Boicot de rebote a la NBA por varios jugadores antivacunas

DEPORTES

JOHN G. MABANGLO

La Liga empieza el día 19, medio centenar de deportistas se niegan a inmunizarse y las leyes estatales podrían impedir su participación

29 sep 2021 . Actualizado a las 12:01 h.

A la NBA le cuesta alcanzar la normalidad. La acaricia, pero no consigue asirla con fuerza. Después de la burbuja de las finales de Orlando, que se saldó con cierto éxito, y el fiasco inicial del protocolo para la temporada pasada, que acabó contra viento y marea a pesar de las oleadas del covid-19, se supone que esta que comenzará el 19 de octubre tendría que ser la primera que recuperase la normalidad después de la irrupción de la pandemia (es decir, 82 partidos sobre el parqué y un buen número de aficionados en las gradas).

Pero los jugadores antivacunas, de forma indirecta, están boicoteando de rebote el inicio de la Liga. La organización de la NBA y los sindicatos se sentaron a negociar un protocolo en el que se incluía la obligatoriedad de vacunarse para participar en la competición. Aceptaron los entrenadores, árbitros, periodistas, trabajadores vinculados al desarrollo del partido o del evento de ocio paralelo... pero no los jugadores.

La NBA asegura que el 92 % de sus deportistas han recibido la primera dosis de la vacuna. Los Angeles Lakers, los Miami Heat, los New York Knicks, los San Antonio Spurs, los Houston Rockets y los Utah Jazz afirmaron que toda su plantilla se ha pinchado. Aunque pudiese parecer una cifra que invita al optimismo, nada más lejos de la realidad. Solo la pauta completa garantiza la seguridad y evita problemas con la ley. Y en ese limbo del 8 % se encuentra medio centenar de jugadores, demasiados para asegurar una pax romana, pero quién sabe si suficientes como para trabar el inicio del campeonato de baloncesto más prestigioso del mundo. Todo dependerá del peso de la franquicia en la competición y del jugador en el vestuario.

La Liga, incapaz de obligar a que se vacunen los jugadores, optó por presionar con un doble protocolo. Por un lado, medidas laxas para los inmunizados y, por el otro, normas extremadamente estrictas para los antivacunas: test diarios durante las jornadas de entrenamientos, viajes y partidos; uso de mascarilla y desplazamientos y pernoctas separados del resto del equipo.

Sin embargo, esta propuesta de normas internas de la NBA se ha topado de bruces con las leyes estatales estadounidenses, absolutamente descentralizadas. De este modo, hay estados (incluso gobiernos locales como los de Nueva York y San Francisco) que exigen el certificado de vacunación a todos los mayores de 12 años que quieran acceder a eventos en recintos cerrados, lo que excluye a los jugadores antivacunas.

Las razones para negarse al pinchazo: de la religión, al chip oculto y el plan de Satán

Ya está sucediendo. Ya ha sucedido. A Bradley Beal, de los Washington Wizards, le importó poco quedarse fuera de los Juegos Olímpicos por no haberse vacunado. Y Kyrie Irving, de los Brooklyn Nets, no pudo ofrecer una conferencia presencial ante los medios de comunicación.

Andrew Wiggins (Golden State Warriors), por su parte, intentó la vía diplomática y solicitó a la NBA que le eximiese de vacunarse para jugar, pero la organización de la Liga se lo ha denegado, en consonancia con la norma dictada por el Departamento de Salud Pública de San Francisco, que exigirá el certificado de vacunación para acceder al Chase Center.

Orgullosamente no vacunado se declaró Jonathan Isaac, alero de los Orlando Magic. Cree que no necesita el pinchazo. Se ha convencido «escuchando a Trump y leyendo la historia de los afroamericanos».

Al menos, él no piensa como el vicepresidente en el comité ejecutivo del sindicato de jugadores, que es, precisamente Kyrie Irving. Para este terraplanista confeso, la aguja introduce en el cuerpo humano un microchip ideado por sociedades secretas que siguen un plan de Satanás para conectar a las personas negras con un ordenador central.