Somos una potencia, indudablemente (también otras zonas de España, como Asturias) porque hay clubes en Galicia que trabajan duro con buenos entrenadores y, además, el centro de tecnificación de Pontevedra el lugar de paso y potenciación de muchos piragüistas. Pero Galicia ya era un referente desde que varios integrantes del Club Fluvial de Lugo, fundado en 1935, asisten al descenso del Sella. A partir de este hito, surgieron los deportistas de alto nivel. Los clubes, por lo general, movemos grandes masas de personas de todas las edades para que practiquen esta disciplina. Y de la cantidad sale la calidad. El piragüismo no se conoce y aprecia en profundidad hasta que se practica. Es una satisfacción enorme. Además, la convivencia entre el deporte, el agua y la naturaleza engancha mucho, es fascinante. A través de esa iniciación se engancha a la persona.
Habrá continuidad en las medallas gallegas, salvo que intenten acabar con nosotros y con el piragüismo, es decir, salvo los factores externos. No somos conscientes de los logros del deporte gallego. Y el piragüismo es de los más avanzados en la época actual, en cuanto a resultados, avalado por una trayectoria de cien años.
El piragüismo en Galicia tiene tanto peso, entre otros factores, por el impulso inicial del Fluvial de Lugo, al que se sumó el Tudense, generando un grupo de dirigentes y entrenadores que trabajaban con toda la ilusión.
Además de ese aspecto anímico inmaterial, la federación gallega (y después la española) presidida por Santiago Sanmamed logró ya desde los años 60 unos resultados impresionantes, mención especial a los Juegos de México.
Todo ello contribuyó a crear referentes para los jóvenes que se iniciaban, y se inician, en el piragüismo. Yo mismo he mirado siempre hacia los que estaban arriba para intentar alcanzar las mismas cotas. Ese es un factor fundamental en el desarrollo de esa disciplina.
