
Una de las imágenes del Mundial fue la de los futbolistas de la selección alemana con la mano en la boca a modo de protesta por las vulneraciones de los derechos humanos que a diario se cometen en Catar. Llega ahora la Supercopa de España, ese evento planetario que se jugará en Arabia, a tiro de piedra del emirato, para regocijo del monarca saudí, la cuenta corriente de Geri, y el Barça y el Madrid, que así pueden seguir pagando los desorbitados sueldos de sus estrellas... De Las Vegas, donde la pasada pretemporada rompieron la tradición de no verse ni en pintura durante los veranos, a Riad, un viaje en busca de los petrodólares.
Arabia Saudí abona 40 millones de euros por la Supercopa, y además, da otros 4 como honorarios a la empresa de Piqué, que gestionó este contrato con Rubiales. El caché de blancos y azulgranas es de 2,8 millones cada uno, el del Valencia, rival el miércoles en semifinales del equipo de Ancelotti, es de 1,7 millones de euros, mientras el Betis, que jugará el jueves contra los de Xavi, cobrará 750.000 euros. Además, los clubes ingresarán otras cantidades en función de su rendimiento: 1 millón por llegar a la final, 2 millones para el campeón (uno por jugar la final y otro por ganarla), y a cada equipo le entregan unos 300.000 euros para abonar los gastos derivados de su estancia. Estas cifras suman 12,25 millones de euros, por lo que a la RFEF le quedan 23,75 millones, de los que 20 se destinarán al fútbol no profesional. O quizá no tantos, porque si el Madrid o el Barça no se disputan el trofeo, la federación no cobraría más de 35 millones.
Si el Mundial resultó extemporáneo y metido con calzador en medio de competiciones, mientras condiciona picos de rendimiento, así como buenos y malos estados de forma, ¿qué decir de este torneo? La búsqueda del oro lo condiciona todo. ¿Se tapará también alguien la boca con la mano?