Álvaro Granados, el niño al que obligaron a nadar y tuvo en sus manos el pase a la final de waterpolo: «Le he dado mil vueltas al último chut»

DEPORTES

A.G

España se jugará el bronce ante Hungría el próximo domingo tras caer con Serbia: «Nos los vamos a comer con patatas»

06 ago 2021 . Actualizado a las 20:20 h.

Apenas ha pasado una hora del final del partido frente a Serbia y Álvaro Granados (Terrasa, 1998) atiende a La Voz nada más abrir la puerta de su habitación de hotel: «Te puedes imaginar cómo estoy, jodido, muy jodido. Es una auténtica mierda, pero no deja de ser deporte y estas cosas pasan. Hay que intentar no darle más importancia de la que tiene. Nos lameremos las heridas antes de dormir, pero mañana hay que levantarse y seguir adelante».

Álvaro es, con 18 goles, el máximo anotador de la selección. Ante Serbia tuvo, a 50 segundos del final y con 9-9 en el luminoso, un lanzamiento que pudo cambiar el destino de España. Lo devolvió el travesaño. «Le he dado mil vueltas a ese chut, si lo podía haber hecho de otra forma. Igual, haber intentado una vaselina, no sé... encima me ha caído una expulsión. Da mucha rabia». Filipovic no perdonó en la contra.

Granados piensa en alto y no se ve capaz todavía de diseminar de forma digna el encuentro: «El partido me ha exigido tanto física y mentalmente que soy incapaz. Creo que no hemos perdido nosotros, que nos han ganado ellos. Tienen a los dos mejores zurdos del planeta. Entrar dos goles arriba en la última parte lo habría firmado antes de empezar el partido, pero no lo hemos sabido aprovechar. A medida que voy creciendo me doy cuenta de que lo que diferencia a un buen deportista de un gran deportista es la gestión emocional. En este tipo de competiciones quien gestiona mejor los nervios en los momentos decisivos, cuando la pelota pesa, es el que se lo lleva y Serbia lo ha hecho mejor».

Álvaro Granados, en la Villa Olímpica
Álvaro Granados, en la Villa Olímpica A.G

La de Tokio es su primera experiencia olímpica. Pese a que todo fue rodado hasta semifinales, a la pregunta de lo satisfactorio de la experiencia responde con el peaje psicológico: «Te soy sincero, la experiencia está siendo muy dura mentalmente desde el primer minuto que llegué a la Villa. Es una tensión constante. Sales de un partido y el siguiente está ya ahí, no tienes un momento para bajar».

De repente, algo hace clic en su cabeza y se repone. Hungría espera el domingo (06.40, Teledeporte) con un bronce por medio. «Nos los vamos a papar con patatas porque este equipo se lo merece. Aunque sea la Hungría del 2008. Me da exactamente igual. Nos los vamos a comer. Este equipo se merece por lo menos el bronce».

«Yo quería jugar al fútbol y mi madre me metió a natación, gracias a ella estoy aquí»

Álvaro empezó a nadar con seis años, por obligación materna. «Mi hermano mayor hacía fútbol y yo quería hacer fútbol también. Y si no baloncesto, pero no natación. Mis padres estaban muy quemados con el ambiente del fútbol. Me dijeron que me iban a meter en natación sí o sí. Al principio fue duro, cuando entré en la piscina no sabía prácticamente nadar. Gracias a que mi madre no reculó y me obligó a meterme en la piscina estoy aquí». Su hermano acabó dejando el fútbol por el waterpolo.

Granados se despide para volver con sus compañeros. «Ahora cuando te cuelgue me iré al comedor y me juntaré con ellos. Si alguien quiere hablar, le escucharemos y si no estaremos en silencio. Pero es muy importante estar juntos también en estos momentos, como lo hemos hecho durante todo el campeonato. Sería muy cobarde cambiar todo eso ahora y tirarlo todo a la basura. Si algo tiene bueno este equipo es que es lo es con mayúsculas».