Iván García, plata mundial de taekuondo: «Estoy hecho un trapo»

DEPORTES

RFET

Feliz por el segundo puesto en el Campeonato del Mundo que le encarama a los primeros puestos del ránking, relata que ganó en cuartos con la visión borrosa por un puñetazo ilegal que sufrió

23 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Iván García Martínez (Marín, 1997) analiza sin filtros cómo vivió desde dentro el Mundial del pasado fin de semana: sus problemas en octavos para que le subieran los puntos y su pique con el brasileño Siqueira en cuartos.

—Subcampeón del mundo. ¿Se lo cree ya?

—Uff... Estoy en ello. Aún lo estoy asimilando. Y además estando de viaje, estoy aterrizando un poco en la realidad. Estoy en una nube.

—Hasta que llegue a casa no se dará cuenta bien de lo que ha hecho.

—Claro. Cuando esté ya con mi gente será otra cosa. Al estar tan lejos, ellos no pudieron venir a verme... Es de las pocas veces que no estuvieron conmigo y justo salió un resultado así.

—¿Cómo llega físicamente?

—Tengo el cuerpo... Estoy hecho un trapo. Tengo la mandíbula mal, un dedo morado entero, un bulto en la tibia que parece como si llevara una bolsa de hielo, pero en realidad no la llevo... Tengo el cuerpo destrozado. El lunes ya tengo cita en el fisio para recuperarme de todo.

—Ganó el primer combate bien, pero en el segundo ya le tocó sufrir contra el francés Omar El Yazid (1-0 y 2-2).

—A ese rival lo conocía bien. Debimos pelear ya unas cuatro o cinco veces y siempre le gané muy cómodo. Lo que pasa es que, durante todo el campeonato, los petos y el sistema electrónico iban de pena. Era frustrante para mí. Era un combate que no tenía color. Le estaba metiendo muy duro, pegándole, tirándolo al suelo... Y no subían lo puntos ni registraba el peto. Me estaba dando mucha rabia. Había mucha diferencia y ver que el resultado seguía igualado me generaba una impotencia...

—En esos casos es fundamental no perder la cabeza.

—Sí, por supuesto. Yo tenía claro que tenía que seguir, que debía jugar bien mis cartas y, haciéndolo, sabía que iba a ganar. Que tenía que ser un mero trámite para mí.

—Lo gana, pasa a cuartos, y nada más empezar le dan un puñetazo ilegal en la cara y lo mandan al suelo.

—Madre mía.... Desde que acabó el campeonato llevo unos días que me despierto por las noches porque no puedo pegar la cara a la almohada. Tengo un dolor de mandíbula... Y el problema que yo tenía en ese combate era que si el árbitro interpretaba que no estaba tan mal me quedaba yo en cuartos y sin poder pelearlos. Y luego también tenía el miedo de pasar de ronda, aunque lo descalifiquen a él, de no poder pelear las semifinales porque me hubiera provocado alguna lesión. Así que me levanté. Tenía visión borrosa, estaba mareado, veía doble... Me dije: «Haz de tripas corazón, tío, y vamos a intentar que no nos pegue otro leñazo, porque como lo haga sí que nos vamos fuera». Tenía mucha rabia encima y estaba concentrado en que tenía que ganar.

—Y lo hizo. Acabó venciendo bien al brasileño Maicon Siqueira (4-2 y 10-5).

—Es que estaba tan centrado en lo que tenía que hacer que dije: «Hasta aquí». Y al acabar, éxtasis por ganar y remontar un combate así. Antes de terminar, incluso, me penalizaron por girar y decirle: «Jódete. Te he ganado en unas condiciones que no eran óptimas y a pesar de que me has dado un puñetazo en la cara». Lo que hice es un poco de falta de respeto, sí, pero después de lo que me había hecho... Si él no tuvo miramientos haciendo cosas ilegales, no los iba a tener yo después de eso.

—Ya con la medalla asegurada, le tocó el chino Zhaoxiang Song y otra vez a sufrir (2-1 y 2-2).

—Sí, es que el chino es muy bueno pegando. Era un combate muy complicado, pero al final es que yo soy más fuerte que él. Él pesa menos y es más inestable. Él es muy rápido, tiene buenas piernas... Yo hubo un momento en el segundo asalto en el que le miro la cara y ya me digo: «Este tío está reventado, tengo que seguir con mi trabajo». Podía enchufarme alguna porque tiene una calidad increíble, pero estaba fundido ya. Al final, a pesar de empatar, yo había registrado más, yo ya lo sabía y lo celebré antes de que subiera al marcador.

—Pero no le dio tiempo a festejarlo mucho porque enseguida era la final.

—¡Qué va! Solo hubo dos combates entre la semifinal y la final. Pero me daba igual. Es más, Yo nada más acabar la semifinal le dije a mi coach Brigitte [Yagüe]: «Traédmelo ya que me lo como». Tenía claro que podía ganar.

—Pero el mexicano Carlos Sansores estaba muy fuerte y le ganó la final por 3-5 y 0-4.

—Sí, la verdad es que sí. Y también tenía claro que, si había detalles que pudieran quedarse en el tintero, los árbitros iban a tirar para casa. Fue complicado manejar la situación, pero al final me voy contento con la plata.

«Si pillo aunque sea un bronce en el Gran Prix final me pongo en una posición cómoda»

Al margen del subcampeonato del mundo, la cita de Guadalajara (México) permite a Iván García sumar una notable cantidad de puntos de cara a la clasificación olímpica. Los Juegos del 2024 son su sueño y cada vez lo tiene más al alcance de la mano.

—Se lleva la medalla y además un montón de puntos para el ránking olímpico, con el que alcanzar ese objetivo de quedar entre los cinco primeros para ir a los Juegos de París.

—Sí. Y es que además el resto de favoritos fallaron y seguramente ya me haya metido entre los tres o cuatro primeros. Aún falta que dentro de unas semanas hagamos el Gran Prix final para sumar bien todos los puntos, pero es espectacular cómo se ha puesto la cosa.

—Esa última cita el 12 y 13 de diciembre también es clave.

—Sí, porque es la prueba de Gran Prix que más puntos reparte. En vez de 60 son 100. Entramos solo los 16 mejores del mundo y es un campeonato muy importante. Lo hablaba con Jesús [Benito], con mi entrenador: «Si pillamos aunque sea un bronce, que ya sería la leche, la verdad, ya me meto en una posición muy cómoda que me permite un pequeño colchón». Luego aún habrá muchos puntos en juego, pero ir con algo de margen siempre se agradece al final.

—¿Cómo fue lo de que una campeonísima como Brigitte Yagüe fuera su «coach»?

—Pues da gusto. Es una persona con la que se trabaja superbién. Se centra cien por cien en el atleta y establecimos una conexión muy buena. Todos estamos muy contentos con ella porque individualiza mucho, se para contigo, habla, estudia los combates, sabe de qué pie cojean los rivales... Es un espectáculo porque sabe leerte.