Sandra Sánchez: la niña de oro que no quería bailar, lo suyo era ser una leyenda del kárate

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

Campeona olímpica con 40 años, dejó el CAR a los veinte para cuidar a su madre, enferma de cáncer, y cuando quiso volver no la readmitieron porque decían que era «demasiado mayor»

05 ago 2021 . Actualizado a las 17:13 h.

Aprovechó que a su hermano sí le permitieron apuntarse al gimnasio, para ir con él y demostrarle a sus padres que su pasión eran las artes marciales. Solo tenía cuatro años, pero ya tenía las ideas muy claras. Por eso repite siempre que acude a alguna charla la misma frase, que lleva tatuada a fuego: «No hay deportes de niñas o de niños, hay deportes que nos hacen crecer y nos hacen feliz». Este jueves, se proclamó campeona olímpica en kata tras imponerse en la final a la japonesa Kiyou Shimizu, por 28,06 puntos a 27,88.

Sandra Sánchez (Talavera, 1981) tenía muy claro lo que quería hacer con su vida cuando no levantaba dos palmos del suelo. «Me inicié desde muy pequeñita en este deporte por envidia, pues con cuatro añitos ya mostraba mi carácter, poniendo a prueba a mis padres con mis convicciones y mi tesón. Lo del baile más bien como que me gustaba poco o nada. Me empeñé tozuda en acompañar a mi hermano Pakito al gimnasio cuando mis padres lo apuntaron a él y a mí no y muchos pensaron que me aburriría enseguida. ¡Qué va! No sabían que de allí surgiría un flechazo, treinta años después practicándolo se convirtió en una forma de vida y en lo que hoy es mi profesión. El kárate me ha hecho ser como soy, Me ha forjado un estilo de vida propio y también como persona», recuerda en su biografía. Sus padres la habían apuntado a clases de baile. Ella se rebeló.

Su amor por el kárate fue desinteresado. Tanto, que renunció al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, con 20 años, porque no quería irse de casa. Su madre estaba enferma de cáncer y los técnicos no entendieron su situación. Cuando quiso volver, le dijeron que era demasiado mayor. Que su tiempo había pasado. «En aquel momento lo más importante era mi madre. Y lo que más me emocionó al volver a ganar fue ver las lágrimas de ella», explicó en una entrevista.

Del casi abandono a la gloria

Estudió Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y aprovechó para viajar por todo el mundo. Incluso se instaló un tiempo en Australia, en donde vivió de dar clases de kárate. «Cuando terminé mi carrera y volví de mis viajes sabáticos por el mundo, dejé de entrenar. Me animaron a volver y seguir compitiendo, pero yo sabía que necesitaba subir el listón de mi nivel físico y técnico, con un entrenamiento específico, era un requisito imprescindible», explica.

Fue ahí cuando conoció a Jesús del Moral, su entrenador y actual pareja. «Cuando di este salto a la alta competición, yo no conseguía llegar a ir con la selección nacional, siempre me quedaba a las puertas. Por alguna razón u otra nunca me llamaban», reconoce.

No fue hasta pasados los treinta cuando realmente entró en el equipo nacional y consiguió la gloria. En esta última década, ha logrado 80 podios, incluyendo medio centenar medallas de oro en Mundiales, Premier League, Campeonatos de Europa, Juegos Europeos y Campeonatos de España.

Con 40, ahora saborea la gloria, recordando cuando decían que era mayor por tener veinte. Aquella niña que no quiso bailar ahora es historia. 155 centímetros de pura leyenda.

No podrá defender el título en París

El kárate se estrenó en los Juegos de Tokio en el programa olímpico y, de hecho, Sandra Sánchez es la primera campeona de la historia en kata. Sin embargo, la española no podrá defender este honor en París 2024, pues el Comité Olímpico Internacional ha decidido volver a sacarlo del cartel. El COI tomó esta decisión para seguir incluyendo deportes nuevos, que acerquen más los Juegos a la juventud. Si en Tokio fue el skate o el surf, en París será el turno del breakdance. Y el sacrificado es el kárate.