España y el síndrome Setién

DEPORTES

SERGIO PEREZ

La selección domina en posesión y pases, pero ni acierta ni es competitiva, mientras teme estrellarse como aquel Barça al que el Bayern le endosó un 2-8

21 jun 2021 . Actualizado a las 10:23 h.

Nadie se reconoce en la selección: ni los amantes del buen gusto futbolístico, ni mucho menos aquellos que solo se fijan en el resultado. Le pasa como a aquel Barcelona de Quique Setién, que convirtió la posesión inútil y el control del balón en torno al círculo central en sus peores defectos de la Liga que perdió tras el confinamiento de la pasada temporada y la Champions en que el Bayern le goleó sin remisión. En el caso de España, de aquel techo del 6-0 de noviembre a Alemania en la Liga de Naciones, a la frustrante igualada contra Suecia y el feo empate frente a Polonia, con un único gol en el casillero español de la Eurocopa, media una preocupante involución en su fútbol.

Todo depende ahora de la final de este miércoles (18.00 horas, Telecinco) contra Eslovaquia. La transición generacional encargada a Luis Enrique corre el riesgo de estrellarse justo en el momento más imprevisto. Nada hacía temer por un pase a octavos de final que se daba por hecho, habida cuenta del escaso fuste de los rivales, y que la selección disputa como local toda la fase de grupos. Pero España ha dilapidado el crédito de un equipo incapaz de reflejarse en el espejo de los orígenes del Dream Team o del guardiolismo, y cada vez más alejado de la excelencia técnica que lo llevó a levantar de forma consecutiva dos campeonatos de Europa y un título mundial.

España, al igual que en el 2020 el Barça de Setién, propone el buen trato al balón como premisa innegociable y su juego sigue caracterizándose por el dominio del balón. Es el equipo con la posesión media más alta de la Eurocopa (72 %), aunque quince selecciones han ganado algún partido en las dos primeras jornadas, mientras los Koke, Alba, Laporte, Rodri y compañía aún buscan su primera victoria del torneo. En su estreno, aquel Barcelona derrotó al Granada después de que Busquets diese más pases que todos los jugadores visitantes juntos. Pero de los 1.005 toques azulgranas, 802 se dirigieron hacia atrás, y el marcador acabó con un escueto 1-0, obra de Messi a quince minutos del final.

La selección ha disparado 29 veces a la portería rival en esta Eurocopa, pero únicamente ha marcado un gol, lo que supone un acierto de 0,034 en cada remate. No es la puntería más baja de toda la fase final. Dinamarca, que se ha tenido que despedir de forma traumática de su mejor jugador, también lleva un único gol después de 45 intentos. En cambio, si se tiene en cuenta la variable de goles esperados, es decir, aquella que también da un valor a factores como la distancia, la posición de los defensas, el tipo y la velocidad del pase, el ángulo del disparo, así como a otros factores a la hora de establecer la probabilidad de que una ocasión acabe finalmente subiendo al marcador, la selección acumula la mayor diferencia negativa de goles esperados de toda la competición (4,3).

A España se le apaga la luz a la hora de tener en cuenta aquellas estadísticas más pegadas a la competitividad. Sus futbolistas se revelan como los que menos duelos acometen y conforman el tercer equipo que menos balones recupera (también es cierto que se pasa mucho tiempo con la pelota en los pies), mientras se cuela entre los ocho que más faltas cometen. Aquel Barça de Setién hizo aguas en el 2-8 que el Bayern le endosó, y se abocó a una transformación en la que Koeman está haciendo saltar las costuras del purismo culé. A la selección no le queda otra que transformarse... o prepararse para sufrir.

Un equipo embarullado

Manuel Mosquera

España juega embarullada y no es casualidad: Jordi Alba es un lateral izquierdo que raramente defiende en estático; los centrales, Laporte y Pau, son de buena salida de balón, pero no contundentes ni en el marcaje ni al choque; y el lateral derecho no lo es. Si Marcos Llorente ha sido reconocido como uno de los mejores del año de mediocentro o mediapunta por la derecha, está claro dónde ponerlo. Y si Gerard Moreno ha triunfado en esta Liga como goleador, lo mismo. Además, hay jugadores de gran futuro a los que les falta peso y poso para una Eurocopa, como Dani Olmo, Ferrán Torres o Pedri. Así, no se puede hablar de mala suerte por fallar las ocasiones. Todo tiene un sentido y unas razones. La selección debe aprovechar al máximo lo que tiene.

Muchos errores

Gaizka Mendieta

No es sencillo ser España. Los rivales han encontrado la forma de defenderse, y con una contra, un córner, una jugada de fortuna o un mínimo error ponen el partido cuesta arriba. Cuando son los de Luis Enrique los que marcan, un solitario gol no es suficiente. Hay que cerrar el encuentro y, para ello, España necesita algo más: precisa gol y arreglar sus dificultades en retaguardia. Las áreas son su problema. Lewandowski y una defensa más bien floja para enfrentarse al goleador de la temporada devolvieron el partido del sábado al inicio. Otro fallo, esta vez desde el punto de penalti, disparó los nervios. España con un juego horizontal, lento, sin desborde ni profundidad se enfrentará a sus fantasmas en el tercer partido, y eso siempre es muy peligroso.

Una nueva decepción

Jon Aspiazu

La selección evidencia desde el inicio de la Eurocopa muchos problemas para imponerse en las áreas. De partida, Lewandowski generaba inquietud en la zaga, pero las ocasiones del goleador polaco fueron más producto de errores individuales de la defensa de la selección, que de sus virtudes como atacante. Como contra Suecia, España insistió en someter al contrario a través del control de juego, presionando con intensidad en el campo contrario, pero se olvidó de imprimir la velocidad precisa en la circulación y obvió la verticalidad. Además, la selección sigue huérfana de jugadores que desequilibren en acciones individuales. Ni Morata ni Gerard Moreno resolvieron nada en este aspecto, al igual que los jugadores que han partido desde el banquillo.