Yulimar Rojas, el símbolo LGTBI que llegó a la gloria a través de Facebook

Iván Antelo REDACCIÓN

DEPORTES

DYLAN MARTINEZ

La autora de la mayor gesta de los Juegos, al batir con holgura un récord mundial de 26 años, se crio en una choza con el tejado agujereado y entrena en Guadalajara gracias a que contactó con Pedroso por las redes sociales siendo una desconocida

02 ago 2021 . Actualizado a las 10:14 h.

Una niña de Pozuelos (Venezuela), que vivía en una choza con el tejado roto por el que se colaba la lluvia en invierno, es ahora la artífice de la primera gran gesta de los Juegos Olímpicos de Tokio. Porque la venezolana Yulimar Andrea Rojas Rodríguez (Caracas, 1995) acaba de romper un récord mundial de 26 años de vigencia y lo ha hecho con una diferencia sideral. Yulimar ha establecido en el último salto de la final de triple el nuevo techo de la disciplina: 15,67. Diecisiete centímetros más que la anterior marca (15,50). Y avisa de que va a por los dieciséis metros.

Sus condiciones atléticas brillaron desde su infancia. A pesar de su origen humilde, se hizo un hueco pronto entre las promesas venezolanas, aunque el atletismo no fue precisamente su primer amor. Con doce años vio competir a la selección venezolana de voleibol en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y a los catorce formaba parte de un equipo, soñando con ser como sus referentes. Hizo las pruebas para participar en los Juegos Escolares de Venezuela, pero fueron los seleccionadores de atletismo los que quedaron asombrados con su capacidad física (mide 1,92).

Comenzaron a entrenarla en salto de longitud y de altura; pero, contra la voluntad de los técnicos, también empezó a hacer sus primeros pinitos con el triple. En su primera competición, batió un récord nacional de catorce años de vigencia. Y ahí calló todas las opiniones contrarias.

Yulimar tenía claro su futuro. Su desparpajo hizo el resto. Buscó en Facebook el perfil de Iván Pedroso, leyenda del atletismo, y sin pudor le pidió por favor que fuese su entrenador. «Yo no sabía ni si me conocía, si me había visto en alguna competencia. Antes de escribirle tuve miedo porque... ¡Guau, es Iván Pedroso! Yo no era nadie, no tenía títulos, pero pensé que lo peor que me podía pasar era que no me contestara. Y en su primera respuesta estuvo muy bien. Me dijo que ya sabía quién era, que había visto algunos vídeos míos. Luego fuimos concretando, me ofreció irme a entrenar a España con él y, al llegar, aún recuerdo la primera vez que me dio la mano. El día que le escribí en Facebook marca un antes y un después para mí», reconoció en una entrevista a El Mundo.

Dos años después de aquel debut con récord nacional, ya estaba en Río 2016. Y no lo hizo de cualquier forma. Se colgó la plata, con solo 20 años, dejando claro que podía marcar una época.

En España, concretamente en Guadalajara, lleva un lustro formando equipo con la gallega Ana Peleteiro, con la que también tuvo una gran conexión. Las dos tenían la misma edad. Ambas sentían un sentimiento de desamparo que ayudó a que forjaran una bonita amistad.

Pero además del plano deportivo, Yulimar es un gran referente del colectivo LGTBI y no ha dudado en utilizar las redes sociales para visibilizarlo y pelear por la igualdad y por la libertad sexual, incluso en su país, en Venezuela, en donde todavía no gozan de los mismos derechos. «Ojalá que en mi país haya un momento para respetar el amor entre las personas del mismo sexo. Me gustaría que mi trabajo fuese respetado por esas personas que no valoran eso», explicó en el 2017, durante la primera entrevista en la que habló abiertamente de su sexualidad. 

Con su exhibición en Tokio, Yulimar Rojas ya es leyenda. Aquella niña de Pozuelos, de familia humilde y que soñaba con ser olímpica en voleibol. Tiene los 16 metros a tiro. Y solo tiene 25 años.