Teresa Portela, subcampeona olímpica de piragüismo: «Estoy feliz porque no me rendí nunca y ahora la medalla es mía»

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO TOKIO / ENVIADO ESPECIAL

DEPORTES

José Méndez

Intentará llegar a París: «¿Cómo me voy a retirar en lo más alto de mi carrera?»

04 ago 2021 . Actualizado a las 10:51 h.

Ocho horas después de ganar la plata olímpica en K1 200, nada en el tono y el discurso de Teresa Portela (Aldán, Cangas do Morrazo, 1982) remite a que vive el día más importante de su carrera deportiva. Porque siempre se ha empeñado en disfrutar del camino al éxito, burlando la tiranía del último resultado. Aunque, a medida que avanza la entrevista con La Voz en Tokio, aflora la satisfacción íntima de haber cerrado un círculo, con otras 15 medallas en Mundiales, 17 en Europeos y cinco diplomas repartidos en sus seis Juegos. «Soy muy tozuda. Estoy feliz porque no me rendí nunca y la medalla ya es mía. Insistí e insistí. Escuchaba a mucha gente decir: «Si alguien tiene que ganar la medalla, eres tú», y eso me emocionaba. Me lo dijeron Javi Gómez Noya y Saúl Craviotto, gente buena, deportistas increíbles a los que admiro. Lo digo y se me ponen los pelos de punta».

-¿Ha llorado mucho?

-Todavía no eché la llorada (ríe). Sí que lloré cuando justo me enteré de que tenía la medalla. Fue algo confuso. Yo al llegar creía haber sido segunda, y pegué un grito para liberar toda mi tensión, pero en la pantalla no me ponían en el podio. Como sentía que había dado todo lo que tenía en una gran regata, estaba a gusto. Y al cabo de unos segundos ya me dieron como plata. Lo había conseguido. No hay más, y me puse súper contenta.

-Fue una confusión impropia de un evento como los Juegos.

-Sí, quizá estaban viendo algo, pero no esperaron y lo lanzaron. La situación, al cambiar, para mí fue una alegría, pero las piragüistas a las que les pasó al contrario, les anunciaron una medalla y luego se la quitaron, lo debieron pasar mal.

-Cuando se solucionó esa confusión, ¿cuál fue su primer pensamiento?

-Lo he conseguido, ya es mía. Fueron 20 años, así que yo pensaba: «A ver si esta vez». Sentía que podía ser, de verdad. Creía mucho en mí.

-¿Es consciente de que ha conseguido casi un imposible?

-No, nada es imposible, y hoy me quedó más claro que nunca. ¿Por qué lo dice?

-Gana su primera medalla olímpica con 39 años en una prueba de velocidad, una cualidad más propia de las deportistas jóvenes.

-Pero yo no me guío por eso. Lo pienso de verdad. Vale, se tiene más velocidad cuando uno es joven y luego se va perdiendo y por eso muchas piragüistas del 200 se pasan más tarde al 500. Pero no le doy vueltas a eso. Veo el ránking y las edades no me dicen nada, si ellas son rápidas o no. Yo solo me guío por los tiempos. Y ya está. Eso es lo que vale: estar aquí, ser rápida y ya está. Sin mirar nada más. Esta prueba me encanta, me siento muy cómoda en ella, soy fuerte y explosiva, y eso es lo primordial para esta distancia. Tengo esas capacidades, que sí, se pierden con los años. Pero lo que hay que hacer es trabajar.

-Nada es imposible. ¿Tampoco la medalla en París, entonces?

-No, nada es imposible. ¿Cómo voy a dejarlo ahora, cuando estoy en lo más alto de mi carrera? Al contrario, quiero seguir disfrutando. ¿Cuánto tiempo? Ya se verá. No solo es querer llegar a París, hay que clasificarse y tengo rivales muy fuertes. ¿Quién me iba a decir a mí que estaría en seis Juegos? ¿Porque nadie lo consiguió antes ya es imposible? Yo disfruto del momento, y ahora quiero descansar, desconectar y luego, como siempre, resetear. Pondré el contador a cero, me fijaré en otro objetivo y a por él. Estoy muy contenta con mi carrera, por todo lo que me dio y quiero seguir disfrutando del máximo nivel, exprimirme al máximo porque el deporte me da muchas alegrías y muchas satisfacciones. Ahora tengo la medalla, estoy bien.

-Ya no escuchará eso de «Teresa Portela es buenísima, pero...»

-Creo que no era justo oír siempre eso. Yo no lo sentía así, no me sentía menos por no tener la medalla. Ahora la tengo, la conseguí y es una satisfacción por todo el trabajo que llevo encima en el piragüismo. Pero, de verdad, aunque no la tuviera, me sentiría igual de orgullosa.

-¿Dónde pondrá la medalla?

-Aún no lo pensé. La tendré en un sitio bien cerca de mí. Ya lo pensaremos.

-Hablaba de vacaciones. ¿En qué destino piensa?

-Ahora tengo ganas de llegar a mi casa, ver a Naira, desconectar y liberar la tensión que generan los Juegos. Solo necesito eso. Aunque es cierto que me gustaría hacer un viaje, no sé a dónde. No tenemos nada pensado ni organizado.

-¿La medalla tiene dedicatoria?

-Claro que la tiene. Se la dedico a mi familia, a mi hija Naira, a quien ya le dije que se la dedicaba, a David, a toda mi familia al completo empezando por mis padres, hermano, abuelas... A Daniel [Brage], mi entrenador, a la gente de Aldán, Cangas, el Grove y a Galicia en general, al mundo del piragüismo. ¡Es que he recibido tantas felicitaciones! No solo ahora, siempre he recibido muchas muestras de cariño a lo largo de mi carrera. Mucha gente me repetía que yo sí que merecía esta medalla, y aquí está. Es de todos los que se alegran por mí, de todos los que también soñaron esto.

SU HIJA

«Naira quiere morder la medalla»

En cuanto pudo, Portela habló ayer con su hija de 7 años. «Ella estaba muy emocionada porque yo había conseguido la medalla. La vi contenta y me dijo que quiere morder la medalla», explica. Su marido, el expalista olímpico David Mascato, sí pudo estar con la piragüista en los Juegos. «Él estaba fuera de sí y continúa loco de contento. Yo casi quería más la medalla por él que por mí. Él es un deportista y sabe todo el trabajo que supone solo estar en unos Juegos. Él se merecía esta medalla por cómo siente todo lo que hago, es como si la lograse él», añade la subcampeona olímpica.