Adiós a Julio Jiménez, el escalador que emocionó a Anquetil

Carlos de Torres MADRID / EFE

DEPORTES

Fotografía de archivo del ciclista abulense Julio Jiménez, en Eibar en abril de 1965
Fotografía de archivo del ciclista abulense Julio Jiménez, en Eibar en abril de 1965 EFE | EFE

El exciclista abulense, ganador de doce etapas entre el Tour, Giro y Vuelta y mejor escalador en las grandes rondas gala y española, falleció este miércoles a los 87 años de edad a raíz de un accidente de tráfico

08 jun 2022 . Actualizado a las 16:27 h.

Julio Jiménez, una de las referencias históricas del ciclismo español, el escalador que dejó su sello en el Tour, Giro y Vuelta con gestas en agónicas subidas y temerarias bajadas, falleció en la madrugada de este miércoles en el hospital Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila al no superar las lesiones que sufrió en un accidente de tráfico el día anterior. Un suceso en el que también resultaron heridos otros dos octogenarios, al colisionar el vehículo en el que viajaban contra una pared.

El relojero de Ávila, como se lo conocía en el mundo del deporte, tenía 87 años y una leyenda ciclista tras de sí, pero su bondad y su sentido de la amistad probablemente fueron muy superiores a su palmarés como corredor, donde, entre otros logros, firmó cinco victorias de etapa en el Tour de Francia entre 1959 y 1969, con tres reinados de la montaña en la gran carrera gala, otras cuatro etapas en el Giro de Italia y tres en la Vuelta a España, donde hizo triplete como mejor escalador.

En aquellos tiempos duros, el aprendiz de relojero se hizo profesional del ciclismo a los 25 años, en 1959, la temporada en la que Federico Martín Bahamontes se convirtió en el primer español en ganar el Tour de Francia. Julio Jiménez comenzó a destacar ya en 1960 con sus primeras victorias y en 1962 fichó por el equipo belga Faema, donde había corrido anteriormente Bahamontes y en cuyas filas obtuvo 4 victorias.

Brilló en el Kas y le llamó Anquetil, quien fue su amigo

En 1964 el abulense recaló en el Kas, dirigido por Langarica, y llegó su explosión. Fue séptimo en el Tour, donde debutó con 30 años y dos triunfos de etapa, y quinto en la Vuelta, con título de la montaña y dos etapas ganadas. Además, se proclamó campeón de España en ruta.

Su capacidad para la escalada se reflejó en 1965 con el premio de la montaña en Tour y Vuelta. De inmediato pasó al equipo de Jacques Anquetil, cinco veces ganador del Tour, con el cual forjó una gran amistad.

La cima de la carrera de Julio Jiménez llegó en 1966. En el Giro de Italia lució la maglia rosa 11 días, pero finalmente fue cuarto de la general y segundo en la montaña. «Aquel año Anquetil me dijo que dejara la maglia rosa para que controlaran otros equipos y luego recuperarla. No le hice caso y me arrepentí porque por eso perdí la carrera», comentó en su día el escalador español.

Su mejor puesto en el Tour de Francia, segundo clasificado, lo firmó en 1967, año en el que se implantó la participación por selecciones nacionales en lugar de por equipos. En 1968 ganó dos etapas en el Giro y se clasificó décimo, y en 1969 se retiró del mundo profesional tras 10 años en activo.

El Ventoux, el recuerdo de Simpson y el baño de agua fría

El 13 de julio de 1967, «El relojero de Ávila» coronó en solitario la cima del Mont Ventoux y se dirigía a la meta de Carpentras. En el llano le capturó el grupo de perseguidores y el triunfo se lo llevó el holandés Jan Janssen.

Por detrás se había consumado la tragedia. Tom Simpson, nacido el 30 de noviembre de 1937 en Haswall, dio su última pedalada en el horno del Ventoux, en cuya cuneta una escultura aún recuerda una muerte que heló la sangre del pelotón.

Julio aquel día tuvo una pena doble que comentó en su día con EFE. Perdió la etapa y a un amigo: «Hacía un calor horrible, pero nos quedamos todos helados. Había compartido escapadas con él y manteníamos una buena relación. Era campeón del mundo, una gran persona y un gran corredor. Le recuerdo como un tío majo, pero muy callado, muy inglés», rememoraba Jiménez, quien coincidió con Simpson en viajes y en varios criteriums. 

Lo más doloroso fue la muerte de Simpson, pero el episodio del cubo de agua fría perduró en Julio Jiménez para siempre. La etapa era suya, pero algo raro sucedió: «Iba subiendo escapado y me alcanzó Poulidor, con quien tenía que discutir la etapa. Mi director, Langarica, me dijo que le atacara, y en ese momento, a cien metros de la pancarta, salió un espectador de la cuneta y me tiró un cubo de agua fría en el estómago. Me descolocó por completo y el francés aprovechó para esprintar y ganar. Cogí un cabreo tremendo».

Era una de las mil batallitas que contaba el entrañable Julio Jiménez, para siempre un rey de la montaña, pero ante todo un hombre bondadoso, dispuesto siempre a ayudar, quien desplegó su experiencia como comentarista de radio. «He coincidido con Julio muchas veces en diversos actos, era un hombre muy afable, siempre contaba sus batallitas, y explicaba perfectamente lo difícil que era triunfar fuera de España en aquella época [...] Era un hombre que vivió la vida a su manera y deja un legado en lo personal y deportivo muy importante [...] «Es uno de los ciclistas que allanaron el camino para los que llegamos después, como también lo hicieron otros corredores como Ángel Arroyo» comentó de Julio Jiménez su paisano Carlos Sastre, ganador del Tour 2008 y consternado por la noticia del fallecimiento. El ciclismo español se queda sin uno de sus grandes referentes. Un grande.

Condolencias y dos días de luto oficial

José Luis López Cerrón, presidente de la Real Federación Española de Ciclismo, declaró a EFE tras conocer el fallecimiento de Julio Jiménez que «se nos va uno de los grandes del ciclismo, un referente de nuestro ciclismo».

La corporación municipal del Ayuntamiento de Ávila ha decretado dos días de luto, en los que la bandera de la ciudad ondeará a media asta en los edificios municipales, por la muerte de su vecino Julio Jiménez. Además, el Consistorio ha informado en nota de prensa que como «homenaje a su figura», a lo largo de la tarde se instalará la capilla ardiente por El relojero de Ávila en el céntrico palacio de Caprotti para que los abulenses que lo deseen puedan dar su último adiós a «uno de los mejores escaladores de la historia».

Desde el Ayuntamiento de Ávila se ha lamentado el fallecimiento de Jiménez, al mismo tiempo que ha trasladado sus condolencias a familiares y amigos.