Fitzpatrick y Zalatoris, un soplo de aire fresco de golf natural

Manuel Piñero

DEPORTES

Aaron Doster | REUTERS

Tanto el ganador del US Open, apoyado por un cadi con el que tiene la complicidad ideal, como su rival del domingo, brillan por su juego alegre

20 jun 2022 . Actualizado a las 16:52 h.

El US Open ha ofrecido un espectáculo formidable. The Country Club, en Brookline (Boston) ha sido uno de los mejores escenarios del torneo al menos en los últimos ocho o diez años. Con una preparación como corresponde a la USGA, la organizadora, con un recorrido difícil, en el que se ganó con solo seis bajo par, pero espectacular para competir y exigir lo mejor de los aspirantes al título. Y, además, vimos un duelo precioso en el partido estelar. Tanto Matt Fitzpatrick como Will Zalatoris ofrecieron un golf de alto nivel, presionados por delante por Scottie Scheffler.

Tanto Fitzpatrick como Zalatoris, pese a su juventud —ninguno ha cumplido los 30 años— suponen un soplo de aire fresco porque practican un juego muy natural, muy de la vieja escuela. No son profesionales tan mecanizados, con tantos automatismos, tics o amaneramientos como muchos de los jugadores emergentes. Ellos compiten al viejo estilo, con una facilidad tremenda. Juegan rápido, estudian el golpe, pero no tardan en ejecutarlo una vez que toman la decisión. Se ponen en la pelota y le pegan. Y eso es bueno para el golf, para tener un deporte ágil, por el efecto imitación que suponen las modas de los mejores jugadores.

Zalatoris tuvo un arranque malo el domingo. Pero su manera de recuperarse dice mucho de su capacidad competitiva. Porque no ha ganado todavía ningún torneo del PGA Tour. Y normalmente, en ese contexto, tener un comienzo tan irregular el domingo, te pesa. Él no se descompuso.

Fitzpatrick juega muy valiente, conoce muy bien su juego y domina todos los golpes. Es muy completo. De entrada se nos vienen a la cabeza su putt en el 16, y su salida de búnker del 18. Ambos fueron clave en su victoria. Y un detalle importante. Compite con un buen cadi como Billy Foster. Lo conocí bien cuando yo terminaba mi carrera y él empezaba la suya, porque mi cadi, Jimmy Cousins, le enseñó gran parte de lo que sabe.

El valor de un buen cadi pocas veces se reconoce. Y, por la gestión de las situaciones difíciles, creo que Fitzpatrick tiene un complemento magnífico en Billy Foster. Lo vimos en un momento de enorme importancia en el 17. Cuando tiró un putt cuesta abajo que se le escapó por muy poco, después de tirarlo con algo de miedo. Lo primero que hizo el jugador fue echarse a reír con su cadi. Esa complicidad para gestionar las situaciones que se presentan durante los grandes torneos resulta fundamental.

Al margen del valor técnico del cadi, para leer caídas y medir distancias, tener notas de cada hoyo, ayudar a la elección del palo... Al margen de todo eso, debe saber cómo es el jugador, cómo se siente en cada momento. Esa complicidad es fundamental para saber qué piensa, siente y cómo sufre.

Volviendo a mi experiencia con Billy Foster. Lo conozco desde que tiene 14 o 15 años. Mi cadi, Jimmy Cousins, le enseñó la profesión, y lo tuvo durante un tiempo en cierto modo bajo sus enseñanzas.

Hace un par de meses, un hermano suyo, de Billy Foster, el cadi de Fitzpatrick, estuvo aquí, en el campo de La Reserva, en Sotogrande. Esta semana lo recordé. Parece increíble que un cadi tan bueno como él no hubiese ganado todavía un grand slam, pese a haber trabajado con jugadores de mucho nivel

Antes de empezar conmigo, Jimmy Cousins trabajaba con Peter Alliss, una leyenda del golf. Hombre ryder de enorme clase, que terminaba su carrera y luego se convertiría en la voz del golf, el mejor comentarista de siempre en la BBC y Sky. Después pasamos juntos los 18 años de mi carrera profesional.

Rahm, huérfano de «putt»

Jon Rahm estuvo en la pelea hasta el último día, cuando le faltaron algunos golpes. No tuvo su mejor día el domingo, pese a que pegó muy bien el driver. Casi siempre ponía la bola en su sitio desde la salida, pero luego no estuvo fino con los hierros ni con el putter.

Lleva unos meses en los que no está muy fino en el putt. Pero quizá lo que más le penalizó fue la falta de precisión con los hierros en los segundos golpes. Se quedaba corto, como si no tuviese en cuenta que ayer el día estaba más frío y la bola vuela menos, algo que él, seguro, sabe de sobra.

McIlroy, cerca

Al margen del partido estelar, Scheffler y Rahm, Mclroy fue el gran animador del torneo, llegando desde atrás. en los últimos 9 hoyos tuvo una pequeña oportunidad, aunque falló algunos golpes que le hubiesen metido de verdad en la pelea. Una pena.