Así es el medallista vigués Nico Rodríguez: odontólogo, celtista y trabajador incansable

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso ENVIADO ESPECIAL A TOKIO

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Nico Rodrúíguez, en la isla de Enoshima, celebra con la bandera gallega la medalla de bronce
Nico Rodrúíguez, en la isla de Enoshima, celebra con la bandera gallega la medalla de bronce Paulo Alonso

El nuevo medallista gallego en 470 ya había llegado a los Juegos de Tokio como vigente número uno del mundo junto a Jordi Xammar

04 ago 2021 . Actualizado a las 10:25 h.

La decisión de su vida la tomó  Nico Rodríguez en el verano del 2016. El regatista Jordi Xammar cerraba una etapa con el tripulante Joan Herp en el 470 español y quería que le acompañase en el ciclo olímpico hasta Tokio 2020. El regatista vigués, con un notable palmarés ya a sus espaldas, tomó una decisión clave, embarcarse en un proyecto ambicioso, pero por construir, y retrasar su incorporación al mercado laboral como odontólogo, cuando ya tenía una propuesta para incorporarse a una clínica en los Países Bajos.

El patrón que le reclamaba había sido duodécimo en los Juegos de Río 2016. Pero con Nico Rodríguez el barco ofreció un rendimiento sobresaliente casi desde un primer momento. Por eso con los años su presencia entre los mejores se hizo constante, hasta auparse, meses antes de los Juegos Olímpicos, al número uno del ránking mundial.

Licenciado en Odontología, regatista estrella del Náutico de Vigo y confeso aficionado del Celta, Nico Rodríguez ha sabido volar en un 470 español entrenado por Gideon Kliger y Juan María de la Fuente. Considerado por sus compañeros del equipo olímpico como un trabajador incansable, no rehúye la autocrítica, y esos dos pilares lo han llevado a la gloria olímpica. 

En el 2017 que marcó el pistoletazo de salida del ciclo olímpico, Xammar y Nico Rodríguez ya ganaron el bronce en el Campeonato de Europa. Fue su primer aviso a la flota de que el equipo quería aspirar a lo máximo. Esa misma temporada se apuntaron notables resultados en las Copas del Mundo: séptimos en Miami y octavos en Hyeres (Francia), y finalizaron en la decimoquinta plaza en el Campeonato de Mundo celebrado en Thessaloniki (Grecia).

El segundo curso completo de trabajo juntos les brindó un salto de calidad enorme, con la primera medalla del equipo en un Mundial y su ascenso al top 10 del ránking. Se apuntaron un bronce de prestigio en la cita celebrada en Aarhus (Dinamarca), al que acompañó su sexta plaza en el campeonato continental.

En el 2019 ya demostraron su pericia para competir en los endiablados campos de regata de la isla de Sagami, escenario de la competición olímpica. Hasta tres pruebas celebraron allí, una experiencias que se convirtieron en un banco de pruebas fundamental de cara a los Juegos. En Enoshima ganaron la plata en el Mundial y sumaron un duodécimo puesto en la Copa del Mundo y un bronce en el Test Event de esa misma temporada.

Pero Xammar y Rodríguez regatearon en otros puntos del país, porque compartieron concentraciones con el equipo japonés en la isla de Zamami, antigua base militar en la segunda guerra mundial.

El intenso 2019 incluyó, además, su primer oro en una cita de la Copa del Mundo, en Miami, y, en ese mismo circuito, un plata en la prueba de Marsella y un vigésimo cuarto puesto en Génova. Y todavía tuvieron tiempo de colgarse la plata en el Europeo.

Antes de que la pandemia confinase a los regatistas, Nico Rodríguez y Jordi Xammar ganaron la Copa del Mundo de Miami, en enero del 2020. El año en el que el coronavirus se extendió por el planeta vació su calendario del resto de competiciones importantes. Un parón que el 470 español aprovechó para crecer como regatista, trabajando aspectos técnicos que, en otras circunstancias, no podrían haber entrenado.

A la vuelta del confinamiento fueron todavía mejores: plata en el Europeo del 2021 y bronce en el Mundial de ese mismo año en Vilamoura (Portugal), a solo cuatro meses de la disputa de los Juegos. Ya solo faltaba lo más importante, volar en Tokio.