Caruncho, Castroverde y Bujía, pioneros del Básquet Coruña: «Los inicios fueron emoción e ilusión, éramos una familia»

DEPORTES

MARCOS MÍGUEZ

El primer presidente, el primer entrenador y el socio número 1 recuerdan antes del Teresa Herrera de hoy el origen del club naranja, hace 25 años

30 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«A mí me liaron», inicia Enrique Vázquez Caruncho el relato. «Me llamaron para formar parte del Club Baloncesto Arteixo para integrar la directiva, y ya en la EBA era Leyma Arteixo», dibuja. Curso 1995-1996. De pronto, surge la posibilidad de mudarse a A Coruña, lo que ofrecería más capacidad de crecimiento social y financiero.

«En la asociación de vecinos de O Ventorrillo tratábamos de que entrasen colectivos organizados... antes había sido el voleibol, teníamos equipo de baloncesto... y un día llegaron Carlos Devesa y Quique Caruncho», recuerda José Cheché Bujía, entonces presidente del colectivo vecinal, después directivo y primer socio del club emergente. «No fue cosa de un día. Hubo mucho que hablar, pero entendíamos que no era malo. Era un barrio joven y queríamos dinamizarlo, era bueno que hubiese referencias. Eran otros tiempos», prosigue, mientras repasa otras iniciativas de calado: biblioteca, clases para el graduado escolar... un polideportivo. «Hacer un pabellón en la plaza Salvador de Madariaga... imagínate lo enfadados que estaban los vecinos», apunta.

Sin embargo, la vinculación con O Ventorrillo acabó siendo plena y nació el Básquet Coruña, hace veinticinco años, con el respaldo de la asociación vecinal y una directiva mixta formada por integrantes del colectivo vecinal y del club deportivo arteixán. «Estaban De la Fuente, Devesa, Castroverde y Juan Carlos, entre otros. Teníamos en mente algún presidente, pero todos dijeron que no, y pensé: ‘Venga, pues yo mismo’», cuenta Caruncho. «Crecimos y aprendimos juntos. Ellos nos enseñaron muchas cosas y nosotros a ellos, baloncesto», explica.

El primer presidente del Leyma asegura que desde los inicios estaba entre los objetivos llegar a lo más alto. «Nos mudamos con esa perspectiva. Siento que pusimos nuestro granito de arena. Y creo que el club puede dar el salto a la ACB», añade. Le respalda Bujía: «Los inicios fueron emoción e ilusión, éramos una familia. Se sembró una semilla. Si algún día puede ascender a donde lo merece, será emocionante, pero los de ahora también tienen un mérito importante. Conseguir que haya relevo sólido no es fácil, porque aquí colaborar es emplear todo tu tiempo. Yo no venía del baloncesto, pero me ligó el proyecto por otros aspectos».

Quien sí estaba vinculado a este deporte, desde la táctica, era Javier Díaz Castroverde. «Cuando el alcalde de Arteixo nos advirtió de que las condiciones de infraestructura y patrocinio empeorarían, se lo dije a los jugadores y me comprometí a intentar llevar el equipo a A Coruña, hablé con un concejal herculino y me dijo: ‘Adelante’», relata el primer entrenador del Básquet Coruña.

El descenso del representante coruñés en categoría nacional, presidido por Manolo Estévez Mengotti, allanó el camino. «Encontramos facilidades por parte de la directiva del Arteixo y junto a Devesa, que llevó el peso, y Franco, delegado del equipo, fuimos haciendo sin que nadie supiese nada. Sondeos del Norte aceptó ser el primer patrocinador. Ya teníamos todo, se lo planteamos al Ventorrillo y el que fue presidente de la asociación, Esmorís, resultó clave», relata.

«Me la jugué con los jóvenes de la casa. Había resultado bien en el Sagrada Familia y aquí repetiríamos. Sucede cuando crees en ello. Fueron decisivos Raúl López y Gustavo Díaz. Lolo Castro despertó su talento. Manu Pereira, Harpo fue una luz...», añade.

«Todos hacíamos de todo, pero había dos componentes contagiosos: emoción y pasión. Aquel equipo jugaba muy bien, tenía calidad humana y dedicación casi profesional. No existía el imposible, no lo veían. Eran felices entrenándose. El dinero ayuda, pero no era determinante», concluye.

Hoy, desde las 20.00 horas en el Palacio de los Deportes de Riazor contra el Burgos, el Teresa Herrera servirá de homenaje a la historia que comenzó con ellos.

«No puedo dejar de estar ahí, es imposible, le tengo mucho aprecio»

Tanto Quique Vázquez Caruncho como Cheché Bujía resaltan el factor humano como cimiento del Leyma. «Había mucha ilusión aquella temporada, pero requirió mucho esfuerzo también. Posteriormente, hubo que salvar problemas financieros y burocráticos. En un momento dado, tuve que dimitir. Pero la lectura que hago es que era necesario venir a A Coruña para crecer, empezando por la capacidad del pabellón (trescientos espectadores). Fue una decisión que podría haber salido mal», analiza Caruncho.

«Uno se enganchaba con estas cosas, veía que tenían tirón y eran importantes para el barrio. Lo daba todo porque creía en ese proyecto. Siempre había alguien para echar una mano. Había mucha unión entre la directiva y los jugadores, que eran todos de A Coruña cuando se ganó la Copa Galicia. Eso es algo impensable hoy en día. Muchos de nosotros todavía mantenemos una estrecha relación. Yo no puedo dejar de estar ahí, es imposible, le tengo mucho aprecio», incide Bujía.

«El club de ahora es otra cosa, pero es como debe de ser, más profesionalizado, SAD... eso había que hacerlo, entiendo que tiene que ser así», concluye.