Estados Unidos consuma su paliza en la Ryder Cup

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso REDACCIÓN

DEPORTES

El equipo de EE.UU. celebra la victoria en la Ryder Cup
El equipo de EE.UU. celebra la victoria en la Ryder Cup BRIAN SNYDER | REUTERS

El equipo norteamericano de golf impone su clara superioridad individual para completar un repaso de época, el mayor en la historia ante Europa en la Copa Ryder

27 sep 2021 . Actualizado a las 12:45 h.

El triunfo de Estados Unidos en la Ryder Cup del 2021 en Whistiling Straits (Kohler, Wisconsin) resultó tan contundente que no tuvo ni emoción ni drama. La mayor paliza a Europa en la historia, por 19-9.

De lo que sucedió durante tres días a orillas del lago Míchigan tan solo quedarán un puñado de recuerdos, la encomiable resistencia de Jon Rahm al sopapo norteamericano y, sobre todo, una paliza para la historia. Estados Unidos venció por 19-9, una renta que pudo ser todavía mayor si no se enfriasen las hostilidades en los partidos que quedaban por disputar cuando el combinado capitaneado por Steve Stricker sentenció matemáticamente el duelo por 14,5-6,5 con siete partidos por completarse.

Estados Unidos se plantó en Whistling Straits con una enorme superioridad teórica por el nivel de sus jugadores. Y el golf, al final, es un juego de precisión, que en la Ryder está condicionado por aspectos como el formato match play, la compenetración dentro de un vestuario, la estrategia a la hora de establecer las parejas y la adaptación a un campo concreto. Durante tres días, a orillas del lago Míchigan, importó la esencia. La precisión. La insultante jerarquía de los jugadores de Estados Unidos, uno a uno y convertidos en un equipo. Porque los locales tenían a ocho integrantes entre los diez primeros del ránking mundial y los europeos a tan solo uno entre los trece mejores cuando el viernes a primera hora se desataron las hostilidades.

Por eso Jon Rahm, durante las tres primeras jornadas sonrojantes para Europa, en las que su capitán, Padraig Harrington, además, dio la sensación de no dar más que palos de ciego, fue de lo poco salvable del equipo de la bandera azul con las estrellas doradas. El fenómeno de Barrika ganó sus dos foursomes (cada pareja disputa una única bola y los jugadores dan golpes alternos) junto a Sergio García, se impuso en su partido de fouballs (cada jugador disputa su bola y computa la mejor) junto al español el sábado y ya había arrancado otro medio punto en el fourballs del viernes junto a Tyrrel Hutton. Ayer, agotado mental y físicamente en medio de un vestuario abonado a la mediocridad durante tres días, perdió su encuentro contra Scottie Scheffler. Su derrota se produjo después del triunfo de Rory McIlroy frente a Xander Schauffele. La cara y la cruz de la vieja Europa durante todo el fin de semana. Porque el norirlandés se estrelló el viernes primero con Ian Poulter y luego con Shane Lowry, y el sábado por la tarde de nuevo con un monstruo de la Ryder como Poulter.

Recién consumada su victoria de ayer, su fiasco de la semana, McIlroy tuvo la dignidad de compartir su llanto ante las cámaras, confesar que para él no hay evento más emotivo e importante que la Ryder y prometer que volverá más fuerte dentro de dos años en Italia.

Después de esa victoria de McIlroy sobre Xander Schauffele (11-6 provisional), que ya se intuía anecdótica porque el marcador se iba tiñendo de rojo en casi todos los partidos, llegaron las derrotas de Rahm por 4 hoyos con tres por jugar y de Lowry por 4&3 ante Cantlay. A continuación Bryson DeChambeau derrotó a Sergio García por 3&2. Y ya solo faltaba por medio punto. Lo aseguró Collin Morikawa frente a Viktor Hovland en el 17 al garantizarse medio punto y lo sentenció un green más adelante. El resultado final iba a ser humillante.

El 11-5 con el que se abrieron los individuales hacía más difícil la remontada, incluso, que en el Milagro de Medinah del 2012, cuando Europa volteó un 10-6 adverso capitaneada por Chema Olazábal. Concluidos sus partidos, los jugadores norteamericanos, con la jornada aún en juego, empezaron de despachar latas de cerveza de penalti ante su gente. Su fiesta había empezado.

 Pleno de victorias de Dustin Johnson, la metáfora de un evento, esta vez, de jugadores

La Ryder del 2021, la que se debía haber disputado en el 2020 pero que aplazó la pandemia, se convirtió en un evento de jugadores, más que de equipos. Pocos elementos se escaparon del guion por el papel que daba de antemano el ránking mundial. Si acaso Rory McIlroy, pero tampoco es el de sus mejores días. Estados Unidos ganó porque ya era mejor a nivel individual. Y esa idea, la de la Ryder de jugadores, la representa el liderazgo que ejerció, de forma tranquila, un tipo peculiar como Dustin Johnson. Hizo un pleno de cinco puntos. Ganó tres partidos por parejas junto a Morikawa y la restante de fourballs con Schauffele. Su actuación la redondeó ayer en su partido de individuales ante Casey.