El K4 500 español bate un récord anecdótico antes de la batalla por el oro de Tokio con un mito

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso ENVIADO ESPECIAL A TOKIO

DEPORTES

YARA NARDI

El kayak con los gallegos Germade y Arévalo fija la plusmarca olímpica antes de la batalla con Alemania, liderada por el legendario Ronald Rauhe, de 39 años

06 ago 2021 . Actualizado a las 05:23 h.

Cuando cruza la línea de llegada el K4 500 español, acaba de batir el récord olímpico, pero tiene truco. La distancia se estrenó una manga antes en el programa olímpico de Tokio. Lo importante para el equipo español es que acaba de confirmar sus buenas sensaciones en su puesta en escena en el canal de Sea Forest. Y lo urgente para los palistas es refrescarse mientras el sol achicharra sus espaldas en el camino al descubierto por la zona mixta de la sede del piragüismo de los Juegos, a 33 grados. El catalán Saúl Craviotto se coloca una bolsa con hielos sobre la cabeza, el betanceiro Carlos Arévalo, el balear Marcus Cooper y el cangués Rodrigo Germade se esconden tras una toalla fría que cubre sus cabezas. Lo relevante es que su victoria en su serie clasificatoria les evita disputar una rutinaria manga de cuartos de final hora y pico más tarde.

Dosificar esfuerzos

Consumida gran parte de la regata, y con la situación controlada, Craviotto, el líder del K4, el marca que palea delante, el gigante de 192 centímetros y cuatro medallas olímpicas, dio una voz para que el barco español aflojase el ritmo. Poco importó. El cronómetro exhibió un tiempo de 1:21.658 en su victoria con una décima de margen respecto a la embarcación de Eslovaquia, cinco segundos sobre la de Canadá, nueve respecto a la del Comité Olímpico de Rusia y doce sobre la de Hungría. ¿Y Alemania, la favorita, la casi invencible cuando presenta su formación de lujo? En la manga anterior había consumido dos décimas más en resolver su clasificación (1:21.890), otro récord efímero. Este viernes se disputan de madrugada en España las semifinales (3.21) y la final (5.37), que sí establecerán una marca que servirá de referencia durante años.

Mientras espera por los piragüistas, el entrenador, Miguel García, agradece el pase directo a semifinales de su K4. «Ganar la serie evita la repesca, algo positivo con este calor y esta humedad. Pero el tiempo no dice mucho porque nuestros palistas iban controlándose; los alemanes ya hemos visto que hicieron el cambio de ritmo, pero en la última parte se dejaron ir —razona el preparador asturiano—. El tiempo, de 1.21, no es bueno, porque además pegaba el viento en contra. Pero es un comienzo. Están todos midiéndose y hay que entrar en competición».

En el barco de Alemania, el imponente K4 que ha dominado el ciclo olímpico con seis victorias en ocho enfrentamientos con el kayak español, emerge la figura de Ronald Rauhe, a sus 39 años leyenda viva del piragüismo. Su palmarés tiende al infinito: cuatro medallas olímpicas, 23 en Mundiales y 29 en Europeos. El ídolo al que querían imitar algunos de los integrantes del barco español cuando comenzaban. Su cadencia en los Juegos es asombrosa: bronce en Sídney 2000, oro en Atenas 2004, plata en Pekín 2008 y bronce en Río 2016. Solo pinchó en Londres 2012. Después de Tokio, se retira.

«Alemania sigue siendo favorita. Durante el ciclo olímpico solo les hemos ganado en dos ocasiones y ellos a nosotros en seis», razona Miguel García. Y Craviotto matiza la buena sensación del estreno del viernes: «No se pueden tirar cohetes porque esto es una eliminatoria y la gente no ha enseñado sus armas».

En la pista de agua salada del canal de Sea Forest resulta muy cambiante, en función de la intensidad y la dirección del viento. Sopló este viernes el aire en contra, pero este sábado se anuncian rachas laterales, que pueden beneficiar a las embarcaciones situadas en unas calles y perjudicar a otras. «Esperemos que no sea de mucha intensidad, porque entonces sí que estropearía la regata», concluye Miguel García, que persigue su quinta medalla olímpica, siempre al lado de Saúl Craviotto.

El palista catalán tiene a tiro igualar este sábado a David Cal como el español con más podios olímpicos, cinco. .

Germade: «Es el piragüista en el que muchos de mi generación nos fijábamos»

Cuando Ronald Rauhe, el líder del K4 500 alemán, ganó su primera medalla en un Campeonato del Mundo, Carlos Arévalo tenía 5 años y todavía no se había subido ni siquiera a una piragua. Luego, el palista de Betanzos creció admirando los éxitos del deportista germano. «Es un referente para todo el piragüismo a nivel internacional. Lleva más de 20 años consiguiendo medallas mundiales y olímpicas. Con eso está todo dicho», confiesa el palista gallego, que participó en la victoria de la Copa del Mundo de Szeged, en mayo sobre el K4 500 alemán. Aquel barco se presentó con los cuatro fenómenos que presenta en los Juegos de Tokio.

«Rauhe es el piragüista en el que muchos de mi generación nos fijábamos. Tiene un palmarés increíble, y eso lo convierte en un referente mundial. Ya en el K2 500 estuvo casi ocho años sin perder ninguna regata. Ese dato te indica la calidad que tiene. Para mí es un ídolo», reconoce Rodrigo Germade. El palista de Cangas participó en las dos victorias de este ciclo olímpico sobre el kayak alemán, la de mayo de este año, como Arévalo, y también en la del Europeo del 2018, con la misma tripulación germana de los Juegos.

Vídeos y expectativas

Germade ya le enseña los vídeos de algunas de esas regatas que están en YouTube a su hija Claire, de dos años. «Me ve y me señala, pero no se entera de más. Aunque hace poco revisé los vídeos de todas las carreras de este ciclo olímpico, y se las ha tenido que tragar todas», bromea el palista gallego, que a punto de cumplir los 31 años entiende que lo normal es que continúe en activo tratando de disputar los Juegos de París en el verano del 2024.

Los siete años invicto que cortó Perucho en Pekín

Cuando Saúl Craviotto se convirtió en medallista olímpico, en Pekín 2008, Ronald Rauhe ya estaba allí. No solo eso. A sus 26 años ya se encontraba en plenitud, dominando con mano de hierro el K2 500 junto a su compañero Tim Wieskotter. Habían sido bronce en Sídney 2000 y oro en Atenas 2004. De hecho, llevaban siete años sin perder una sola manga y entre los dos sumaban 18 títulos en Campeonatos del Mundo. Lo más parecido a un barco invencible, la etiqueta que vuelve a colgar —con permiso de España— del K4 500 alemán en el que esta vez, jubilado hace once años Wieskotter, acompañan a Rauhe Max Rendschmidt, Tom Liebscher y Max Lemke, una especie de Dream Team.

28 años de sequía

Aquella victoria de Craviotto y el morracense Carlos Pérez Rial, Perucho, tuvo un enorme valor simbólico, porque España no se subía a un podio en kayak desde los Juegos Olímpicos de Moscú 80.

«Vamos a ganar», había confesado a sus más próximos Perucho, eufórico por las sensaciones del barco, en los días previos de concentración en Shunyi, al norte de Pekín. Y dentro del equipo español se confiaba en que el K2 500 podría conseguir una medalla, aunque el oro parecía concedido de antemano a Alemania, con Hungría favorita para el bronce. Aquel kayak, además, se había formado solo cuatro meses antes de los Juegos.

La salida de Perucho y Craviotto resultó infernal. A mitad de regata ya le sacaban más de un segundo a todos los barcos. Y en el tramo final, el momento al que su entrenador, Miguel García, más temía, resistieron impulsados por la adrenalina de acariciar la medalla de campeones olímpicos. Por solo nueve centésimas. Contra el invencible Rauhe.