Javi Vega, capitán del Leyma: «La LEB Oro está muy apretada, hay que disfrutar el momento»

DEPORTES

EDUARDO PEREZ

Ha vivido casi todo en el básquet, incluso el 3x3, del que dice que ahora es para valientes

04 dic 2021 . Actualizado a las 18:20 h.

Javier Vega Merayo (Leganés, 1988) es uno de los tres capitanes del Leyma, junto con Álex Hernández y Zach Monaghan. Y reflexiona con pausa, después de romper la mejor racha histórica de victorias en la LEB Oro y el parón previo a la visita a la cancha del Lleida, rival directo (domingo, 12.30 horas, LaLiga Sports TV).

—¿Cómo se encuentra?

—Estoy encantado. A Coruña es muy buen sitio para jugar. El proyecto es bueno, y la vida, tranquila.

—¿A pesar de que parece que la exigencia del ascenso planea siempre?

—Esta Liga es muy larga y complicada. Hay varios equipos que pueden subir, pero antes no había tan claros rivales como Granada y Estudiantes, porque el Breogán no era el Estudiantes y el Granada ha crecido. Además, está Palencia. Está difícil. Somos uno de los candidatos a cinco mejores. Y la final four es un cara o cruz. Puede pasar cualquier cosa. Claro que, también sorprender a un partido es más fácil.

—Vuelvo a la exigencia del Leyma.

—Está basada en la ilusión, no es tóxica. Estamos cerca del año pasado, cuando igualamos la mejor temporada. El club está en progresión. ¿Presión? Ninguna. Solo la de competir y dar buena imagen. Por talento, deberíamos estar arriba, así que hay que vivir y disfrutar el momento.

—El entrenador, Sergio García, dijo sentirse decepcionado con los veteranos tras la derrota contra el Oviedo. ¿El capitán debe elevar el tono en el vestuario?

—Todos somos mayorcitos y no deberíamos tener que decir nada a nadie. En este equipo hay doce capitanes, aunque yo, como veterano, es cierto que debería predicar con el ejemplo y orientar a los jóvenes.

—Pero el técnico echó en falta que asumiesen más responsabilidad.

—Eso es algo innato y debería salir de nosotros. Ante el Oviedo hubo una desconexión y un cúmulo de circunstancias. Era un partido trampa. Fue un caso puntual. Nadie estuvo acertado. Yo mismo no estuve muy centrado. Mi abuela había fallecido esa misma mañana y mi ánimo no estaba al máximo.

—¿Cómo espera el partido ante el Lleida?

—Será complicado. Están como nosotros en la clasificación. Esto son rachas y momentos. Como pasó con el Cáceres, cuando nos enfrentamos a ellos, que también estábamos igualados. Además, tras el parón, más la derrota ante el Oviedo y el viaje en bus de once horas... aparte de que, si pierdes, te alejas. Esto está muy apretado. El Estudiantes, gran favorito, perdió en Azpeitia.

—Es que es muy complicado ascender a la ACB.

—Recuerda al CAI, que parecía que tenían una maldición y crearon la plaza de ascenso directo casi por ellos. Y si antes era complicado por los condicionantes económicos, ahora la igualdad deportiva es la clave.

—Más sorpresas como el fichaje de Marc Gasol.

—Es que ya con eso, y yendo de menos a más, son candidatos al ascenso. Mejor 5 que Gasol al 80 % no hay. Con poco que hagan, van a ser candidatos a todo. Yo no quiero que me fastidie el ascenso, pero su llegada es buena para la liga y para el aficionado. Arrastrará público.

—Una excepción a la regla de que siempre giran los mismos en la rueda de la LEB Oro.

—Bueno, es que hay una clave fiscal que es fundamental en ese hecho, aunque yo soy de proyectos, me involucro mucho. En Burgos, en Fuenlabrada y aquí. En el baloncesto de hoy en día cada vez quedan menos jugadores de club.

«Mi sueño era ser delantero centro»

El jugador del Leyma ya prometía desde edades tempranas. Ahora echa la vista atrás.

—Usted logró bronces europeos sub-18 y sub-20, uno con Claver como compañero y otro con Aranzana como entrenador. ¿Usted se veía en ACB?

—Tenía la ilusión, claro, pero lo veía lejos. Se presupone que estás en el camino y eres de los mejores de España en tu posición. Pero cuántos júniores de este nivel se quedan por el camino y están en EBA o LEB Plata. Hace falta suerte, no lesionarse, que alguien apueste por ti...

—¿Usted está satisfecho?

—Sí. Sin caer en la condescendencia, creo que trabajé bastante para ser profesional, o al menos es mi sensación. Si me retirase hoy, estaría contento.

—Aunque no haya sido futbolista.

—Ja, ja. Mi sueño era ser delantero centro, pero Dios me dio dos metros de estatura y había que aprovecharlos. Y ni tan mal. La primera vez, fui a baloncesto por hacer algo, que yo era de fútbol desde pequeño. Bueno, y de tenis y de natación. Pero ahora me encanta el baloncesto, y mis conocimientos son mayores, claro. Lo importante es que yo quería hacer deporte, por salud y por valores.

—Se ganó a la afición con su deportivismo de la época de Bebeto y Martín Vázquez...

—Bueno, y de Makaay y de Tristán, también... Mira si llego a decir que soy del Fuenlabrada y del Atlético... je, je... Fuera bromas, desde que veraneaba en Miño le tengo mucho cariño a A Coruña. Y, pudiendo elegir, era una de mis opciones preferidas. Tenía ganas, y a mi abuela más cerca (en Ponferrada). Hubo un momento en el baloncesto español en el que la prioridad para decidir era no ya cuánto te pagarían, sino si te pagarían. Pero ahora también miro la calidad de vida, que me valoren, me respeten y me dejen ser yo mismo.

—¿Le proporciona todo eso el Leyma?

—Es un club humilde, trabajador y con ganas. Tengo muy buena química con Sergio, con el que ya había coincidido. Y también tengo buena relación con Aranzana, que se fue justo antes de mi llegada.

—Ya la guinda a su carrera es el 3x3.

—Yo llevo jugando al 3x3 toda mi vida. Es el baloncesto del verano, de la calle, de los amigos. Y en esto que me dan un toque desde la Federación porque hay opciones de estar en los Juegos Olímpicos, me metí en serio y fue muy bien. Pero es otro deporte, como el pádel respecto al tenis. La forma del juego, los espacios... para desconectar está muy bien, aunque llega un momento en que son incompatibles. Es un aspecto que está por pulir. Ahora, solo los valientes se dedican al 3x3.

—¿Con qué vivencia se queda de toda su trayectoria?

—Con el ascenso a la ACB con el Burgos. Parecía un paso atrás en mi trayectoria, pero allí recuperé la ilusión. Era otra mentalidad. Venía de luchar por no descender de la ACB con el Fuenlabrada, siendo un jugador importante. Había mucha presión. Y en Burgos era como que no me conocían. Es el recuerdo más bonito, por simbólico. Y me llamaron de la selección, me da igual si había ausencias o no, pero me llamaron. El primer jugador que fue convocado militando en la LEB Oro. Fue un premio para mi. Fue un 14 de julio, ese mismo día en el que se confirmó el ascenso del Burgos. Fue la época más bonita.