Las diferencias contractuales provocaron represalias y David dejó de jugar. «No fue fácil para él. Yo estaba muy preocupado. Lo pasé fatal, sufría, y mi mujer más. Estuvimos casi un año con estas vueltas. Él chaval lo pasó muy mal. No fueron señores, se pasaron mucho. Ya no conmigo, que podrían pelearse con su padre. Lo hicieron con el chico. Fueron mezquinos, barriobajeros. Quedé muy descontento. Llegó un momento en el que lo tuvimos muy claro. Era insostenible, como padres no lo podíamos permitir. Teníamos que proteger a nuestro hijo a toda costa», sostiene Vilán.
En aquel momento, varios clubes se habían interesado ya por llevarse a David. Entre ellos, el Atlético de Madrid. «La decisión la tomó él. No su padre, ni su madre. Nos reunimos con ellos. Así como David se sentó en el coche me dijo: ‘Lo tengo claro ya’. A esa edad, con 17 años, él tiene que aportar sus ideas, saber lo que quiere. La gente puede pensar que son los padres los que se meten. En este caso no. Yo no quería que el día de mañana me pudiera echar en cara que acabó allí por culpa mía. Estaba viendo que con todo eso lo estaba pasando fatal y le afectaba también en los estudios. En Madrid consiguió levantar toda una evaluación», añade el padre del futbolista. «Es un club grande, pero funciona de forma muy familiar. La propuesta deportiva era buena. No me costó decidirme», mantiene David. Firmó por cinco temporadas. Ahora cursa Administración y Dirección de Empresas.