La arrogancia del bicampeón del mundo: Verstappen revienta su propio palacio

David Sánchez de Castro COLPISA

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press | EUROPAPRESS

El neerlandés, uno de los pilotos más dominadores de los últimos tiempos, ha enrarecido el final de una temporada en la que junto a Red Bull habían sido los grandes reyes

14 nov 2022 . Actualizado a las 19:53 h.

La temporada 2022 está a un fin de semana de cerrarse. Hace ya unos cuantos grandes premios que la emoción en pista ha decaído, al menos en lo que se refiere a resultados. Max Verstappen ha arrasado a sus rivales, pese a un inicio de campaña un tanto dubitativo, y para las dos últimas citas del año solo quedaba por resolverse el subcampeonato.

Sergio Pérez y Charles Leclerc se juegan quién va a ser el primero de los perdedores de esta campaña. Un premio de consolación que solo constata que han sido incapaces de la excelencia y se tendrán que conformar con el segundo puesto del podio, algo que nadie quiere. Ni uno ni otro han estado a la altura a lo largo del año: Leclerc se vio perjudicado por estar en una Ferrari esquizofrénica capaz de reventar sus propias opciones y Pérez ha tenido más sombras que luces a lo largo de la temporada. El caso del mexicano es especialmente flagrante, ya que visto el dominio de su compañero él debería haber aspirado, al menos, a ser su inmediato perseguidor en cada carrera.

Lejos de ello, el de Guadalajara ha cuajado actuaciones que no han estado a la altura de las expectativas. No se puede decir que, si pierde el subcampeonato, vaya a ser por el punto que Verstappen no le regaló en Brasil, ni mucho menos.

El problema es que no era necesario llegar a ese punto. «Ya hemos visto el tipo de persona que es», estallaba un Pérez por la radio que veía, asombrado, como el bicampeón del mundo no se ponía a la altura de las expectativas y desobedecía una orden directa para primar su lucha por la plata mundial. «Tengo mis razones y ya las sabéis», replicó a las quejas de Christian Horner cuando le llamaron al orden. Estas razones, filtradas por su representante a un comentarista de televisión, son un supuesto accidente intencionado del mexicano en la clasificación del GP de Mónaco que perjudicó a Verstappen.

¿Es suficiente como para estropear una relación que, de cara a la galería, era razonablemente cordial? ¿Necesita Red Bull llegar a la última carrera del año con el equipo en llamas por la arrogancia de su piloto? Horner, Helmut Marko y el propio Verstappen aseguraron después de la carrera, y tras una bronca retransmitida en directo por las cámaras de medio mundo, que en Abu Dabi el neerlandés trabajará para que Pérez gane el subcampeonato frente a Leclerc, con el que llega empatado a 290 puntos.

¿Cumplirá la promesa? Tan genial como arrogante Max Verstappen es un piloto genial en la pista, y eso es algo que nadie puede discutir. Desde su aterrizaje hace ya más de un lustro en el gran circo dejó claro que era un campeón en potencia, y que no iba a desaprovechar las oportunidades.

No hay nadie que se sorprenda de que las virtudes de la pista de Verstappen (rápido, arriesgado, inteligente...) también son sus principales defectos. No hay que irse muy lejos para ver el último ejemplo: en un alarde de excesivo optimismo se chocó con Lewis Hamilton (que tampoco hizo nada para evitarlo) a las primeras de cambio. La labor de los psicólogos de Red Bull, que los tiene, es cada vez más dura.

La posición de poder que ha obtenido Verstappen a base de victorias está ganada más que de sobra: ¿acaso alguien cree que Sergio Pérez podría ganar lo que ha ganado el neerlandés? Eso no impide que sea ahora señalado de manera unánime. El infantilismo y la soberbia con la que prefirió un sexto puesto que no le valdrá de nada a un séptimo y la constatación de que es un campeón como pocos se han visto.

Queda por ver cómo se resolverá la papeleta en Abu Dabi, que no es ni mucho menos el circuito propicio para ver espectáculo y show. Si Verstappen cumple con lo prometido, ayudará a Pérez a ganar el subcampeonato, con lo que Red Bull será el todocampeón. Para ello tendrá que estar el mexicano en una posición de lograrlo, que esa es harina de otro percal.