Miguel Román, el sostén granate

Álex Davila

DEPORTES

césar quian

El mediocentro de Gondomar, de 19 años, simboliza el despliegue de un Pontevedra que apostó por su versión más solidaria

18 sep 2022 . Actualizado a las 22:00 h.

El Pontevedra mutó en su visita al Riazor. El escenario no era para menos y su entrenador, Antonio Fernández, ya avisaba en la previa de que su equipo iba a nacesitar hacer muchas cosas bien para poder sacar algo positivo de la visita al Deportivo. El cuadro granate se hizo desde atrás y, lejos de ese Pontevedra protagonista que quería el balón y defendía con la posesión que se pudo ver en las tres primeras jornadas, ayer en el estadio blanquiazul demostró ser un bloque que sabe correr, sabe sufrir y sabe defender.

Si hay un futbolista en la plantilla que ha captado el mensaje a la perfección y encarna todo lo que ayer fue el Pontevedra, ese fue Miguel Román. El joven mediocentro de Gondomar hace mucho que ha dejado de ser una revelación para convertirse en la realidad que ya es. Su futuro está por escribir, probablemente lejos de Pasarón, pero en la ciudad del Lérez saben que su trabajo en el presente es básico para la permanencia del equipo en la categoría.

Confirmación en una liga mejor

Cuatro jornadas le han bastado para demostrar a Román que la Primera Federación no le va grande y ayer, en un escenario de Primera División como Riazor, dio la razón a todos los ojeadores de filiales de la máxima categoría y equipos de Segunda que han fijado su lupa en él este verano.

Román estuvo implicado en todo lo que el Pontevedra quiso ser ayer en A Coruña. Un equipo agresivo en la presión, bien plantado tácticamente, sacrificado en las marcas —como la que él mismo hizo casi de manera individual sobre Soriano— y con personalidad para salir jugando desde atrás. El futbolista de 19 años participó incluso en la jugada del gol al anticiparse por alto a Rubén Díez en el balón prolongado al área que Brais Abelenda envió a gol.

Para competir en Primera Federación el Pontevedra necesitaba mejorar drásticamente el trabajo defensivo del curso pasado y el examen de Riazor fue la prueba de que el equipo de Antonio Fernández está en esa línea de crecer desde atrás y mantenerse las líneas unidas gracias al pegamento de un Miguel Román que, para sumar más brillo a su carta de presentación, este año está incluso más comprometido en el juego ofensivo del equipo.

Sin pasar por el filial

Ibiza, Mirandés, Villareal, Celta y, probablemente, nuevos equipos que se unirán a la carrera en próximas semanas ya preparan sus armas para la encarnizada lucha por este mediocentro que hace poco más de un año jugaba en División de Honor juvenil con el Choco y al que Toni Otero trajo a la ciudad del Lérez el curso pasado con la intención de que alternase con un filial que no llegó ni a conocer. Hoy es un jugador más hecho, que ha ganado en personalidad y que personifica la evolución que este Pontevedra necesita para plantar cara a los grandes de la categoría.