Descontrol en Wembley con multitudes intentando colarse en el estadio

La Voz / Colpisa

DEPORTES

Los más jóvenes se congregan a las afueras del estadio en un macrobotellón para calentar la final y en plena crisis de la variante delta

11 jul 2021 . Actualizado a las 21:34 h.

Inglaterra e Italia se citan esta noche con la historia. Los ingleses nunca se han visto tan cerca de poder levantar una Eurocopa. Inglaterra, juega en casa, Wembley, por lo que hoy más que nunca saben muy bien a lo que se enfrentan: levantar un título internacional 55 años después de una larga espera. Ante tal oportunidad, nadie ha querido perdérselo. Sin importar si disponían o no de entrada. Se han vivido momentos tensos en los accesos al estadio con fans locales intentando superar las medidas de seguridad a la fuerza para tratar de acceder al recinto

Sus aficionados se congregan desde esta tarde a las puertas del estadio anfitrión para animar a su equipo y ver su capacidad de juego ante la azzura italiana. Los ingleses que han ido de menos a más a lo largo de la Eurocopa, esperan ansioso la victoria en una final que promete emoción de principio a fin. 

Wembley, un mundo aparte

Mientras en el templo de Wembley se ultimaban todos los detalles para bajar el telón de la Eurocopa y en el Viejo Continente se teme por la expansión de la variante Delta del covid-19, Londres se echaba a la calle para celebrar una jornada grande. Miles de jóvenes se congregaron desde primera hora de este domingo en los pubs. Nada mejor que comenzar el día con un típico desayuno inglés, a base de huevos fritos, bacon, salchichas y un poco de tomatito y champiñón para disimular el homenaje al colesterol, bien regado con pintas de cerveza. El día iba a ser largo y el cuerpo se preparaba para un maratón de alcohol, tabaco y otras hierbas, terapéuticas o no.

Para lo que es Inglaterra, el clima acompañaba, con alternancia de sol y nubes y temperatura muy agradable de 20.º. Cuentan los lugareños que había más ambiente incluso que en los principales días festivos de Inglaterra, que son San Patricio (17 de marzo), los Santos Inocentes (1 de abril), San Jorge (23 de abril), Halloween (31 de octubre) y el Carnaval de Notting Hill en los fines de semana de agosto.

Como en cada uno de los seis de siete partidos que la selección de Gareth Southgate ha disputado esta Eurocopa en Wembley, los jóvenes, y no tan jóvenes, se citaron en los puntos neurálgicos de la capital.

Las zonas de seguidores levantadas por la UEFA en Trafalgar Square y junto al Puente de la Torre de Londres, eran las más concurridas. Llamaba la atención el Pub The Globe, junto al metro de Baker Street.

Sitio de quedada de los hooligans o hinchas radicales desde bien tempranito para beber, gritar, cantar, insultar a quien pasase por la calle y osara mirarles y hacer volar latas y botellas de cerveza. Desde allí, el desplazamiento a Wembley es sencillo, línea directa y dos largas paradas en el underground.

Luego, un paseo olímpico hasta el templo moderno del fútbol. Desde seis horas antes de empezar la final, un hervidero de ingleses, por supuesto, sin mascarilla. Lluvia de latas de cerveza, alguna botella volando, el piso lleno de cristales, botes de humo y hasta bengalas. Adentrarse por ahí camino del estadio, era como internarse entre miles de ultras en un clásico. Un peligro que la UEFA no debería consentir.

Los más deportistas prefirieron amenizar la espera en familia. Visita a alguno de los maravillosos parques londinenses, con un césped bien segado, liso y rápido, que ya lo quisiera para sí La Cartuja. Antes de concentrarse en sus domicilios o en los pubs, si es que tenían reserva hecha con mucha antelación, partidillos muy animados en Hyde Park y Regents Park. Mucho niño ataviado con la camiseta de los Three Lions. En el célebre mercadillo dominical de Candem Town, un sinfín de puestos con bufandas, gorros, camisetas y, sobre todo, las tradicionales banderas con la Cruz de San Jorge.

Este ambientazo debía espolear a los integrantes de la selección, que ya pudieron constatarlo el sábado, cuando hinchas enfervorizados, agitando banderas y entonando cánticos, asistieron a su salida de su lugar de concentración. «Ver a aficionados en la calle y el recibimiento que nos han reservado cuando llegamos al hotel, y cuando dejamos St George's Park, muestra hasta qué punto estamos ante una oportunidad que es enorme», valoró el capitán inglés, Harry Kane.

La prensa se volcó en el partido: «El orgullo de Inglaterra, tituló el Sunday People en su portada, en la que aparecen el seleccionador Gareth Southgate, sus jugadores y un león rugiendo, mientras que la edición dominical del Mirror hizo un juego con el apellido de Kane, titulando «We Kane Be Heroes» (Podemos ser héroes). El capitán inglés, representado como un general romano, apareció también en la portada del Daily Star: «Todo un país orgulloso os mira, muchachos, ¡ha llegado la hora de entrar en la historia!».

En Italia, la euforia era algo más contenida en sus diarios, aunque La Gazzetta dello Sport animó a su Nazionale: «¡Hacedlo!». Il Messagero dijo que «Europa anima a Italia» y La Stampa que «Italia sueña».

En el Reino Unido, que sufre en estos momentos por la expansión de la variante Delta, más agresiva y contagiosa, la Eurocopa ha supuesto un paréntesis deportivo que muchos esperaban prolongar en la noche londinense.

Eso generó enorme preocupación y alerta en las autoridades locales por la situación sanitaria.

Lágrimas acabado el choque, unos llorarán de alegría, otros de decepción. El pronóstico era difícil, entre dos selecciones de primera línea, dos grandes países de tradición futbolística. «Hay mucha pasión por el fútbol en Inglaterra, como la hay en Italia», anticipó el sábado el seleccionador italiano, Roberto Mancini.

En torno a 65.000 seguidores acudieron a las gradas de Wembley, más que nunca desde la pandemia. Desde los prolegómenos, sonaron repetidamente las canciones «Football is Coming Home», himno de la Eurocopa de Inglaterra-96, y el conocido «Sweet Caroline» de Neil Diamond Temas. Temazos entonados, o más bien desafinados, por esos miles de supporters con las gargantas rotas.

En el recinto del noroeste de Londres, la mayoría del público era inglés, pero 10.000 tifosi italianos, de ellos solo la décima parte llegados desde su país, también se dejaron notar. «Wembley puede asustar a cualquiera, salvo a nosotros, los italianos. En las dificultades, cuando todo el mundo está en nuestra contra, somos más fuertes», subrayó la víspera el exdefensa internacional Marco Materazzi, en 'modo gladiador', en La Gazzetta dello Sport.

Marea roja y blanca difícil que los italianos pudieran hacer más ruido que la marea roja y blanca de Inglaterra, en un país que soñaba con lograr su primera Eurocopa y el segundo gran título de su selección, tras el Mundial-1966, ganado contra los alemanes, también en Wembley.

«Hace 55 años tuve la suerte de entregar la Copa del Mundo a Bobby Moore y vi lo que significó para los jugadores, cuerpo técnico y personal alcanzar y ganar la final del máximo torneo internacional de fútbol», escribió la reina Isabel II en un mensaje enviado el sábado para desear suerte al equipo inglés.

El seleccionador Gareth Southgate no había nacido en aquel 1966 y sabe bien lo que suponen las decepciones de la selección inglesa durante décadas. Él mismo falló un penalti en la semifinal de la Eurocopa-1996, cuando Inglaterra era anfitriona y quedó apeada por Alemania en esa ronda, en puertas de la final.

Tras el trauma de no clasificarse al Mundial-2018, Italia realizó una gran renovación interna y sedujo de nuevo con su juego. El reto, lograr su segunda Eurocopa, tras la lejana de 1968, y su primer gran título desde el Mundial-2006, donde levantó su cuarta Copa del Mundo.

En la Eurocopa de 2012 ya llegó a la final, pero entonces fue barrida (4-0) por España. Italia se presentó en el ser o no ser de Wembley después de 33 partidos seguidos sin perder, un récord para la Nazionale. Todo era posible.