Djokovic, favorito
Por segunda vez, especificó el español, su rival más habitual es favorito en este escenario, al igual que en el 2015, cuando Djokovic venció por vez primera sobre la arcilla de París a un Nadal mermado físicamente. «El resto de los duelos o yo era un poco más favorito o estaban al 50-50», señaló.
El guion se parece bastante ahora. El español llega sin rodaje sobre tierra batida, mermado por las lesiones que le permitieron solo jugar en Roma, donde su lesión en un pie le impidió competir en plenitud.
El choque estelar llega demasiado pronto, sin que su tenis haya tenido tiempo para engrasarse, con dudas tras haberse visto zarandeado en octavos por el canadiense Felix Auger-Aliassime, que, por tercera vez en su carrera, le obligó a jugar cinco sets en Roland Garros.
Todo lo contrario que el número uno del mundo, imperial en cada uno de sus cuatro duelos anteriores, sin perder un set, sin ningún síntoma preocupante. El serbio persigue la tercera corona en París y, de paso, igualar a 21 grandes con Nadal precisamente en el escenario que más gloria ha dado al español.
Todos los indicadores apuntan a un triunfo de Djokovic, el 31 contra Nadal, el tercero en los diez duelos en Roland Garros, el noveno de 28 sobre tierra batida, el segundo consecutivo tras la semifinal del año pasado en la Philippe Chatrier.
Pero las estadísticas son relativas entre esos dos contendientes, sobre todo cuando Nadal ha dado ya pruebas de renacer cuando se le daba por muerto.