—Por supuesto no colarse ahí es una decepción. Pero todo forma parte de un plan de dios y yo creo en eso.
—Y tras varias vueltas, acaba en la LEB Oro, ¿qué opina del nivel de la Liga?
—Creo que el nivel es muy bueno.
—¿Está usted por encima del nivel?
—(Ríe). No, no. Yo nunca diría eso. La Liga está muy bien y los hombres grandes son muy buenos. Es una gran competición.
—¿Y qué tiene que mejorar?
—Creo que mi tiro en suspensión. Diría eso.
—¿Y en defensa?
—Tengo que asumir los principios defensivos, ser disciplinado y entender bien los cambios en las marcas.
—¿Está encontrando muchas diferencias entre el baloncesto americano y el juego FIBA?
—Sí, hay diferencias. El baloncesto americano tiene menos movimiento de pelota, en eso es más divertido. Creo que nosotros somos más atléticos que vosotros. Son diferentes. Vosotros jugáis el juego [«you play the game», dice literalmente] y nosotros somos más físicos. Es la diferencia más grande.
—¿Es el baloncesto europeo más complejo?
—No lo creo. El baloncesto es baloncesto. Una vez lo entiendes, lo tienes.
—Justamente el Leyma es un equipo bastante atlético.
—Oh, sí, desde luego.
—Tiene compañeros americanos como Zach Monaghan, ¿ayuda compartir orígenes para forjar una relación más estrecha?
—Bueno, él es de Chicago y yo de Ohio, dos estados muy diferentes. Nuestros caminos nunca habían coincidido, pero el hecho de los dos ser de Estados Unidos hace que nos entendamos.
—Lo digo porque supongo que el carácter gallego será diferente al de Ohio.
—Somos de diferentes partes del mundo, pero estamos estrechamente vinculados por el deporte. Es divertido aprender junto a todos ellos.
—¿Cuáles es su perspectiva de futuro? ¿Qué quiere hacer en el baloncesto?
—Dejar que dios me guíe, es todo lo que quiero hacer. Jugar lo mejor que pueda durante el mayor tiempo posible para poder proveer a mi familia. Paso a paso.
—Le definieron durante su etapa en Michigan State como un «bulldog con zapatos de claqué», ¿está de acuerdo?
—Podría estar de acuerdo, soy duro y hábil con los pies. Me ha llevado mucho trabajo mejorar mis movimientos debajo del aro.
—Dio una exhibición ante Palencia, ¿siente que los rivales le vigilan en corto?
—Nos hemos enfrentado a distintos equipos que me han defendido de diferentes maneras. Depende del plan, no siempre ha sucedido así.
—A Sergio García le gustan las anotaciones repartidas, con usted eso es difícil.
—Yo no diría eso. Yo salgo al parqué y salgo a fluir. A coger rebotes, a jugar defensas y a meter puntos. A intentar ganar siempre.
—¿Le gustaría quedarse más años en España?
—Cualquiera que sea el plan que dios tiene para mí, yo lo cumpliré.
—¿No le genera inquietud dejar todo en manos de dios?
—No me siento preocupado por lo que pueda pasar. Me gano la vida con el baloncesto. No me genera estrés para nada. Trabajo, ¿qué?, ¿siete horas a la semana? Hay gente a nuestro alrededor que trabaja 60 u 80 horas a la semana. Estoy en una situación totalmente privilegiada. Estar donde estoy es una bendición.
—¿Y si dios le depara una grave lesión para mañana?
—Soy un ferviente creyente en Jesucristo. Trato de vivir bajo sus enseñanzas. Claro que sería complicado enfrentarse a eso pero yo siento que eso forma parte de un plan. En mi carrera ya me he roto una mano y fue duro. Pero hay razones para todo.