Nadie más que Tiger sabe exactamente cómo se encuentra, qué puede todavía conseguir con la rehabilitación y lo limitante de las graves lesiones que sufrió en el accidente de coche que sufrió en febrero y obligó a los cirujanos a reconstruir su pierna derecha. Pero sus palabras son elocuentes a la hora de poner límites a su futuro rendimiento. Al mismo tiempo, se le ve feliz, contento al poder jugar en un campo de golf. Es fácil imaginar que lo ha pasado muy mal durante estos meses, incluido ese momento en el que él mismo reconoce que pudo haber perdido la pierna.
En este contexto, volver a competir, aunque sea sin grandes opciones de ganar —algo que nadie puede descartar porque hablamos de uno de los grandes deportistas de todos los tiempos—, es muy importante. Su regreso a un campo de golf será para Tiger Woods un gran triunfo. Y para el deporte del golf y la industria que hay a su alrededor es vital que regrese a un campo, que compita de forma esporádica, porque su mera presencia en los campeonatos, incluso aunque no los dispute, pero los arrope, encierra un valor enorme para sus compañeros y para la profesión.
Desde que Tiger no compite al máximo nivel, desde que dejó de ser fijo en los primeros puestos de los torneos, no hubo un jugador que ocupase su espacio, sino varias estrellas que acaparan el protagonismo de forma intermitente. Veo muy difícil que en los próximos años alguien tenga un impacto similar al suyo, por su dominio del juego y también por su carisma. Él arrasó por completo el golf durante más de una década. Solo Nicklaus lo hizo de una forma similar, e incluso durante más tiempo. Pero es muy difícil encontrar un deportista con semejante impacto y jerarquía. Los jóvenes vienen pegando fuerte, muy preparados, pero lo que venga ya no será un deportista descomunal como Tiger Woods. Fuimos y somos afortunados por poder disfrutarlo.