Y España salió de la oscuridad ante Eslovaquia

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Kiko Huesca

Luis Enrique agitó el once inicial sin variar la disposición táctica ni la intención

23 jun 2021 . Actualizado a las 20:52 h.

Luis Enrique frotó la lámpara y agitó el once con novedades en cada línea, pero sin modificar la disposición táctica: cuatro en la retaguardia y dos líneas de tres por delante. La propuesta fue la misma de las dos anteriores contiendas: España se adueñó de la posesión de balón y trató siempre de recuperarlo en campo contrario. De nuevo fue como los estudiantes aplicados y esforzados que sufren para aprobar, hasta que se desató.

FARO

El efecto Busquets

Volvió Busquets y justificó punto por punto el perfil que de él dibujó en su día Vicente del Bosque, en Sudáfrica, el de un centrocampista lúcido en tareas de corte y confección, atento en el repliegue y en el despliegue. Le dio un sentido y un equilibrio al juego que se echaban en falta. No le pesaron las exigencias de la cita y enseguida mostró galones. También en detalles como ser el primero en pedir penalti, que finalmente acabó concediendo el árbitro. Por encima de todo, inyectó sencillez y verticalidad al fútbol de la selección.

RITMO

Mejor circulación de balón y con más velocidad

España estaba siendo un equipo muy previsible, con mucha posesión de balón pero a cámara lenta y excesivo sentido horizontal del juego. Ante Eslovaquia metió una marcha más. Con Gerard Moreno y Sarabia en las bandas el equipo ganó viveza. Pedri, escoltado por Busquets y Koke, pareció más liberado e hizo más daño con sus apariciones en la zona de la semiluna del área. De su capacidad para filtrar pases en zonas minadas nació el segundo gol. Magistral el balón que envió a Gerard Moreno, al igual que la maniobra del ariete y el cabezazo de Laporte.

TENSIÓN

Vivir con las rachas

El combinado de Luis Enrique tuvo la virtud de no perder la fe y no irse abajo, por más que parecía que todo se le pusiese cuesta arriba. En los primeros 25 minutos España fue un ciclón que hizo muchas cosas bien. Pero no consiguió marcar ni de penalti. El quinto consecutivo que marra el equipo. El primer tanto fue absolutamente contracultural. Eslovaquia regaló el balón en la salida, Sarabia chutó al larguero y Durbravka, hasta ese momento infranqueable, despejó con los puños hacia su red en su intento por enviar a córner el rechace. La liberación llegó de la manera más insospechada. Era lo que pedía Luis Enrique, que se descorchase la botella de champán para que saliesen las burbujas.

TENDENCIA

Giro de 180 grados

El resultado suele distorsionar el análisis. De repente, a España empezó a salirle todo redondo, emergió el talento para golpear con el tercer y el cuarto tanto, uno por la izquierda y otro por la derecha, dos ejemplos de precisión, de visión de juego para aprovechar los espacios y de finalización.

NOVEDADES

Tres estrenos

El partido ante Eslovaquia dio la razón a Luis Enrique cuando asegura que puede tirar de cualquiera de los veinticuatro jugadores que completan la convocatoria. O, dicho de otro modo, que no hay un equipo de titulares y otro de meritorios. Azpilicueta y Eric García, y Adama Traoré entrando desde el banquillo, dispusieron de sus primeros minutos en esta Eurocopa.

DUDA

El juego sin balón

Los grandes equipos atacan bien pero también defienden bien. Al fútbol se juega con y sin balón. Y España fue tan dueña de la pelota frente a Eslovaquia que apenas sufrió. Incluso con el 5-0 y todo virtualmente resuelto presionó muy arriba. Contra Suecia y Polonia mostró debilidad en momentos puntuales. Está por ver cómo se comporta el equipo ante rivales que le puedan discutir la posesión de balón o que sean capaces de armar transiciones rápidas con cierta continuidad.