¿Una vacuna para María? No, es para Jordi Alba

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Alexandre Centeno REDACCIÓN

DEPORTES

RFEF / Pablo García

08 jun 2021 . Actualizado a las 10:20 h.

María tiene 32 años y es zurda. Hace una década le diagnosticaron esclerosis múltiple recurrente remitente. Cada semana se tiene que pinchar y eso la convierte en inmunodeprimida. Trabaja como cajera en un supermercado y cada día interactúa con cientos de personas. Por épocas tiene las defensas tan bajas que se encomienda a todos los santos para no contagiarse con coronavirus. Y, mañana tras mañana, según se levanta, hojea el periódico para ver si hay ya una fecha para que los de su año puedan vacunarse.

Jordi también tiene 32 años y es zurdo. No consta que tenga ninguna enfermedad crónica diagnosticada. De profesión futbolista, apenas tiene contacto con gente más allá de su círculo de confianza. Siempre vivió en una burbuja, incluso antes de que estas se pusieran de moda con esto del coronavirus. Sin embargo, él no tiene que mirar el periódico cada mañana al levantarse. Le han dicho que hoy seguro que ya le dicen cuándo va a vacunarse. Está pendiente de que el Ministerio de Sanidad confirme una nueva excepción. Como futbolista de la selección española de fútbol que va a disputar la Eurocopa tendrá el privilegio de ser uno de los afortunados que se salten la lista de espera y reciba el bendito pinchazo.

Mientras, María seguirá lamentando su suerte, yendo a trabajar con dos mascarillas, guantes y un miedo atroz a regresar a casa contagiada. Separada y madre de dos pequeños, no quiere ni imaginarse el calvario que será quedarse confinada sin poder atender a sus retoños.

Pero, claro, aunque cada día necesitamos de gente como María que nos atienda en el súper, en la gasolinera, en la panadería o en una ventanilla de una entidad pública o privada, aunque también es zurda, ella se maneja con las manos y no tiene un pie que pueda poner un centro para que el Iniesta de turno remate en la final de la Eurocopa y nos haga a todos sentirnos orgullosos de ser españoles.

En un país en el que ni el jefe del Estado ni el presidente del Gobierno han tirado de cargo para saltarse la cola de la vacunación, son los de siempre, los futbolistas, los que una vez más se creen por encima del bien y del mal.

Se preguntan los internacionales por qué los olímpicos se han vacunado y ellos no. Pues es posible que tampoco debiera haber excepciones con ellos. Japón lo exigía y había que decidir entre vacunarlos o no. En la Eurocopa, la UEFA no pide certificado de vacunación. Así que, igual que no hay problema para ir a Arabia a jugar una Supercopa, por qué no hacer mil kilómetros más para adquirir las dosis necesarias en Dubai. Puestos a hacer excepciones...