Iván García, taekuondista gallego: «Mis padres querían que aprendiera a defenderme»

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

«Pensaron que conocer un arte marcial podía venirme bien», indica

07 nov 2022 . Actualizado a las 10:14 h.

Solo en este año, ha sido subcampeón de Europa y ha logrado medallas en el Grand Prix de París y en las pruebas Open de Sofía, Lommel y La Nucía. Con solo 25 años, Iván García Martínez (Marín, 1997) ya está entre los diez primeros del ránking mundial y en los próximos doce meses peleará por ganarse una plaza para los Juegos Olímpicos de París.

—¿Por qué es taekuondista?

—Fue por mis padres. Empecé a los cinco años. Ellos querían que hiciera deporte e, independientemente de habilidades, se decantaron por el taekuondo por una sencilla razón: querían que aprendiera a defenderme. Y además por horarios también les venía bien a ellos.

—¿Que aprendiera a defenderse?

—En la infancia siempre puedes tener problemas en el colegio y mis padres pensaron que aprender un arte marcial siempre podía venir bien. No para utilizarlo contra nadie de forma violenta o agresiva, pero sí que, si alguna vez me ocurría algún problema, tener técnicas a las que recurrir para que no me pasara nada malo.

—¿Y sus compañeros de colegio qué le decían cuando se enteraron de que era taekuondista?

—Lo primero que dicen es: «¡A mí no me pegues!». Eso es lo más común que te dice todo el mundo [se ríe]. Pero bueno, al ser un deporte distinto al que suele practicar la mayoría, lo que hacen es preguntarte sobre qué haces y te piden que les enseñes a pegar patadas. Y se ponen a imitar algún movimiento de patada que ven en las películas [se ríe].

—¿Cuándo se dio cuenta de que podía tener futuro en ese deporte?

—Pues más o menos en mi último año júnior, cuando fui a mi primer Campeonato de España. Tendría unos 16 o 17 años. Ahí me empecé a tomar todo más en serio, sin olvidar los estudios. Y luego ya el cambio grande vino en la universidad, cuando ya empiezo a quedar medallista nacional y también en competiciones internacionales. Hablamos más o menos del 2018 y el 2019, cuando comienzo a ser asiduo a los podios. Fui a mi primer Mundial y ya las cosas se pusieron más serias.

—¿Cómo es un entrenamiento diario de Iván García?

—Dependiendo de la época y el momento, suelo entrenarme unas dos o tres veces al día. Yo lo que más o menos suelo hacer son calentamientos tanto generales como de zonas específicas que hago para acondicionarme mejor a la hora de dar patadas. Hay que tener en cuenta que tenemos algunos rangos atípicos para nuestro cuerpo como es el de posicionarse para dar patadas por encima de nuestra cabeza. Y, luego, ya depende. Un lunes, por ejemplo, hacemos trabajo más técnico-táctico por la mañana y por la tarde un golpeo intenso. Trabajos explosivos y de resistencia. Otros días hacemos combate, con situaciones lo más reales posibles a las que nos vayamos a encontrar en competición...

—Para subir al tapiz y pegarse con el rival hay mucho trabajo detrás.

—Claro. Y es que además de todo ese trabajo físico, técnico y táctico, luego nosotros también le damos una gran importancia al trabajo mental. Tengo un psicólogo para mejorar también el aspecto de cabeza; un preparador físico, para potenciar mi cuerpo; y luego también hacemos una labor de scouting, de la que me ocupo yo mismo de la mano con mi entrenador.

—¿También dedica tiempo a cuidar su cabeza?

—Sí, sí. Debo llevar unos cinco o seis años trabajando con psicólogo. A base de muchas horas de trabajo, de esfuerzo y de desarrollar tu parte mental se puede llegar a lo que sería un deportista ideal, sin necesidad de ser un superdotado.

—Este último año le ha ido muy bien y ya está cerca de los primeros del ránking olímpico. ¿Cómo lo está viviendo?

—Soy consciente de que los resultados pueden ser mejores o peores, pero donde estoy ahora mismo es una locura. Yo no me lo esperaba en ningún momento de mi carrera. Cuando eres pequeño sigues a tus ídolos y de repente pasas de verlos a verte tú en esos tapices y a enfrentarte con algunos de ellos. Es increíble todo lo que estoy viviendo.

—Y ahora le llega el Mundial. La próxima semana ya.

—Sí. Por fin llega la parte más divertida del año. Volví del Grand Prix de Mánchester y durante dos semanas preparé en altura en Sierra Nevada el Mundial y ya me voy a México para estar allí una semana antes, adaptarme a su altitud y rendir lo mejor posible.

—El Mundial de México da muchos puntos para el ránking olímpico.

—Son 140 puntos. Para ponernos en perspectiva, yo estoy entre los diez primeros y tengo 172. Es una barbaridad. Si allí ganas o quedas en medalla, te catapultas hacia arriba. Te garantiza estar muy bien colocado durante todo el año, que a su vez también te da mejor situación para competir en el resto de campeonatos.

—París es el objetivo, ¿no?

—Sí. Justo. Desde antes de Tokio ya vimos que había opciones de poder ir a París y es el reto que nos hemos marcado.

—¿Cómo es Iván García fuera de la competición?

—A ver, yo cada vez que me dedico a algo lo intento hacer lo mejor posible. El progreso como fin, tanto personal como del deportista. Ir evolucionando durante toda nuestra vida. Tengo eso claro y dedico todo mi tiempo libre en buscar cosas que me ayuden a mejorar en mi deporte. Tampoco es que disponga de mucho tiempo de ocio y el que tengo lo enfoco hacia eso.

—Taekuondo: 24x7.

—Sí, voy en esa línea. Estoy enfocado 100 %. Incluso dejé aparcados los estudios tras terminar Ciencias del Deporte y hacer un curso de dietética, vinculado con la rama deportiva. Es el momento de darlo todo por el taekuondo.

—¿Cómo lleva lo de los viajes?

—Me encantan. Me paso el día en aeropuertos, a veces muchas horas perdidas en ellos; pero una vez te acostumbras sabes cómo aprovechar ese tiempo. Y luego ya en los destinos me gusta aprovechar para ir a conocer las culturas de los sitios, probar cosas diferentes...

—¿Qué hace para matar esos tiempos muertos en los viajes?

—Soy de llevar siempre un libro físico, al menos. Y luego ya cuando me canso pues me pongo alguna serie.

—Un lugar del que guarde un gran recuerdo.

—Luxemburgo. Es muy pequeñito y acogedor. Creo que por eso me gusta tanto, aunque ya hace tiempo que no voy.