Titmus contra Ledecky: así es el final de la hegemonía en la natación libre

DEPORTES

ANTONIO BRONIC

La norteamericana se repuso con el oro en el 1.500 y se reivindica como fondista tras verse apeada del podio en los 200

29 jul 2021 . Actualizado a las 19:55 h.

Cuando Katie Ledecky (Washington, 1997) emergió de la piscina, tras arrasar en la final de los 1.500, brotaron las lágrimas en su cara. El oro llegaba a la tercera. «No sé si la presión le está pasando factura, pero las reacciones que muestra apuntan a eso. Es una nadadora bastante hierática, no suele expresar sus emociones y ese gesto denota que hay algo que le está condicionando en su rendimiento», sugiere Pepín Rivera, director técnico del Santa Olaya.

Apenas habían transcurrido 75 minutos desde que Ledecky había claudicado en otra final, la de los 200, frente a una arrolladora Ariarne Titmus. La australiana (Launceston, 2000) se impuso con un tiempo de 1:53.50, nuevo récord olímpico, y quebrantó la supremacía de Ledecky, campeona en Río, y que se acabó desplomando hasta quedarse quinta, fuera de un podio que ocuparon también la hongkonesa Haughey y la canadiense Oleksiak. «Pasar de verse dominadora absoluta en una especialidad en todas las distancias a que venga alguien y te moje la oreja hay que saber gestionarlo», admite Rivera. Ledecky llegó a Tokio controlando el estilo libre en las cuatro distancias en las que compite con el pretendido reto de convertirse en la mejor nadadora de todos los tiempos. Pero brotó Titmus.

Una explosiva, otra diesel

«A nivel técnico, en las salidas y los virajes, son bastante parejas, aunque quizá ligeramente mejor Titmus. A la hora de gestionar la competición, Titmus nada más progresivo y acaba la competición como un tren; Ledecky es más de ritmo diesel», apunta Rivera. También hay matices técnicos entre ambas: «La tipología es muy diferente. Titmus es más fina y con menor estatura, mejora a Ledecky en la relación entre peso y potencia. Ledecky no da pies, da un batido para equilibrar en cada brazo. Son maneras de nadar distintas. Titmus tiende de la velocidad al mediofondo y Ledecky es más fondista». La prueba en la que convergen es el 400 libre, que se quedó Titmus. La superioridad de la australiana fue evidente en los 200 pero no concurrió en el 1.500, territorio inexpugnable de Ledecky.

Al pulso entre ambas en Tokio le resta todavía un asalto: la final de los 800 libre. «En esa prueba Ledecky es muy superior a Titmus y no creo que tenga problemas a la hora de imponerse», apuesta Rivera. La final se disputará en la matinal del sábado en Tokio —las 03:46 de la madrugada en España— un horario que el preparador de Bea Gómez cree que perjudica a las nadadoras. «Está siendo determinante, como ya pasó en Brasil, el hecho de nadar las finales por la mañana y las series por la tarde. No lo entiendo, se hipoteca el beneficio del deportista al dinero que pagan las televisiones norteamericanas».

Más semanas de preparación

El técnico considera que el programa olímpico es otro hándicap. «Apelotonar todas las pruebas de libre en los primeros días perjudica a las nadadoras que compiten en varias distancias». En ello puede influir una preparación que ha sido diferente en Ledecky y Titmus. Las norteamericanas arrancan su puesta a punto cinco semanas antes de la cita olímpica. Las australianas invirtieron siete. «En algún caso esa diferencia podría pasar factura», dice Rivera.

Para el preparador, habrá batalla: «Tendremos una buena rivalidad durante años que hará mejores a las dos. Ahora se abre un ciclo diferente porque son solo tres años antes de los próximos Juegos. No veo a Ledecky rindiéndose. Es una luchadora y creo que estará en París a un gran nivel, con Titmus enfrente».