Luis Enrique, una idea, Unai Simón, Laporte y nueve más

DEPORTES

Raúl Caro

14 nov 2021 . Actualizado a las 23:18 h.

Luis Enrique tiene una idea de juego y no la cambia. Le da igual el rival y las circunstancias que envuelvan el partido. Quiere el balón, quiere robar rápido y quiere jugar el mayor tiempo posible en campo rival. Arriesga mucho, pero el equipo marea la pelota sin progresar, le cuesta ganar metros, apenas pisa el área y chuta muy poco entre los tres palos. Se aplica bien con la muleta, le falla la espada. Ecuación peligrosa.

Los primeros quince minutos fueron un monólogo rojo. Sin embargo el peligro lo pusieron los amarillos. A Suecia le bastó una conducción de Forsberg para ganar metros y chutar desde el borde del área con muy mala intención. Y de ahí al final, la única opción clara de gol volvió a ser visitante. Forsberg encontró línea de tiro dentro del área y su disparo le salió cruzado.

Luis Enrique tiene una idea, pero no tiene un once, sino un dos más nueve. Solo son fijos Unai Simón y Laporte. No parece muy preocupado por armar un equipo de los que se recitan de memoria, no le importa acumular entradas y salidas. Prefiere un grupo de soldados que se identifiquen con la causa.

Tampoco tiene un solista como puede ser Ibrahimovic en las filas suecas, uno de esos jugadores que son una amenaza porque en cualquier momento pueden frotar la lámpara y sorprender con una genialidad. Imponen solo con su presencia.

Esa España que va modelando Luis Enrique alrededor del balón solo chutó tres veces entre los tres palos. Y sorprendió a los remisos suecos muy al final, cuando dejaron espacio a la espalda en busca del tanto que los clasificase. En la selección del toque y el retoque decidió una conducción de Dani Olmo con un gran disparo desde fuera del área. Morata, atento, cazó el rechace y resolvió con frialdad.

España puede decir aquello de objetivo cumplido, porque ya tiene el billete para Catar. Pero se clasificó con poca gloria, con bastante sufrimiento, dejando la estela de ser un colectivo que puede ganar a cualquier rival pero también patinar ante adversarios con menos recursos. De hecho, está ofreciendo sus mejores prestaciones frente a selecciones de cuajo. Y sufre lo indecible ante las que se limitan a defender juntando futbolistas por detrás de la línea del balón.

Luis Enrique, que es de esos personajes que difícilmente podrían aspirar a entrar en el cuerpo diplomático, tiene ahora tiempo para seguir puliendo su proyecto y una oportunidad única para evitar polémicas estériles y suavizar ese punto de chulería que ni le ayudan a él ni al equipo.