Teresa Herrera, con lo que fuiste...

Iván Antelo ENTRE LÍNEAS

DEPORTES

César Quian

15 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hubo un tiempo en el que ir al Teresa Herrera era lo máximo. Era pasar un fin de semana de fútbol, con equipos de nivel mundial, en el que incluso los medios nacionales miraban hacia A Coruña con curiosidad. Los chicos quedaban para ir en pandilla al estadio y familias enteras acudían con empanadas y bocadillos kilométricos dispuestos a pasar cinco o seis horas intensas de balón y folklore. Así era el pasado siglo.

Acudir el sábado a Riazor fue desolador, para los que recordábamos aquello. Ni diez periodistas en el palco de prensa. Con los dedos de una mano se contaban los que había luego en la sala de prensa. Y la respuesta de público, en la línea de las últimas temporadas. Poco. Muy poco. Durante el encuentro femenino se escuchaban a las futbolistas hablar desde la zona alta de Tribuna. En el masculino no se llegaba a ese extremo gracias a la afluencia de unos 300 espectadores ucranianos que hicieron que la grada visitante fuese la más poblada de todas. Ni que decir tiene que la repercusión más allá de Os Ancares fue nula. El hecho de que coincidiese con el inicio de la Liga de Primera y Segunda División tampoco ayuda.

El fútbol ha cambiado. Las pretemporadas ya no son lo que eran (muchas giras por el mundo) y el Deportivo tampoco es que esté en su mejor momento (tercera temporada consecutiva fuera del fútbol profesional), pero es una pena que desde hace años el éxito sea sacar una nueva edición (77), más allá de lo que se ofrezca en ella. La conversión del balompié en negocio es una realidad, pero también debería afectar a otros torneos y no lo hace en tanta medida. Veinte mil espectadores se dieron cita en el Mirandilla para presenciar el Carranza hace poco más de una semana (Cádiz-Atlético de Madrid). En el Joan Gamper se juntaron 83.021 espectadores, para ver un Barça-Pumas. Algo habrán hecho para que no les afecte.