Guardiola vestía de negro

José Luis Losa PATROCINIO-SANTANDER

DEPORTES

CARL RECINE | REUTERS

05 may 2022 . Actualizado a las 19:23 h.

Vestía Guardiola de negro. Como la viuda de la película de Truffaut. O como el existencialismo made in Hollywood de Funny Face. El infierno son los otros. El Muro de las Lamentaciones del Bernabéu. Lo sabía bien Pep. Él conocía como ningún otro —nada que ver con Pochettino o con Tuchel— a lo que se iba a enfrentar, que era a mucho más que a un partido de fútbol. Lo vivió como jugador e incluso antes, de crío, desde que vio en la televisión a Pirri clavarla en las mallas altas de la meta del Monchengladbach. Como mago en el banquillo de su Barça disfrutó profanando el templo con aquel 2-6 en respuesta a Mourinho, el Doctor No que contrataron para embarrar. Y ganando casi siempre en el Bernabéu sin respeto a la Historia o al Mito. Fueron días felices. Y cuanto más pasa el tiempo, más se ven como revolucionarios. En el choque de ayer planteó Pep el partido perfecto. Si en Mánchester aprendió que el carrusel de luces y fútbol avasallador no era la solución, en Madrid metió el partido en la nevera. Cerró la tómbola, conocedor de que en esos lances la Muñeca Chochona siempre le va a tocar a los blancos. Fue capaz de desdibujar ese foso de los leones y de ir desgastándolo. Con un jugador prodigioso como Bernardo Silva a los mandos, fue descomponiendo esa alquimia que maneja el enemigo. Obligó al Madrid a mirarse a sí mismo. Y de tanto reflejarse en el espejo de una imagen congelada, la famosa épica del Madrid devino retórica. O sea, la Nada.

Pep bordó su tarea de agonista hasta la perfección. Embolsó la pompa y circunstancia de ese cielo o infierno llamado Santiago Bernabéu. Pero da igual. De pronto, en un partido ya cerrado, se produce el pandemónium. No se trata de fútbol. Para mí que en este juego, que muchas veces tiene tanto de tragedia griega, existe un Deus ex machina que mueve los hilos y se ríe de todos los que no participan de su fantasmagoría. No es algo muy digestivo. Puede generar saltos de luz en el equilibrio mental de mucha gente. Tengo una amiga que en su vida diaria se produce siempre de manera híper racional y que ayer había depositado una foto de Benzema en el congelador, metida en un frasco de mojo picón. Por ver si el sortilegio bárbaro tenía lagunas. Para los que amamos el fútbol y somos agnósticos, este estado de trance millonario remite a Lourdes. Y qué quieren que les diga, este Tiovivo 1950 del Real Madrid gira y gira. Y uno piensa: pues que se queden con la Chochona.