Cómo sobrevivir a dos días sin Eurocopa

José Luis Losa EUROCOPA 2021

DEPORTES

Jose Manuel Vidal / POOL

25 jun 2021 . Actualizado a las 19:18 h.

Un Mundial, o una Eurocopa, te envuelven desde su preámbulo como una enredadera de himnos bélicos, verdianos o eslavos. Lo que va de La Marsellesa a Il Canto degli Italiano, de Novaro, o a la recuperación nada inocente que Putin realizó del Himno de la extinta URSS, para evidenciar que los días de Yeltsin moviendo la cintura habían sido un breve interregno de entrada y salida del alma rusa en la espesa decadencia de Occidente de amor, balas y vodka. Una inmersión en estas bacanales de fútbol diario, con dosis de tres partidos por jornada en la primera fase de la incautación de tu organismo, y aún de tu alma, es como un fumadero de opio con las dimensiones de un gran estadio. Y una vez mesmerizado, flotas en ese Mar de Mármara donde ya pueden caer sobre ti la cortina de agua que anegó Múnich en la que pudo ser la noche de los cuchillos largos para Alemania, o las sudorosas masas de humanidad populista con las que Orbán quiso ocultar en Budapest que en Bruselas lo tratan como al pasajero invisible del avión. Todo lo que no pase por extasiarte ante la belleza del gol de Modric a Escocia, o por la celebración danesa del solsticio del Midsommar en una clasificación herética que desafía al destino, te es del todo ajeno. Conozco a un amigo que se encerró en su casa al comienzo del Mundial de Brasil con el cartel de No Molestar. Y ni su psiquiatra encontró argumentos para sacarlo del ensimismamiento hasta que comenzó el de Rusia, que lo encontró cuatro años más viejito pero igual de incrustado en la ensoñación.

No trates de explicar el vacío con el que te pillan los dos temidos días de descanso entre cada fase del torneo. Nadie te entenderá cuando les digas que vives ese parón como un Límite 48 horas que te sienta peor que la celda al Segismundo de La vida es sueño.