Rafael Martín Vázquez: «Me fui del Madrid porque no me sentí valorado»

DEPORTES

Integró la legendaria Quinta del Buitre y una gravísima lesión le impidió jugar en el Deportivo

08 nov 2021 . Actualizado a las 09:07 h.

El nombre de Rafael Martín Vázquez (Madrid, 1965) quedó grabado, junto a los de Sanchís, Míchel, Pardeza y Butragueño en la Quinta del Buitre, una generación que, además de títulos, logró permanecer invicta como local 121 partidos consecutivos. Un registro que ningún club en el mundo ha sido quien de igualar. A Martín Vázquez lo llamaron para hacer las pruebas de ingreso en el Real Madrid cuando jugaba en un colegio de curas, los Escolapios. Era infantil.

—¿Cómo fue aquel primer paso?

—Ese día no paró de nevar, costaba mucho hacer cada ejercicio, pero me seleccionaron. Con 15 años salí por primera vez de mi casa, a un Mundial en Argentina. Estuve un mes. Fuimos al campo del River. Disfruté mucho, pero por mi cabeza no pasaba ser jugador profesional, ni me planteaba ganar dinero. No teníamos agentes, el fútbol para los chavales era muy diferente al de ahora.

—Dos años después asombró en el Castilla y debutó con el primer equipo del Real Madrid.

—Me quedaba un año de juvenil y Amancio me llevó a hacer la pretemporada con el Castilla a Cabeza de Manzaneda. Teníamos un preparador físico yugoslavo —Miroslav Vorgic— que nos daba mucha caña. Nos entrenábamos tres veces al día. Al poco de llegar, me hice un esguince de tobillo. Amancio me quiso mandar de vuelta a Madrid pero el fisio lo convenció de que no, que serían unos días. Si me hubiese vuelto, la historia hubiese sido otra. Me quedé, fui titular y aquel filial deslumbró. Fue el germen de la Quinta. Quedamos campeones de Segunda División y eliminamos en la Copa del Rey al Betis y al Valencia. Juan Santisteban, que era el segundo de Di Stéfano en el primer equipo, nos llamó a Manolo Sanchís y a mí para que fuéramos a entrenarnos con ellos. Estábamos los dos allí, calladitos. Llegó la convocatoria y no solo entramos, fuimos titulares en Murcia. Fue la leche.

—Ganaron con gol de Sanchís.

—Estuvimos juntos 14 años. Al principio, él jugaba de delantero. Le llamábamos «Chupetín» porque no la soltaba. Luego fue retrasando su posición hasta acabar de central.

—Él se consolidó al año siguiente, a usted le costó bastante más.

—Terminó esa temporada y me fui a hacer el servicio militar. No estudiaba, como Sanchís, y no podía pedir prórrogas. Estaba haciendo unas maniobras en Tarancón, con la radio dentro de una tienda de campaña, mientras el Madrid jugaba la UEFA. Eso me partió mucho.

—Tanto que, cuando volvió, no consiguió encontrar su sitio hasta la temporada en la que su contrato se terminaba.

—Acababa en 1987 y hasta el último momento no me consolidé. Siempre salía del banquillo., me quemaba porque yo quería ser titular. Coincidió que a Valdano le diagnosticaron una hepatitis y tuvo que dejar el fútbol. Pensé que en ese momento llegaba mi oportunidad, pero el testigo lo cogió Juanito. En la semifinal de la Copa de Europa contra el Bayern le pisó la cabeza a Matthäus y lo sancionaron con cuatro años sin jugar en Europa. Ahí, al fin, llegó mi turno. Sin esas circunstancias, me hubiese marchado ya entonces del Madrid. Tenía ofertas del Atlético y del Barcelona.

—Hubiese dejado escapar cinco ligas y dos Copas de la UEFA.

—Faltó la Copa de Europa, se ve que no estaba para nosotros. La fórmula del éxito estuvo en la mezcla. Fíjate en aquella delantera, con Butragueño y Hugo Sánchez, dos tipos tan diferentes y tan complementarios. Hugo estaba siempre muy preocupado de su imagen. Llevaba en la cartera fotos suyas dedicadas para regalar cuando le pedían un autógrafo. Tenía dos asistentes personales. Todo eso, en aquella época, era revolucionario, nadie lo hacía. Fueron unos años increíbles.

—Sin embargo, no hubo acuerdo con Mendoza y se marchó.

—No me sentí valorado, no me dio a entender lo que suponía para el club. Me hubiera gustado que hubiese sido de otra forma, pero tampoco me arrepiento. Me fui al Torino, a la que era entonces la mejor liga del mundo, y marcamos una época en el club. También me tocó alguna experiencia amarga. Justo después de un partido contra el Madrid se mató Juanito. Unas horas antes estábamos él y yo charlando en el vestuario, que viniera a saludarme.

—Se fue a Francia, a jugar en el Marsella, y dio la espantada al poco de llegar. ¿Qué sucedió?

—Eso me gustaría saber a mí, nunca lo entendí. Llevaban mucho tiempo intentando convencerme para que fuera. Firmé por tres años y estuve dos meses. Me presionaron para que me fuera, para que aceptara la oferta que les había hecho el Madrid. Llegué a dudar si aquello estaba ya arreglado de antes porque no fue normal. Volví al Bernabéu y fueron tres años bastante buenos, aunque hubo gente que no lo aceptó, a un sector no le gustó mi vuelta.

—Volvieron a dejarse la Liga en la última jornada en Tenerife.

—Acabábamos de jugar la semifinal de la Copa del Rey contra el Barcelona. Hubo prórroga y acabamos con diez jugadores. Mendoza alquiló un par de aviones privados para facilitar el desplazamiento y salió todo del revés. A uno de los aviones se le estropeó el aire acondicionado, hacía un calor terrible. Tuvo que volver a Madrid para que lo reparasen y esa parte de la expedición llegó a Tenerife a las dos de la madrugada. Y podríamos hablar del arbitraje, pero casi mejor dejarlo estar.

—¿Por qué se fue al Dépor?

—Terminaba contrato en el Madrid y Toschack tuvo mucho que ver. Mi temporada con él había sido la mejor. Me llamó y me ilusioné, pero tuve muy mala suerte. Llevábamos cinco días de pretemporada y me lesioné de gravedad la rodilla en un amistoso en Oporto. Fue un palo durísimo. Esa noche la pasé con Aldana en la habitación del hotel, con la pierna en hielo. Al día siguiente, me fui en un taxi con el doctor Cobián hasta A Coruña. Fue un viaje horrible. Llevaba la pierna estirada en la parte de atrás y, además del dolor, recuerdo que ya me iba la cabeza maquinando.

—No pudo sentirse futbolista.

—Me quedó pena de no compartir experiencias en el campo con Fran. No es lo mismo ver a un jugador desde fuera, lo que hace los domingos, que tenerlo de compañero. Fran ha sido probablemente uno de los mejores jugadores españoles, aunque quizá por su carácter no haya sido tan reconocido. Daba gusto verlo. Fue año difícil pero, pese a todo, la ciudad me trató tan bien que me acabé comprando una casa allí y sigo yendo con la frecuencia que puedo.