
El ganador del Abierto de Estados Unidos sería número 1 del ránking ATP desbancado a Medvedev
28 ago 2022 . Actualizado a las 19:00 h.La pista Arthur Ashe de Nueva York puede ser el escenario del tercer enfrentamiento de la temporada entre Rafael Nadal y Carlos Alcaraz. El cuadro ha deparado que, si cada uno gana sus cinco primeros enfrentamientos, los mejores españoles del ránking se verán las caras en semifinales. Un camino aún largo y con muchas piedras en el camino, especialmente para el murciano, pero que permite soñar con un choque de trenes en el último Grand Slam de la temporada.
Para Nadal esta es la oportunidad de sumar un título más a su cuenta de grandes y elevarla hasta 23. Esta temporada está siendo magnífica en esta clase de torneos y, tras conquistar Australia y Roland Garros, se planta en Nueva York con un 17-0 en su casillero. En Wimbledon alcanzó las semifinales, pero no cuenta como derrota porque se retiró antes del partido contra Nick Kyrgios.
Nunca en su carrera había llegado con tal registro hasta estas alturas del año, aunque su mejor temporada en los grand slams fue en el 2010, cuando ganó Roland Garros, Wimbledon y US Open después de hacer cuartos en Australia. Su cuadro deja elevar las expectativas en su Grand Slam más prolífico tras Roland Garros. Aquí ha ganado en el 2010, 2013, 2017 y 2019, y se ha perdido las dos últimas ediciones, una por la situación con la pandemia y otra por la lesión en el pie que le tuvo cinco meses fuera de las pistas. Debutará el miércoles contra un invitado, Rinky Hijikata, y hasta semifinales lo más peligroso que tiene son Diego Schwartzman en octavos, y Cameron Norrie, Andrey Rublev o Denis Shapovalov en cuartos. El sorteo fue dulce.
La preparación no ha sido la deseada.
Nadal, que se lesionó en el abdominal en Wimbledon, ha estado un mes y medio parado. Inició los entrenamientos en su academia y tuvo que bajarse del Masters 1.000 de Canadá por no verse preparado para la competición. Su vuelta a las pistas se demoró hasta Cincinnati, donde apenas pudo jugar un partido. Cayó ante el a la postre campeón, Borna Coric, aunque fue el único tenista en toda la semana en ganarle un set al croata.
Sus primeros partidos en Nueva York, donde acumula una semana de entrenamientos, serán cruciales para conocer cuál es el verdadero estado del balear, lastrado por el físico en los últimos años.
Mucho más rodado viene Alcaraz, tras una temporada que está siendo extenuante y en la que esta es su última oportunidad para ganar ese Grand Slam que dijo estar preparado para conquistar. Tras medio año brutal, con títulos en Miami, Río de Janeiro, Madrid y Barcelona, Alcaraz se desinfló tras Roland Garros, donde Alexander Zverev le dio un golpe de realidad, y desde entonces solo ha hecho finales en Hamburgo y Umag. La gira americana tampoco ha sido para tirar cohetes y perdió en primera ronda de Canadá y en cuartos de Cincinnati.
Idilio con Flushing Meadows
Aun así, el murciano tiene un idilio con Flushing Meadows. Aquí se dio a conocer el año pasado con sus primeros cuartos de final en un Grand Slam y forjó una unión con el público que se ha ido esparciendo por todos los torneos que ha jugado desde entonces. Va a ser uno de los favoritos de la grada y eso, en el torneo de tenis más ruidoso del mundo, es un gran punto a favor. Su principal obstáculo en el camino a esas semifinales es Borna Coric, en tercera ronda, y Jannik Sinner, su verdugo en Wimbledon y Umag, en cuartos de final.
Además, tanto Nadal como Alcaraz dependen de sí mismos para acabar el torneo como número uno del mundo. Si uno de los dos gana el US Open, desbancará a Daniil Medvedev como actual mejor raqueta del circuito. El ruso, que defiende título, es otro de los favoritos en Nueva York ante la gran ausencia del tres veces campeón Novak Djokovic, que se ha quedado sin disputar el último Grand Slam del año por su negativa a vacunarse. Su ausencia le costará 1.200 puntos en la clasificación y, por primera vez desde julio del 2018, el serbio saldrá del top 10.
Badosa, Muguruza y la redención
No ha sido una buena temporada para Paula Badosa y Garbiñe Muguruza en los grand slams. En el caso de la hispano-venezolana, ha sido incluso desastrosa. La pupila de Conchita Martínez apenas ha ganado un partido en los tres torneos disputados y fue ya en el lejano Abierto de Australia. Por primera vez en su carrera, cayó en sus debuts en Roland Garros y Wimbledon y aquí, en el US Open, tiene la oportunidad de maquillar una temporada muy gris.
El problema es que este es históricamente el «grande» que peor se le da. Aquí apenas ha alcanzado en dos ocasiones los octavos de final (2017 y 2019) y es donde posee menos victorias, solo diez en nueve participaciones. Un cuadro exigente, con hasta seis ganadoras de grand slam en su lado, no elevan el optimismo de una Muguruza que desde abril solo ha ganado tres encuentros en el circuito. Sus opciones de poder defender el título de Maestra en Los Ángeles pasan por ganar el torneo neoyorkino. No le queda otra puesto que ahora mismo aparece fuera de las 50 mejores de la temporada.
Badosa tampoco ha tenido una campaña plácida y aunque se vieron signos de mejoría en San José, donde hizo semifinales, las derrotas en su debut en Toronto y Cincinnati aumentan las dudas de una tenista que apuntaba a pelear por los grand slam este año tras coronarse en Indian Wells en el 2021.
Su margen de mejora en Nueva York es amplio, puesto que la temporada pasada solo hizo segunda ronda aquí. De hecho, apenas ha ganado un partido en sus tres participaciones en el US Open, pero no fue hasta el 2021 cuando de verdad empezó a pasar rondas con asiduidad en estos torneos. En Flushing Meadows Badosa también se juega estar en Los Ángeles. La catalana es octava en la tabla, con cinco tenistas a apenas 100 puntos de distancia para atraparla.