Pepe Casal, el hombre que moldeó a Pau Gasol: «Cogí a Aíto y le dije: ''Este tío va a ser mejor que Fernando Martín''»

Lois Balado Tomé
Lois Balado REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Pepe Casal (a la derecha), junto a Gasol y su hija, en el Liceo de Barcelona
Pepe Casal (a la derecha), junto a Gasol y su hija, en el Liceo de Barcelona

El preparador físico vigués fue clave en el cambio físico que llevó al de Sant Boi a la NBA

08 oct 2021 . Actualizado a las 11:07 h.

Entre lo imponente del lugar y la solemnidad del hilo musical operístico del teatro Liceo, Pepiño Casal (Vigo, 1950) fue Pepe en boca de Pau Gasol. El mejor jugador español de todos los tiempos nombró al gallego antes que a ningún otro en su despedida. Un agradecimiento a una década trabajando juntos para mejorar las capacidades físicas del de Sant Boi. No es ninguna sorpresa decir que su trabajo fue un éxito.

—¿Sigue emocionado?

—La verdad que sí. Sigo emocionado porque no me esperaba que empezase sus agradecimientos conmigo. Fue una sorpresa. No dormí bien de la emoción, porque si tienes tu corazoncito esas cosas te llegan muy adentro. Pau no es que sea una estrella en el baloncesto español, su dimensión es mundial.

—Vino a decir Pau que ganó músculo gracias a usted.

—Me gustó que dijese lo de que era un tirillas porque yo muchas veces le decía: «Joder Pau, ¿tú te crees que con 89 kilos y ese cuerpo se puede jugar al baloncesto? Eres un tirillas, tío. O te pones fuerte o no hay nada que hacer».

—¿Cómo fue aquella evolución?

—Al mes de empezar la pretemporada con el Barça después de ser júnior de oro continuamos con el trabajo genérico de carga. Después empezamos con entrenamientos individuales porque Aíto [García Reneses] quería que jugara de alero. Un tío de 2,12, ponerlo a jugar de tres defendiendo a aleros de dos metros o menos era muy difícil y los entrenadores contrarios lo atacaban. Empezamos a preparar ejercicios de coordinación, de pie, desplazamientos laterales y técnica de carrera. En la segunda sesión, al llegar al vestuario le dije a Aíto: «García, este tío va a ser la hostia. Va a ser mejor que Fernando Martín». Logró pasar de 89 kilos y 2,12 a los 2,15 y 106 kilos con los que se fue a la NBA sin perder velocidad. Era el objetivo y fue lo que le permitió competir al nivel que lo ha hecho. Eso y su cabeza.

—En el acto estaba Juan Carlos Navarro, al que también ayudó en su primera etapa.

—Claro, para Pau es como un hermano. ¡Lo que tuve que aguantar yo al principio! ¡Eran el dúo dinámico! Me volvían loco los dos juntos. Cuando se entrenaban por separado, muy bien, pero cuando entrenaban juntos mi nivel de concentración tenía que subir al 3.000 %.

—Qué orgullo para usted verlos jugar juntos en la NBA.

—Pues sí. Fue muy curioso porque a Pau lo traspasan a mitad de temporada a los Lakers y el pobre Juan Carlos se queda allí compuesto y sin novia, aún lo recordamos durante el acto.

—Guarda buena relación con toda la familia Gasol.

—Tuve una relación de muchos años con sus padres y yo viví en la casa de los abuelos cuando entrenaba en Barcelona los veranos. Había una canasta donde empezó a jugar él al baloncesto con Marc. También, cuando me iba al Pirineo a pescar, alguna trucha con Adrià, el hermano pequeño, tenemos limpiado en casa.

—Tiene una foto con Kobe Bryant en WhatsApp, ¿se lo presentó Pau?

—Eso fue un día estando en el hotel Juan Carlos I. Tenía un gimnasio muy caro con instalaciones fantásticas y en el que había muy poca gente. En cualquier otro sitio, no paraban de pedirle fotos a Pau y allí trabajábamos bien. Un día, estábamos entrenando, haciendo una serie de pectoral y le dije: «Hostia, ¡Kobe Bryant!». «¿Qué dices?», me dijo. Pensaba que lo estaba vacilando. . «Digo Kobe Bryant». Se incorporó y se quedó supersorprendido. Kobe me pidió permiso para hablar con él y le dije que me diese un par de minutos para terminar el último ejercicio. Estuvieron hablando una hora y pico y al terminar me dijo Pau: «Pepi, hay que llamar al Barça, que quiere ver a Rijkaard y Ronaldinho, que este es futbolero». Y me puse a llamar a los de seguridad y al delegado para que le dejasen entrar.

—Esto fue antes de que Pau llegase a los Lakers.

—Sí. Vino a Barcelona a ver a Ronaldinho, era muy forofo, pero quería también conocer a Pau. Como impuesto revolucionario por las gestiones le pedí ver dos de los entrenamientos que hizo. «¡Hombre, coach! Sin problema ninguno», me dijo. Fui a verle. Dos entrenamientos de dos horas y media cada uno y la mancuerna más ligera que utilizó fue de 26 kilos.

—Viendo la repercusión mundial que ha tenido el adiós de Pau, uno se da cuenta de la repercusión del personaje.

—Lo comentaba Calderón. Una de las imágenes que más me ha impactado fue la de aquella cola que formaron los jugadores de Estados Unidos tras la final de los Juegos del 2008 para abrazarse y felicitar a Pau. Creo que ese es el mejor partido que se ha jugado en el baloncesto FIBA y ver a Kobe, LeBron, Carmelo, Wade y compañía, el mejor equipo que han llevado los americanos a una competición internacional después del Dream Team hacer eso... Todos esperando para saludar a Pau. Es una cosa que no se ve muchas veces.

—Y trabajó también con Fernando Martín.

—Vino a hacer conmigo unos test físicos. Hizo un 100, un 800, salto en parado, salto de altura y lanzamiento de balón de espaldas a dos manos. Un test de atletismo puro y duro. Vino como preseleccionado juvenil y ganó todas las pruebas, incluido el salto de altura con el brazo enyesado. También el lanzamiento de balón. Lanzó con una mano y ganó. Llamé a Aíto y le dije: «Oye, hay un tío aquí que no hemos tenido nunca nadie como él». Aíto me dijo que no sabía nada de baloncesto y le dije que lo que había que hacer era enseñarle. Fue una relación también muy intensa y una amistad que fue más allá del baloncesto. Su hermano Antonio me lo recuerda a veces, diciéndome que Fernando me quería mucho y que me tenía adoración. Cuatro entrenamientos al día dan para mucho.

—Al final, Aíto tiene que estarle agradecido.

—No, yo le tengo que estar agradecido a Aíto por la oportunidad que me ha dado. Yo fui al Barça porque Aíto me llama en el 99 porque hay una opción para ir de preparador físico para tratar a dos jugadores con mucho talento y que necesitan evolucionar físicamente para que el Barcelona tuviese un crecimiento grande: Navarro y Gasol. Tardé media hora en aceptar. Y como digo siempre, tú pones las herramientas, dices y hablas, pero el mérito es del jugador. Lo otro son chorradas.