Adriana Cerezo: «Aún no sé qué quiero ser de mayor»

DEPORTES

A punto de cumplir los 18 años, la subcampeona olímpica en Tokio entrega su vida al taekuondo y a su carrera de Criminalística

22 nov 2021 . Actualizado a las 10:37 h.

La sonrisa de oreja a oreja con la que saltó al tatami de Tokio cautivó a todo un país. Ella fue la primera española en colgarse una medalla. Con solo 17 años, demostró una deportividad y un saber estar propios de un deportista experimentado. El próximo 24 se convertirá en mayor de edad, pero escuchar hablar a Adriana Cerezo (Alcalá de Henares, 2003) es oír hablar a una mujer con una madurez impropia. La vida le ha cambiado desde que se colgó la presea. La conocen por la calle, en medio del ritmo frenético en el que se basa su día a día. Disfrutó como nadie en Tokio y de ahí la sonrisa con la que saltó a la final Eso sí, todavía tiene clavada la espinita por no llevarse el oro.

—¿Sigue pensando en esos minutos finales del combate?

—La verdad es que sí. Todo el mundo me decía que con el tiempo lo vería de otra manera. Es mentira. ¡Cómo no voy a pensar en esos cinco segundos! Pero tengo que utilizarlos como motivación y sobre todo no olvidarlos para que no me vuelva a pasar. De todo se aprende y esto no va a ser menos.

—¿Cómo le ha cambiado la vida desde entonces?

—Muchísimo. Sobre todo por el tema de la exposición en los medios, que la gente me conozca por la calle… son cosas que nunca crees que te vayan a pasar. Lo demás, muy bien, vuelta a la rutina, a los entrenamientos, a la competición y a los estudios.

—¿Lleva bien que le reconozcan por la calle?

—Sí, tampoco me pasa muchísimo. Pero ya me ha sucedido varias veces. Creía que me conocían del instituto y de repente me dicen: ‘no, que te vi en la tele'.

—¿Tiene muchas manías antes de competir?

—No soy nada supersticiosa, pero cuando llegan los campeonatos sí. La forma que tengo de calentar, donde pongo las chanclas, el bucal, la cinta que llevo… son un montón de tonterías. Al final me ayudan un poco a mantener la concentración.

—Sorprendió la sonrisa con la que saltó al tatami de Tokio. ¿Es su forma de canalizar los nervios?

—No sé, yo hago taekuondo porque me encanta, porque disfruto y me encanta competir. Creo que una Olimpiada es una oportunidad que muy poca gente tiene la ocasión de vivir, hay mucho trabajo detrás. Una vez estás allí es para disfrutarlo. Ir a una Olimpiada para sufrir no era el plan. Salí contenta y después cuando vi las imágenes… Yo pensé que todo el mundo salía como salí yo y luego me di cuenta de que no.

—Ser subcampeona olímpica con 17 años, ¿le ha supuesto perderse muchas cosas?

—No considero que me haya perdido nada. Sí crees que estás eligiendo, te estás equivocando, porque quizá en un futuro te puedes arrepentir. Yo he elegido esto, porque es lo que me apetece. Nadie me obliga a ir a entrenar ni a hacer nada. Al revés, si un día no voy me puede dar algo. Se trata de disfrutar de lo que haces y de lo que te gusta. Cómo dice el refrán: ‘Sarna con gusto no pica'. Estoy muy contenta con mi decisión y creo que tengo la oportunidad de vivir cosas que muchos otros no pueden.

—Tiene que darle un poco las gracias a Jackie Chan y Bruce Lee.

—Sí, algo tienen que ver. Pero más a mis abuelos.

—¿Qué le dijeron esos días?

—Lloraban. No me acuerdo. Esos días apenas dormí nada. Después de la medalla me tiré no sé cuánto sin dormir. Mi abuela estaba contentísima, igual que mis padres.

—Acabó el Bachillerato antes de los Juegos con una notaza. ¿En qué se matriculó después?

—En Criminalística. Se trata del análisis de pruebas para resolver el delito.

—¿Qué quiere ser de mayor?

—No le puedo responder. Todavía no lo sé. Tenía claro que quería estudiar una carrera que me gustase, en la que estuviese a gusto, y la he encontrado. Estoy muy contenta.

—¿Cómo es un día normal en la vida de Adriana?

—Levantarme por la mañana. Ir a la Universidad. Si salgo un pelín antes y me puedo escapar, voy a entrenar y luego a comer. Estudio un rato hasta que me toque entrenar por la tarde, y al volver, ducha, cena y, si tengo examen, estudio un poco más y si no, veo un rato una serie y a dormir.

—¿Se puede compaginar bien el deporte de élite con los estudios superiores?

—Hasta ahora no he tenido problemas. En la Universidad intentaré no tener tanto estrés como en el instituto, porque siempre quería sacar las mejores notas y vivía a dos mil por hora. Pero bueno, me pasará igual, pero es compatible. Tardas lo mismo por la noche en ver en una serie que en repasar un rato. Al final es ponerle un poco de ganas y ya está. Es totalmente compatible.

—¿Qué serie esta viendo?

—Llevo desde antes de Tokio con Anatomía de Grey. Voy por la temporada 14.

—Todavía le queda.

—Sí me queda, sí. Es larga.

—La hacía más viendo «CSI».

—¡También! Ya la he visto. Y Castle. Ya he visto un montón. Tampoco crea que he sido muy friki de esas cosas… bueno un poco sí.

—La meditación también es importante en su concentración.

—Hago mindfulness todos los días. Habrá gente a la que le funcione y a la que no, que tampoco es una clave maestra. A mí me ha ayudado porque es el rato en el que libero mi mente y estoy en otras cosas más allá de lo que tengo que estudiar… Son quince minutos en los que intento no pensar en nada. Lo hago todos los días y me va muy bien.

—¿Necesito ayuda psicológica después de los Juegos?

—La verdad es que nunca he ido. Sí creo que es fundamental y muy importante, pero no he tenido ningún problema. Le he dado importancia a mi salud mental en el aspecto de respirar, de estar tranquila… y, por supuesto, en el momento que considere que necesito la ayuda de alguien será lo primero que haga. Pero también es verdad que es mayor el estrés que me puede generar el quitarme una hora y media a la semana para ir, porque a ver dónde la saco, que el beneficio que me puede dar.

—¿Cuál es el sueño por cumplir de Adriana Cerezo?

—Me gustaría hacer historia en el deporte. En el taekuondo, pero también a nivel general. No quiero ser recordada solo por haber ganado, sino por todo el proceso que he seguido hasta conseguirlo.