Álvaro Baleato Varela, ingeniero gallego de Red Bull de fórmula 1: de manejar el tractor, a optimizar el coche de Max Verstappen

DEPORTES

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Sus ideas han servido a la escudería austríaca para volver a lo más alto

14 ago 2022 . Actualizado a las 18:14 h.

Como al apreciar un enorme iceberg que solo saca la punta por encima del agua, a los equipos de fórmula 1 se les interpreta a menudo únicamente a través de sus dos pilotos. Un sinsentido en un deporte que, sobre todo, en los últimos años ha demostrado el poder de la ingeniería y de la mecánica por encima de cualquier otra habilidad. Lo sabe bien Álvaro Baleato Varela (Trazo, 1991), que actualmente es uno de los responsables del departamento de dinámica de Red Bull, un puesto en el que no es nada habitual ver a una persona de 30 años como él (cumplirá los 31 en diciembre).

basilio bello

Lo cierto es que Álvaro tuvo claro desde pequeño que su camino vital estaría ligado al rugir de los motores. Los primeros que le interesaron fueron los del tractor de su familia y los de las motos que utilizaba de adolescente, pero pronto descubrió que ese mundo le apasionaba. «Recordo que cando descubrín a fórmula 1, co bum que tivo en España, a min o que me interesaba de verdade era saber porqué uns coches ían máis rápido que outros», rememora. Esa vocación le llevó a Madrid para estudiar una licenciatura en ingeniería industrial, especializándose a partir del tercer año en mecánica mientras realizaba paralelamente un máster en Múnich que trataba de ingeniería del vehículo. Su trabajo final para rematar ese posgrado consistió en un simulador de tiempos que calculaba lo que tardaba un coche a elegir en cualquier circuito. Fue la primera vez que su nombre se dio a conocer en el mundo científico a través de diversas publicaciones, pero no la última.

En Alemania trabajó para BMW, pero pronto emprendió el viaje a Inglaterra consciente de que allí están asentados siete de los diez equipos que hay en la fórmula 1. «Traballei en Jaguar e aínda que tiña un bo posto, eu sempre estaba pendente das páxinas web das escudarías para ver se publicaban algunha oferta», señala Baleato. Y la encontró. Era verano del 2016 y Red Bull necesitaba un ingeniero para simular y modelar los sistemas del vehículo con el fin de conocer mejor las prestaciones. El tracense optó al puesto y lo logró. A sus 24 años ya estaba en la fórmula 1 y en un equipo puntero. En el 2018, además, consiguió un nuevo rol, en el que ya se encargaría de optimizar el rendimiento y buscar nuevos inventos para aumentar la velocidad.

La importancia del equipo

Su llegada a la fórmula 1 coincidió con una profunda renovación en la escudería austríaca, que buscaba recuperar la tiranía con la que había gobernado el Mundial en los primeros años de la pasada década y que durante esos momentos ya le correspondía a Mercedes. Fue un duro proceso, pero Álvaro siempre tuvo presente su privilegio: «Estaba nun dos postos máis desexados do sector profesional e nun equipo como Red Bull, non podía pedir moito máis». Y, sin embargo, su enorme talento y su excelso trabajo se lo otorgaron, tanto en el ámbito individual como colectivo, pues además de ser uno de los ingenieros más jóvenes en lograr sus responsabilidades en todo el campeonato, la corona volvió de la mano de Verstappen.

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Un éxito en el que le gusta repetir el mérito y la involucración de los más de 700 trabajadores: «Non a todos lles apaixona o deporte, pero si o seu traballo específico, e aí pódoche asegurar que somos tan competitivos como os pilotos porque queremos ser os mellores no noso para gañar o Mundial», dice mientras insiste que desde la propia entidad les hacen sentirse, también «campións do mundo». De hecho, su mayor ilusión está precisamente ahí: «Ver que as fórmulas que un día fixestes serven para crear melloras que fan ao coche gañar o campionato é tremendo».

Como si de el señor Lobo de Pulp Fiction se tratase, Álvaro resuelve problemas y busca mejorías. Eso es lo que realmente le apasiona, mucho más que el glamur y los focos del paddock, al que acude de vez en cuando para servir de apoyo: «Se estás alí non te enteras de nada do que lle sucede na carreira ós outros coches en xeral, pero si do teu, claro», comenta, indicando que las disfruta mucho más viéndolas por televisión con amigos o desde la propia fábrica de Red Bull en Londres, desde donde están conectados con el circuito a través de una moderna sala de control. «Dende o circuito disfrútanse doutra maneira, como profesional, non como afeccionado», concluye.

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En Panda hasta Mongolia y en tuc tuc por el Himalaya

La pasión por los medios de transporte atípicos (o utilizados en circunstancias no habituales) es más fuerte que Álvaro Baleato, a tenor de su trayectoria personal. Hace ya casi diez años que impulsó el proyecto de Bambú Heroes, junto a Nacho Bautista y Alberto Bullejos, también ingenieros industriales y apasionados por el motor.

Tal como relata él mismo en una vorágine de recuerdos, la experiencia, con alto contenido solidario (en sus orígenes, lo recaudado se destinó, por ejemplo, a asociaciones benéficas entre las que se encontraban Meniños y Cool Earth), siempre estuvo cargada de aventuras, que ahora derivaron en un equipo de competición.

«No ano 2013 comprei un Seat Panda con un compañeiro para facer un rali en Marruecos. E, xa que tiñamos o coche decidimos ir ata Mongolia a correr outro rali en Ulan Bator, pero tamén e voltar ata Santiago. Foron dous meses, vintedous países, vintepicomil quilómetros...», explica Baleato. A partir de ese momento, el grupo de amigos ingenieros alma de Bambú Heroes decidieron continuar con más acciones vinculadas al proyecto solidario. «Fixemos outras cousas. Fomos con minimotos por Perú, polo deserto de Marruecos, polos Andes, tuc tucs no Himalaya, barcos en Tanzania...», enumera con satisfacción.