Tuvo la culpa el del bombo

José Luis Losa

DEPORTES

Alexander Hassenstein / POOL

03 jul 2021 . Actualizado a las 10:18 h.

Supimos que nos iba a tocar sufrir cuando —no transcurridos ni cinco minutos ante Suiza— un realizador malaje tuvo la nada inocente ocurrencia de dedicar un larguísimo primer plano a Manolo el del bombo en la grada. Era él. Ni el peso del tiempo ni la nueva normalidad lo han borrado de la fea estampa. Hay imágenes altamente peligrosas. Pepe Borrell, cuando ministro de Obras Públicas de González, trató de eliminar de las carreteras la efigie del Toro de Osborne. Su bello pintoresquismo desviaba la atención de los conductores. Manolo el del bombo no tiene siquiera como atenuante la solemnidad de horizonte jamón-jamón del astado. El sonido de su fanfarria obscena ha sido banda sonora del Naranjito, del penalti de Eloy Olaya, de las cantinfladas de Julio Salinas o los humedales de Camacho. En Sudáfrica, la Roja fue quién de sobreponerse a su sino porque el ulular de las vuvuzelas opacó el tam-tam del bombo infernal.

En el silencio inicial de San Petersburgo, el inconsciente de los de Luis Enrique se fue embebiendo de los ecos de energía negativa de ese tambor que casi nos lleva al siniestro total. Suiza se pudo sobreponer a todos sus infortunios —la ausencia por sanción de Xhaka, el gol desviado por Zakaria, la lesión temprana de Embolo, la expulsión rigurosa de Freuler— en parte porque la balanza la equilibraba la mala vibra del fulano de la negra percusión. La afición rusa, de partida neutral, terminó aburrida de la polución sonora y estética de Manolo el del bombo. Y volcada con los suizos, que con once nunca fueron inferiores a España. Tuvo que ser Unai Simón, inmunizado porque por edad no conoce ni al del bombo ni a Jose Luis Moreno, quien exorcizara el maleficio. No sé si frente a la Italia viuda de Spinazzola deben de ser de la partida Gerard o Morata. Lo esencial es que no juegue el australopiteco Manolo.