Nadal liquida a Van de Zandschulp y ya está a tres triunfos de ganar Wimbledon

Invencible en tierra, temible en pista dura y camaleónico en hierba, Rafa Nadal otea a tres pasos una proeza: encadenar en la misma temporada los títulos de Australia sobre cemento, de Roland Garros sobre arcilla y de Wimbledon sobre césped. Tres de los cuatro templos del tenis. Solo hay un precedente desde que lo hizo Rod Laver en 1969 —además, el australiano luego se hizo con el US Open—, el de Novak Djokovic la temporada pasada. Al desafío del serbio —que no pudo redondear después en Nueva York—, responde ahora un rejuvenecido Nadal, a sus 36 años. Vuela sobre la catedral del tenis gracias a la ciencia, y el valor de una técnica, la radiofrecuencia pulsátil, que le ha aliviado la lesión crónica que desde el año 2005 le produce un dolor en el pie izquierdo que le amarga continuamente. El cuarto paso de los siete que implica ganar un grand slam —22 lleva, más que nadie en la historia de su deporte— lo ejecuta con solvencia frente al holandés Botic van de Zandschulp. El español resuelve en tres sets, por 6-4, 6-2 y 7-6 (6) ante un rival de escasa experiencia en las rondas importantes —su mejor resultado, los cuartos del US Open del 2021—. Cada día que pasa, después de dos faenas discretas, avanza más firme en Londres.

Nadal controla el partido de octavos de final a partir del resto. Un arma imprescindible en la hierba, tan necesaria como su otra cara de la moneda, el servicio. Un arte, el de contestar zambombazos, obligatorio para hacer frente a contrarios que sirven desde una atalaya de 191 centímetros de altura. Cuando Van de Zandschulp falla el primer saque, sabe que contra este rival está perdido. Sucede como si ya no jugase en hierba, el refugio de los sacadores. Un dato elocuente lo constata. Con sus 37 segundos servicios, el holandés apenas gana 16 ridículos puntos, un pobre 43 %.

Ahí empieza a ganar Nadal su cruce de octavos de final. Logra el correspondiente break con 5-4 a su favor para cerrar así el primer set. Se regala algo más de tranquilidad en el segundo al romper el servicio de su rival ya en el segundo juego. Y la tercera manga la estira hasta el desempate después de desperdiciar un juego al saque con 5-3. El español —campeón en la catedral en el 2008 y el 2010— se verá este miércoles en cuartos con el estadounidense Taylor Fritz, que este lunes superó al australiano Jason Kubler por 6-3, 6-1 y 6-4. Aunque, si levanta más la vista, el cruce que echa chispas sería el de semifinales, contra el ganador del duelo entre el maleducado Nick Kyrgios —verdugo en cinco sets de Nakashima— y Cristian Garín —quien se deshizo de Álex de Miñaur en otro pulso maratoniano—. Este martes quedará aclarada las semifinal de la parte alta del cuadro, con los partidos Novak Djokovic-Jannik Sinner y David Goffin-Cameron Norrie.

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