Morata, Luis Enrique... ¿A quién pita la afición?

Alberto del Campo Tejedor

DEPORTES

MARCELO DEL POZO

23 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La controversia futbolera es la sal y pimienta de un deporte en el que cualquiera puede esgrimir su argumento porque las sencillas reglas del fútbol son accesibles a todo el mundo. Dice Valdano que este deporte no sería nada sin las palabras. De la misma manera, el fútbol sería otra cosa sin los pitos y los aplausos.

Tras el inexplicable fallo de Morata en el España-Suecia, las gradas expresaron su desaprobación con silbidos. Sin embargo, en el siguiente partido, los cientos de aficionados que esperábamos tomando cerveza en las inmediaciones del estadio aplaudimos unánimemente cuando llegó un chaval de unos 12 años, acompañado de su padre, esgrimiendo una pancarta con letras infantiles: «Morata, estoy contigo». El chico saltaría de contento tras el gol de Morata, pero también se disgustaría porque el 9 de España volvió a fallar estrepitosamente donde no le está permitido al delantero: en la boca de gol.

Cuando lo sustituyeron, las gradas alternaron comedidamente los pitos y los aplausos. No tanto como signo de la división de opiniones. Más bien la concurrencia quería apoyar a quien, aunque sin acierto, lo había dado todo, a la par que se censuraba al seleccionador, al que se le dijo de todo menos bonito.

Hablar con los aficionados antes y después del partido facilita la hermenéutica de los silbidos: lo que irrita a la gente es que Luis Enrique sea indiferente al entrenador que todos llevamos dentro. Porque lo que el asturiano comunica con sus palabras, su lenguaje corporal y sus actos es que le importa un bledo lo que cada cual opine. Y esto, que puede ser visto como signo de personalidad y coherencia, también es susceptible de ser interpretado, en ciertas circunstancias, como un acto de chulería y soberbia.

Con todo, las más censuradoras pitadas que se oyeron en La Cartuja durante el España-Polonia no fueron para Luis Enrique. El público sacó a relucir su enojo cada vez que, machaconamente, la FIFA anunciaba por los altavoces que siguiéramos el protocolo de las distancias entre las butacas, el uso de las mascarillas y el resto de medidas

Creo que pitamos y abucheamos tanto las reiteradas alocuciones anti-covid de la FIFA que, cuando Luis Enrique cambió a Morata en el minuto 86, estábamos ya agotados.