El partido de sus vidas

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El entrenador del Betis, Manuel Pellegrini
El entrenador del Betis, Manuel Pellegrini MARCELO DEL POZO | REUTERS

24 abr 2022 . Actualizado a las 01:15 h.

Pellegrini y Bordalás jugaron el partido de sus vidas. El chileno, que entrenó antes en la Liga al Villarreal, el Madrid y el Málaga, levantó su primer título, pero sobre todo respaldó de la mejor manera su aureola de técnico sin aspavientos para equipos vistosos no caducase antes que su melena plateada. Algo parecido le ocurría al Real Betis, quinto en esta Liga a cuatro puntos del Atlético, pero fastidiado hasta el agotamiento de los chistes por su eterno rival y vecino, instalado este desde hace años en una élite con la que los verdiblancos sueñan a partir de ahora. Nadie lo abrazó más a este título que Borja Iglesias, el mejor de la final y pichichi copero con cinco goles, incluido el que a punto estuvo de agujerear la portería che del mismo ímpetu con el que el gallego cabeceó. Solo cuando Fekir y Bellerín se aliaron, como en el tanto, disfrutó el delantero, con menos socios de los que deseaba. Sustituido en la prórroga, Miranda lo hizo llorar de alegría.

Bordalás llevaba toda una carrera esperando un partido como este. Con un currículo forjado en las catacumbas del fútbol, antes que monje en esta final de Copa, encalleció las manos cocinando para equipos del montón, subiendo a Segunda hasta por dos veces y multiplicando panes y peces a diario. En su camino hacia Sevilla, uno de los que más le discutieron fue el Arenteiro de Fran Justo, al que había doblegado en 120 minutos ausente el engominado preparador por culpa del covid. El Valencia, discreto décimo clasificado liguero, salió a la final con cuatro centrales, tres en defensa más Guillamón (goleador aquel día en Espiñedo), y a este no lo retiró hasta que el Betis amenazó con atropellarlo al final de la segunda parte. Duro de pelar, solo el error de Musah en los penaltis lo condenó.