Irene Ferreras: «A mí trátame con el mismo rigor con el que lo harías con un hombre»

Iván Antelo A CORUÑA

DEPORTES

César Quian

«Desde muy pequeña he sufrido lo de que te llamen marimacho porque parece que eres menos mujer por jugar al fútbol», dice la entrenadora del Deportivo femenino

31 jul 2022 . Actualizado a las 23:45 h.

Finalizada una de sus primeras sesiones como entrenadora del Deportivo femenino, se dirige a los vestuarios. Irene Ferreras (Madrid, 1989) se quita las botas y se sienta en el despacho de Abegondo para atender la llamada de La Voz. Está ilusionada.

-¿Qué tal estos primeros días?

-Dando los primeros pasos, adaptándome un poco a todo, a las instalaciones, a las jugadoras, a la gente del club... Llegas aquí nueva y tienes que ir conociendo toda la estructura del club. De momento, por lo que veo, es todo muy familiar, la gente es muy cercana y me están ayudando mucho para que el día a día se haga lo más práctico posible. Y con el resto del staff lo mismo, conociéndonos e intentando darle calidad a los entrenamientos.

-El calor de Madrid no lo tiene.

-No [sonríe]. Ese es un aspecto positivo. Se entrena a una temperatura ideal. Venía con un poco de miedo por el tema de la lluvia, pero ya hablé con Borja [Jiménez] y me dijo que no me preocupara, que no llueve tanto como dice la gente. Y ahora en verano se agradece este tiempo, el poder dormir por la noche. En Madrid ahora mismo hay una temperatura insufrible.

-¿Por qué viene al Dépor?

-Porque cumplía los requisitos para que yo pudiera seguir desarrollándome como entrenadora. Con el tiempo, aprendes a entender que uno no encaja en todas partes y que no es tanto una cuestión de coger un equipo, sino de qué equipo coger. Por todo lo que me contaron a nivel de proyecto, la sensación que me dio es que en el Dépor se le da importancia al proceso y al trabajo. Obviamente el resultado importa en el fútbol, pero no se tiene una visión resultadista, sino que se mira más allá. Quieren crear algo que merezca la pena y que sea sostenible en el tiempo. Por eso creo que era el sitio idóneo para mi manera de trabajar. Además, percibo que aquí hay personas educadas con las que se puede hablar y que me intentan facilitar todo lo que pueden. El trato fue muy bueno desde el primer momento y en ese sentido yo creo que acerté. Las sesiones que llevamos las estoy disfrutando y estoy comprobando que todo lo que me contaban es así.

-No era la primera entrenadora, pero viene de un equipo de Champions como el Real Madrid. No habrá sido fácil decidirse a salir de allí.

-No, claro. Al final, estaba en un club muy importante en donde teníamos unos medios brutales. Disfrutaba trabajando con las mejores jugadoras, con gente súper profesional, y salir de ahí es una decisión importante. El entrenador, Toril, estaba muy contento conmigo, él quería que yo me quedara, pero soy una persona ambiciosa a la que no le gusta acomodarse. Para mí, aquello, era una etapa pasajera. Quería aprender y vivir desde dentro lo que es un entorno totalmente de élite, con la suerte de vivir la experiencia de la Champions, pero desde el primer día les comenté que si en algún momento salía una oportunidad que me motivase me iba a ir. A mí el cuerpo me pedía volver a dirigir a un equipo. Surgió lo del Dépor y la decisión en sí fue bastante sencilla.

-¿Cómo es el Real Madrid por dentro?

-Es un club muy muy profesionalizado en el que lógicamente hay jerarquías. Hacíamos muchas cosas y en el día a día íbamos hasta el más mínimo detalle con las jugadoras. Pero luego éramos gente normal y muy sencilla, que disfruta con su trabajo y que pasaba mucho tiempo junta porque había muchísima competición. Y en ese sentido aprendimos mucho de gente que sabía lo que era manejar una doble competición, con entrenamientos cortos pero de calidad, dedicándole mucho tiempo a la recuperación física. El Real Madrid es un lugar en el que te ponen todos los medios posibles para crear un equipo de élite.

-¿Cómo se le dio por el fútbol?

-Me gusta de siempre. Mi hermano jugaba y yo también bajaba con él al parque para jugar con mis amigos. Y claro, como pasaba tantas horas con el balón se me empezó a dar bien y comencé a entrenar con un equipo de chicos. El deporte en general me ha encantado de siempre, he practicado varios, pero mi vida siempre ha estado ligado al fútbol. Un día en el colegio me vio el profesor de Educación Física y me dio el teléfono de la entrenadora del Rayo Vallecano, que era de una de sus mejores amigas. Mi padre la llamó y allí estuve gran parte de mi carrera. Cuando hice INEF no sabía muy bien si dedicarme mejor al sector de la educación, pero según fueron pasando los cursos me di cuenta de que a mí lo que me gustaba era el rendimiento. Se juntó eso y mi pasión por el fútbol y me saqué los ciclos de entrenadora. Empecé a entrenar a equipos de fútbol base, tanto de niños como de niñas, y con la situación de mi lesión en la que tuve que dejar el fútbol bastante pronto aproveché y me centré para dedicarme ya de una forma más profesional. Fui dando a pasos poco a poco, comencé en Segunda División, y las cosas a veces me salían mejor y otras peor, pero siempre con la sensación de ir progresando.

-¿Cómo se le dio por ser portera?

-Mi interés por el fútbol era el de jugar con la pelota en los pies. Rara vez me ponía de portera. Fue un momento de necesidad en el equipo y me eché para adelante y dije que me ponía yo de portera. Y no se me debió dar mal, que seguí. Siempre me pregunto qué hubiera pasado de seguir jugando de central, quizás hubieran salido las cosas diferentes, no me hubiera lesionado... Pero el caso es que me gustó ser portera y tuve una adaptación súper rápida. Hice el cambio súper tarde, con 15 o 16 años, y en solo un año ya hacía sesiones de entrenamiento con el primer equipo del Rayo. Hay que ser especial para ponerse bajo palos. Te pasas mucho tiempo viendo el fútbol desde atrás, dando indicaciones, a veces participando poco o nada y siempre concentrada... En ese sentido hay un nexo con lo de ser ahora entrenadora. Si ese paso a ser portera con 15 años sucede ahora, seguramente me hubiera pasado el tren y no sería posible. Pero entonces había pocas porteras y menos de cierto nivel. Además tuve la suerte de tener un gran entrenador que me ayudó mucho a esa reconversión.

-Aunque todavía es muy joven, sí que ha podido comprobar la explosión del fútbol femenino.

-Sí, sí... Si comparas lo de hoy con lo que vivíamos... Ha cambiado muchísimo. Desde los medios al propio nivel futbolístico, también. Entrenadores más formados, calidad de entrenamiento y mejores condiciones. Antes, el equipo femenino de un club entrenaba en el campo que sobraba, las horas que nadie quería y con alguien que quisiera entrenarlo. Todo ese cambio ayuda a que el espectáculo sea mejor. Yo viví aquello y por eso intento inculcar a mis jugadoras que recuerden de dónde venimos. De una situación en la que era hasta difícil tener ropa de tu talla para entrenar y jugar y de no tener material para los ejercicios. Las cosas que ahora nos parecen normales, antes eran privilegios. No nos tenemos que parar aquí y quedan muchas cosas que mejorar, pero a mí me gusta tener presente de dónde vengo. Tiempos en los que nos involucrábamos al cien por cien por pura pasión, sin esperar recibir nada a cambio. De vez en cuando no está mal recordarlo y hacer el trabajo con las nuevas generaciones para que no piensen que lo que disfrutamos ahora nos ha venido regalado.

-Decir antes que era jugadora de fútbol no es lo mismo que hacerlo hoy.

-Por supuesto. Es que antes ya ni lo decías porque entendías que nadie iba a considerarlo como una profesión. Y lo mismo como entrenadora. Si decías que te dedicabas a eso te preguntaban qué más hacías para ganarte la vida. Ahora no, ya se comprende que esto es mi trabajo. Poco a poco lo vamos normalizando. Ya se puede decir que eres futbolistas profesional.

-Y los clichés machistas que había. Tópicos como el de que no es ni fútbol ni femenino.

-Buah... La frasecita típica... La hemos aguantado durante mucho tiempo y ahí aún tenemos trabajo por hacer. Hay cosas que perduran. En ese sentido, yo estoy ya en un punto un poco hater porque a mí me gusta que toda la gente que está dentro del fútbol femenino le dé valor a lo que es esto. Y en ese sentido yo estoy muy contenta estos días porque he conocido gente nueva de mi staff, algunos sin experiencia en fútbol femenino, y vienen con una ilusión de la leche porque están en el Dépor. Y en ningún momento te dicen «es femenino, pero es el Dépor». No. Y a mí eso me da una alegría tremenda. Estamos cambiando. Antes era impensable que una persona que se estuviera dedicando al fútbol masculino se quisiera cambiar al femenino.

-¿Vivió alguna situación desagradable de ese tipo?

-Las mismas que muchas mujeres. El problema es que en un determinado momento lo normalizamos y aguantamos cosas como llegar a un campo y que le den la mano a tu segundo porque eres una mujer y no van a pensar que eres tú la entrenadora. O insultos y faltas de respeto que todas hemos escuchado. E incluso a nivel social también. Si eres un hombre y dices que te dedicas al fútbol eres genial, pero lo mismo si eres mujer creen que eres una soñadora. Y yo lo admito, en los últimos años he dejado de normalizar cosas que antes dejaba pasar. Considero que es mi responsabilidad poner límites. Ciertos comentarios, «no». Ciertos comportamientos, «no». Todas las mujeres tenemos que tener esa responsabilidad para ir cambiando patrones de conducta que creíamos normales y no lo son. Desde el lenguaje, a todo lo demás. He vivido muchas situaciones así. Desde muy pequeña jugando al fútbol he sufrido lo de que te llamen marimacho porque parece que eres menos mujer por jugar al fútbol. He crecido con esa idea, como soportándola, pero llega un punto ya en el que «hasta aquí». Pero bueno, lo más importante ahora es que nos demos cuenta de que esas cosas a las que estábamos sometidas no son normales. A mí trátame con el mismo rigor con el que lo harías con un hombre. No somos diferentes como para que se haga de otra manera.

-Algún avance hay. Se vio en la Eurocopa, con el gesto de Irene Paredes besando a su pareja y a su niño. Hace años no se habría tratado igual.

-Totalmente. Y son necesarios ese tipo de ejemplos que dan visibilidad a ciertas cosas para que la gente lo acepte. No tienen por qué esconderse. ¿Si un jugador lo hace, por qué una futbolista no? Fue valiente por su parte porque no todo el mundo se atreve a hacerlo, pero es necesario.

-Hábleme de Mari Paz Vilas, con la que coincidió en el Valencia.

-Ha sido una de las jugadoras con las que más he disfrutado entrenando. Es súper inteligente y conmigo conectó muy bien, porque todo lo que yo intentaba instruir o corregir, ella lo aplicaba. A mí me ayudó mucho en una etapa difícil como fue esa. Cuando no te salen los resultados es cuando de verdad se ve a las jugadoras. Ella no me quiso por lo que ganábamos, sino por lo que estaba haciendo. Recuerdo que cuando llegué me generaba mucho respeto. Iba a entrenar a Mari Paz Vilas, un referente en el fútbol femenino. Así que, al final, conectar de esa manera, que hiciéramos tan buen tándem... Aunque las cosas no nos salieran como nos hubiera gustado lo disfrutamos mucho.

-A ella le queda la espinita de jugar en su Dépor.

-Yo lo tengo en mente también [se ríe]. A ver si en el día de mañana se puede dar. Ojalá.

-En el Madrid trabajó con Teresa Abelleira.

-Es una maravilla. Verla entrenar es coger las palomitas y disfrutar. Era una de las jugadoras del Real Madrid que me encantaba verla cuando hacíamos juegos reducidos. No solo tiene un talento brutal a nivel técnico, también en cuanto a visión de juego. Es una maravilla. Este año la he visto crecer muchísimo, haciéndose muy fuerte. Es una curranta nata.

-Y también con Athenea, que dejo huella en el Dépor.

-Mi Athe [se ríe]. Es una jugadora especial. La vimos ahora con la selección, sale y revoluciona los partidos, pero es que es muy especial. Es muy buena tía. Es humilde. Tuvo el detalle de escribirme cuando llegué aquí y se ofreció a ayudarme para cualquier cosa que necesitara... Que una jugadora que está en toda una Eurocopa te escriba y se preocupe por ti, por cómo te puede ir, dice mucho de ella como persona. Y a nivel de juego, es la típica jugadora con la que tienes que tener paciencia para indicarle las cosas, pero cuando lo acaba cogiendo es un filón. Le tienes que dar tres indicaciones, pero lo demás te lo hace ella por las condiciones que tiene. Este año tuvimos mucho feeling. Se apoyó mucho en mí a nivel táctico, mi información le ayudaba mucho y pasamos muchas horas hablando.

-¿Cómo veía al Dépor desde fuera?

-Una maravilla. Un equipo alegre y atrevido. Fue un bálsamo para el fútbol femenino porque estábamos yendo hacia un fútbol muy amarrategui. El fútbol de Manu, que era el entrenador de entonces, era una maravilla para el espectáculo. Generar un atractivo al espectador para que venga y se divierta era buenísimo. Marcaba muchos goles y también los recibía, pero es que jugaban a pecho descubierto. Era súper súper divertido. Ese Dépor lo recuerdo como si fuera ayer. Luego la temporada siguiente los resultados no le acompañaron al principio y como el fútbol es un deporte en el que las rachas afectan a lo anímico, cuesta remontar. Pero la propuesta era súper atractiva, con la que yo comulgo mucho. Nos regalaron muy buen fútbol. Ese año del ascenso del Dépor a Primera y luego la primera temporada que hacen en la élite quedan ahí. Todo el mundo al que le guste el fútbol femenino se va a acordar siempre de ellas. Y más allá de ser el equipo revelación y de su clasificación, sino por cómo jugaban.

-El artífice de aquello, Manu Sánchez, está en el paro. Lleva un año sin equipo.

-Es que esto es así de ingrato. Alguien podría decir que es que tuvo muy buenas jugadoras, pero la realidad es que él las ayudó a estar donde están ahora. Y eso es muy diferente. Para un entrenador no es solo lo que dejas a nivel de resultados, sino la evolución y el camino que haces con tus jugadoras. Eso te lo quedas para ti. Si yo fuera Manu me sentiría con una satisfacción enorme por tener a esas jugadoras donde están ahora. Las tres de la Eurocopa [Tere, Athenea y Misa], las de la Real Sociedad [Iris y Gaby], Nuria Rábano que acaba de fichar por el Barça... Eso no es casualidad. Es fruto de mucho trabajo. Yo si fuera directora deportiva en algún club sería ese perfil de entrenador el que tendría siempre presente. Además de tener la impresión de que me parece un buen tipo, ¡hostia!, es que hace mejor a las jugadoras. No es solo una cuestión de ganar partidos para ponerme una medalla. Es que ves que es un entrenador que quiere hacer crecer el equipo que tiene. Y sin entrar en estilos, es que además hace un fútbol que es el que necesita el fútbol femenino. Pero bueno, son momentos, le saldrá otra oportunidad y seguro que lo hará bien.