que hay ahora, no te llega, no compites.
—Osasuna es un ejemplo de esa evolución en el terreno físico.
—Sí. La estructura física se ha vuelto clave. Yo les digo que por lo menos así nos queda bien la camiseta y salimos con buena presencia al campo. Cuando estaba con el Valencia en Champions, miraba a los rivales en el túnel de vestuarios y eran auténticos animales. Con eso me quedé. Sin eso no puedes competir en Europa. Y cuando hablas con los mejores entrenadores de España y de fuera, todos opinan lo mismo.
—¿Esa obsesión no mata un poco el talento en el aspecto técnico?
—El talento, la capacidad técnica, sigue siendo importante. Pero hay que acompañarla. Y el futbolista es consciente. Todos tienen su nutricionista, su preparador físico particular, hacen entrenamientos complementarios... Hablamos de máximo nivel, nada puede quedar suelto.
—¿Y que pasa con el chico habilidoso al que no acompaña un físico espectacular?
—Pues tiene que entenderlo también. Aimar ha ganado ocho o diez kilos en dos o tres años, por ejemplo. Antes jugaba muy bien al fútbol, pero no aguantaba los duelos. Ahora, sí los aguanta. No ha perdido el talento y tiene ocho kilos más de músculo. Hay que acompañar el talento innato.
—¿Qué opina de los últimos avances en este deporte? ¿Qué le parece el VAR, por ejemplo?
—Creo en la herramienta, despenaliza a los equipos pequeños. Tengo esperanzas en ese fuera de juego semiautomático, es una alegría saber en quince segundos si la posición es buena o no. Se acaba con la especulación en un deporte en el que te estás jugando mucho dinero, además de otras cosas.
—Pero no ha resuelto problemas como el de la interpretación de las manos en el área.
—Sí. Eso no lo entiendo. En Champions o en la Premier parece que tuvieran normas distintas. Lo que no puede ser es estar parando constantemente la imagen, porque entonces todo te va a parecer falta. La esencia del fútbol dice que es un deporte de contacto y eso se está perdiendo.
—¿Lo suyo en Osasuna es un deber cumplido?
—Llegué hace seis años, el equipo acababa de bajar a Segunda, y la transformación ha sido tremenda. No podemos tener más socios y se ha generado identidad y un orgullo por el equipo. Eso es complicado de mantener y aquí ese es el reto.
—Se quejaba hace poco Guardiola de que a sus jugadores les faltaba hambre tras varios éxitos. ¿Cree que puede llegar a cansarse de Osasuna tras lo obtenido?
—Lo dudo. Ser feliz es mucho y es difícil ser tan feliz como lo soy yo en Pamplona. Quizá podría estar en un club que juegue competición europea, pero difícil que haya otro que supere esto a nivel de identidad social. En Navarra, la gente puede ser de derechas, de izquierdas, de centro... Pero todos son de Osasuna. No iba a ser tan feliz como aquí y veo difícil que vuelva a serlo en los quince o veinte años que me quedan en el negocio.
«Al fútbol gallego le hace falta el Dépor en Primera»
Braulio defiende la apuesta del Deportivo por una secretaría técnica joven, como la que conforman Carlos Rosende y Juan Giménez. «Yo solo creo en la capacidad. Me da más igual la experiencia. Fui director deportivo del Valencia con 37 años. Todos necesitamos una primera vez».
—En el fútbol enseguida se pone bajo sospecha a las caras nuevas. En los banquillos, por ejemplo, casi siempre se recurre a los viejos conocidos.
—Ahora estamos en un fútbol de propietarios y eso hace la situación más difícil. En este aspecto, yo vivo algo irreal, con mando en plaza, me dejan trabajar y dirigir. Esto cada vez se da menos. Hay que valorar la capacidad de arriesgar. La experiencia te da un recorrido para ciertas situaciones, pero en otras no sirve de mucho. Pongamos el caso de Rubén Albés, por ejemplo. Lo he tenido siempre, desde el cadete del Valencia ya se veía que iba a ser buen entrenador. Encontró la oportunidad en el Lugo y ahí va.
—¿Cómo percibe que afectan los nuevos entornos en la toma de decisiones?
—Cada vez es más complicado. Hay muchas presiones externas y ahí depende de la situación de cada uno. Aquí tengo la capacidad de elegir. Luego está lo que podría ser la presión exterior. Los medios de comunicación aún tienen bastante fuerza en ese sentido y a veces es difícil que el periodista acceda a todos los datos antes de trasladar una opinión. Hay situaciones, una renovación, un fichaje, que quizá no se pueden explicar si no se conocen detalles a los que el periodista no tiene acceso. Recuerdo el caso de Juan Villar, que llevaba ocho lesiones musculares en Tenerife. Vino y levantó cierta polémica, decían que fichábamos un cojo, pero luego fue clave en el ascenso. En Tenerife no había encontrado el contexto adecuado.
—El fichaje de Lucas Pérez está entre los que más impacto han tenido en el mercado de invierno. ¿Le sorprendió?
—Me gustó ese fichaje. No me sorprendió porque conozco a Lucas y sé lo que quiere al Dépor. Lo único que me sorprendió es que la gente viera la operación como un gasto, cuando yo solo veo una inversión. A los buenos hay que pagarlos, invertir en ellos. Esto no es la China comunista en la que todo el mundo debe cobrar lo mismo. Es imposible que cualquier otro jugador genere lo que Lucas le genera al Dépor en infinidad de aspectos. Ya puedes fichar a tres delanteros, que no van a ser tan diferenciales.
—El fútbol gallego no atraviesa su mejor momento. Lo conoce como futbolista y entrenador y sigue muy vinculado a él. ¿Qué cree que precisa?
—Al fútbol gallego le hace falta el Dépor en Primera. El Celta está en un período de transformación, pero lo importante es que vuelvan a estar los dos en la máxima categoría. Y a partir de ahí, que haya representaciones de todos los clubes gallegos en todas las divisiones importantes.
—Tampoco está resultando sencillo retener el talento.
—Creo que el Celta sí lo está consiguiendo y se me ocurren varios ejemplos, en su primera plantilla y el filial. Pero ese terreno también se incluye en la importancia de estar más arriba. El Deportivo tiene talento en su cantera, pero para asentar una base con jugadores jóvenes precisa estar mínimo en Segunda, en el fútbol profesional. Estar en esa categoría le hace mucho daño al Dépor a todos los niveles.