Fede Valverde, el pajarito ya quiere ser halcón

DEPORTES

AFP7 vía Europa Press

El rendimiento del uruguayo provocó que Ancelotti tuviera que mudar su discurso

28 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Carlo Ancelotti llegó al Real Madrid convencido de que el 4-3-3 sería la mejor fórmula para sacarle rendimiento a la plantilla. Lo removió en sus inicios, hacia el 4-4-2, pero en octubre dio el capítulo por zanjado. «Aquí hay que jugar 4-3-3, no hay otra manera». El 25 de ese mes, Federico Valverde (Montevideo, 1998) se lesionó contra el Barcelona. Un mal apoyo en un salto con Piqué lo dejó tres semanas fuera. Cuando regresó, había perdido el sitio. En los cuatro partidos siguientes, apenas sumó 50 minutos. En la ida de los octavos de final, ante el PSG, Carletto insistió. «¿En París? 4-3-3» Valverde jugó ocho minutos. Sería el punto de inflexión. Fue titular en la vuelta y desde entonces lo ha sido en todos partidos de la Liga de Campeones. Hoy repetirá en la final ante el Liverpool. Valverde ha roto los esquemas de Ancelotti.

Renovado hasta el 2027 por el Madrid, al que llegó en el 2015 como sub-17 procedente de Peñarol, Valverde buscó desde el Castilla en el Deportivo —al que llegó cedido la campaña 2017-18— un punto de inflexión. «Pepe Mel tenía confianza en mí, pero yo no estaba bien». El técnico, al que despidieron en octubre y relevó Cristóbal Parralo, lo comparó con Toni Kroos. «Tiene más zancada». El pajarito jugó 25 partidos en A Coruña pero no rindió lo que esperaba.

El niño del pañal

El apelativo a Valverde le viene de su tierna infancia. Su padre, Julio, estuvo empleado en un casino. Su madre, Dori, se ganaba la vida con la venta al menudeo de ropa y juguetes. Fede nació en plena crisis, en época de carestía. «Nos criamos mirando a nuestros papás pelear por un plato de comida y eso se refleja en nuestro fútbol. Cuando estás jugando, te vienen esos momentos de tu mamá o tu papá sin comer un día, trabajando más de 12 horas… Tienes que salir al campo y romperte el alma por ellos, por tu familia en casa. Es bonito volver de un partido con la cara cubierta de tierra, el pelo lleno de barro y las botas llenas de piedras», contó sobre aquellos inicios.

Fede se entretenía pegando con la pelota contra una pared en la casa familiar. «Un día vino un señor de un club y lo miró con el pañal puesto. Me dijo que todavía era muy chico. Le pedí que se lo llevara para que corriera», recordaba su madre en una entrevista. Ese club era el Estudiantes de la Unión, en su barrio de Montevideo. Un día estaba jugando un amistoso con Danubio, marcó un gol, se sacó el pañal y empezó a correr. Luego venía gente a verlo los domingos». A los nueve años lo reclutó el Club Siete Estrellas, una de las academias de fútbol más relevantes de la capital. Y uno más tarde, lo requirió Peñarol.

«¿Eres la mamá de ese niño flaco que vuela»?, preguntó un ojeador a Dori. Así nació su apodo. «Cuando era pequeño me llamaban pajarito porque un entrenador me decía que cuando jugaba al fútbol volaba», recordó Fede recientemente. «Pedí que lo trajeran al club. No podíamos ficharlo todavía por temas legales. Tuve que esconderlo un año. Estuvo meses que no jugó en ningún lado, lo tuve casi raptado. Y después lo fiché», contó Néstor Gonçalves, técnico de la escuela de formación de Peñarol.

El pajarito despegó. Internacional absoluto con su país —con el que ha jugado 39 partidos— Valverde se transformó durante su último periplo con Uruguay y fue clave para el Madrid en las eliminatorias contra el Chelsea y el City. «Creció el pajarito y ya se volvió un halcón. Me siento preparado de cabeza y cuerpo para ser el halcón y demostrar mi valentía aquí en el Madrid». Hoy quiere otra presa.