Merecido: el penoso personaje de Djokovic devoró al deportista

DEPORTES

CHRISTOPHE PETIT TESSON

16 ene 2022 . Actualizado a las 09:22 h.

Proclama una extraña filosofía de vida cuando en realidad en la pista llega a comportarse como un arrogante poseído, amplifica teorías anticientíficas como el peor cuñado de barra de bar, deja que su entorno fabrique un discurso victimista y nacionalista alrededor de su figura, se pasea en actos pese a saber que está contagiado por coronavirus, miente en su declaración de entrada a un país del que pretendía conseguir una excepción especial para acceder sin estar vacunado. Y permite que durante meses el personaje devore al tenista, encumbrado por un extraño conglomerado de ultras y negacionistas como el símbolo de la falsa libertad que pregonan. En eso se convirtió Novak Djokovic en los días previos al Open de Australia, como demuestran las imágenes de las concentraciones de cientos de exaltados junto a su hotel o las instalaciones del torneo. Y por eso, por todo su conjunto de despropósitos que rodean su posición ante la pandemia, se convierte en un peligro, un símbolo de quienes complican la salud pública del país. Así que su expulsión está muy merecida.

Ni el trato de las autoridades australianas ni el proceso para expulsarlo del país fueron discriminatorios. Más bien al contrario. Permaneció recluido en el hotel donde las personas en su situación esperan su veredicto, y, en cambio, con todo su derecho, como deportista rico disfrutó de un equipo de abogados de primer nivel que, aún así, perdió por unanimidad su último partido.

Pobre deportista, engullido por un penoso personaje.