Politt deja a Erviti en la orilla

J. Gómez Peña

DEPORTES

GUILLAUME HORCAJUELO

La retirada de su líder, Sagan, permite al alemán meterse en la fuga y ganar en Nimes al navarro, otro ejemplar gregario

08 jul 2021 . Actualizado a las 21:00 h.

La mayoría de los ciclistas no son libres. Corren para otros. Imanol Erviti es navarro como Induráin y tiene su planta. Lleva doce ediciones del Tour seguidas. Unas al servicio de Valverde y otras de Landa o Quintana.

Ahora trabaja para Enric Mas. Lo que le manden. Como pegaba el peligroso viento de lado, se colocó delante. Sin querer, se vio de pronto en la fuga. Dudó. El instinto del guardaespaldas. «He pensado en dejarme coger para proteger a Enric», confesó. Pero le ordenaron que siguiera. Que tenía día libre.

Hace mucho ya desde que ganó dos etapas en la Vuelta, en 2008 y 2010.

Una década. Pero ahí estaba, a unos kilómetros de la meta de Nimes con Kung, Sweeny y Nils Politt. Los cuatro gregarios querían aprovechar su día sin cadenas. Lo hizo Politt, la versión alemana de Erviti. Antiguo lanzador de Kristoff, ahora se dedica a cuidar a Sagan. Pero el eslovaco no tomó este jueves la salida y eso hizo libre a Politt. Encontró el sitio para irse, en un repecho a una decena de kilómetros de la meta.

Kung ya se había rendido. Politt, que creció cerca de Bélgica y sus clásicas, es como Erviti un enamorado de los adoquines de Roubaix y Flandes. Midió.

Notó que el navarro iba al límite. Esperó a que Sweeny, el joven extriatleta australiano, diera relevo y justo entonces arrancó. A fondo. Hasta la pancarta.

«Se ha ido por piernas», asumió Erviti. «Ha ganado el más fuerte», dijo con esa pena que deja una oportunidad perdida con la que ni soñaba.

El navarro entró segundo. No vio la alegría de Politt, que llegó con esa sonrisa suya de dientes desordenados. Feliz. En su palmarés no había más triunfo que una etapa en la Vuelta a Alemania. Acababa de lograr el premio gordo en su primer día libre en este Tour. Por la mañana, después de que el líder del equipo Bora, Peter Sagan, anunciara que dejaba la ronda gala por una lesión de rodilla, el director habló con Politt. «Me dijo que lo diera todo, que atacara. Y hasta la meta», contó en Nimes, la ciudad donde festejó su libertad.

El viento en este Tour es como el lobo del cuento: 'Que viene, que viene'. Y al final, vino el viento. Se cumplió el parte meteorológico y la salida desde Saint Paul Trois Chateaux se llenó de nervios. La carrera saltó en pedazos azotada por un aire favorable y de costado. Esa dirección es la perfecta para desplegar abanicos. Parecía otra jornada loca cuando el pelotón se metió en las Gargantas del río Ardeche, paredes verticales sobre el cauce. Allí se apagó el viento y se calmó el pelotón, que desistió a 140 kilómetros de la meta de perseguir a una fuga cargada de talento: Alaphilippe, Politt, Kung, Van Moer, Bissegger, Theuns, Henao, Greipel, Sweeney, Hagen y el navarro Imanol Erviti, que acumula 26 grandes vueltas.

Detrás, el UAE de Pogacar dirigía la marcha. Era día para darle tregua al músculo tras el Ventoux y con la mirada puesta en los Pirineos que se arriman. Hasta Cavendish, que está a una victoria del récord de triunfos de etapa (34) de Eddy Merckx, pareció darse un respiro. Ni siquiera salió con el buzo aerodinámico. Vestía con maillot y culotte; no de gala para alcanzar una plusmarca histórica. Su equipo, el Deceuninck, apostó por Alaphilippe.

Vingegaard cortaba pescado Era, pues, una jornada para repasar esta trepidante y fantástica primera mitad del Tour. Y para hablar de la aparición en la rampas peladas del Ventoux del danés Jonas Vingegaard, que tiene 24 años y una hija de meses, y que hace cuatro años, tras partirse un fémur en el Tour de los Fiordos, trabajó troceando pescado en un puerto del Mar Báltico.

En un vídeo se le ve, con buzo y botas, echando hielo con una pala sobre cajas con las capturas del día. Ahora es tercero del Tour casi empatado a tiempo con el segundo, Urán, y a cinco minutos y medio de Pogacar.

El Tour busca un rival para el líder esloveno. A falta de Roglic, en casa curándose los raspones de su caída, lo ha encontrado en el mismo equipo, el Jumbo. Y por sorpresa. Vingegaard, de hecho, está en esta ronda gala porque en la pretemporada a Tom Dumoulin le pudo el desánimo.

El holandés se tomó unos meses sabáticos. Su hueco fue para Vingegaard, que en la Vuelta 2020 había sido el mejor sostén de Roglic en etapas de montaña como la de La Farrapona.

En la pasada Vuelta al País Vasco terminó segundo, solo superado por Roglic, su líder. Y en la primera contrarreloj de este Tour ocupó la tercera plaza, a 27 segundos de Pogacar y a 8 de Kung, que pesa veinte kilos más que él. Vingegaard apenas alcanza los 60 kilos y acabó esa etapa por delante de otro tallo, su compañero Van Aert. Ese destello cronometrado pasó algo desapercibido hasta que el danés deslumbró el miércoles en el Ventoux. Su rostro infantil -ya le sacan parecido al actor de 'Solo en casa', Macaulay Culkin- saltó al primer plano en los dos kilómetros finales de la cima del Monte de los Vientos. Hizo lo que nadie había hecho: dejar atrás a Pogacar. El corredor que sustituye a Dumoulin y que ocupa el puesto de líder del Jumbo que ha dejado vacante Roglic parece ahora la alternativa.

Y hablando de Vingegaard estaba el Tour cuando comenzó a decidirse la etapa entre los trece de la escapada. Hubo fuga en la propia fuga.

Se marcharon Politt, Erviti, Sweeny y Kung. Gregarios con salvoconducto por un día. Pero solo uno podía celebrarlo en Nimes. Nils Politt.