El cañón de Mickelson en el PGA para plantar cara a los jóvenes

DEPORTES

Geoff Burke

Ganó distancia con un «driver» largo al límite del reglamento, con una cabeza más ligera y solo cinco grados de inclinación

24 may 2021 . Actualizado a las 21:56 h.

La partida estelar del Campeonato de la PGA no podía presentar un pulso más antagónico. La veteranía de Phil Mickelson, a punto de cumplir los 51 años, contra la madurez de Brooks Koepka, de 31; la habilidad y la valentía de uno, contra la potencia del otro, con los bíceps marcando su polo cada día; el carisma del deportista de San Diego frente a la fría profesionalidad de su rival. El torneo lo lideraba Mickelson y, tan cómodo y seguro estaba —«me estoy divirtiendo mucho, me lo estoy pasando genial», había resumido el sábado, después de su tercera vuelta—, que cogió su driver dispuesto a reventar la bola y pisar la salida del cañonero Koepka. La bola alcanzó los 334 metros, el golpe más largo de la jornada en Kiawah Island (Carolina del Sur), ejecutado bajo presión y con un grand slam en juego, no como un mero lucimiento para demostrar pegada.

El zambombazo de Mickelson no fue una anécdota. A sus 51 años lució en el PGA la decimoquinta mejor media de distancia con el driver, 286 metros, al tiempo que conseguía el sexto mejor registro en cuanto a precisión con el palo más largo de la bolsa. Detrás de su fenomenal rendimiento, un cúmulo de factores, desde la dieta que le permitió hace dos años bajar seis kilos de peso, hasta su plan de preparación física. Pero, también, el estreno de un nuevo palo.

Mickelson, que ya sorprendió con su peculiar elección de disputar de Masters de Agusta del 2006 con dos drivers diferentes, diseñados uno para cada tipo de calle, para facilitar el efecto de fade o draw en un torneo que terminó ganando, estrenó palo en el PGA de Kiawah Island. Si la personalización del material es frecuente incluso en profesionales de nivel medio, en el caso de una leyenda como Mickelson se convirtió en un asunto capital para Callaway, la marca que luce en su bolsa. Del análisis de los biomecánicos —y las conversaciones con el jugador de San Diego— salió un driver que ningún jugador había empuñado hasta la fecha.

En Callaway reinventaron el modelo Epic Speed con unas características nunca vistas. Para empezar, una varilla de 121,6 centímetros, prácticamente el límite permitido por la PGA (121,9). La lógica del cambio es la búsqueda de una mayor distancia. Y el motivo, la disputa del Campeonato de la PGA en el campo más largo que había albergado jamás un grande, un recorrido de hasta 7.200 metros si se colocaban los tees en sus posiciones más retrasadas.

Una varilla más larga de lo habitual puede descontrolar los golpes de un golfista, pero el equipo de Callaway matiza que eso no sucedió con Mickelson: ganó distancia sin perder control. En parte, porque al Epic Speed le añadieron la cabeza del palo Cyclone también personalizada, en ese juego de equilibrios para buscar la mejoría gracias al material. Para no descompensar esa parte de la cabeza, debieron aligerarla; y en lugar de los casi 200 gramos que pesa esa pieza de la parte final del palo, la que golpea la bola, la creada para que Mickelson emplease en Kiawah Island se quedó en los 188 gramos.

No fue todo. Según el relato del equipo de Callaway a la web del PGA Tour, el efecto que generaba el cliente, ganador de cinco grand slams hasta el domingo, era tal que tuvieron que reducir los grados de inclinación de la cabeza hasta los 5, algo también infrecuente. El objetivo, que su bola no saliese escupida a más de 2.000 revoluciones por minuto cuando buscaba el efecto draw ni las 2.400 al perseguir el fade. Con otro matiz, hacerlo en un zurdo implica otra complicación. El ajuste, que se conocía desde que comenzó el Campeonato de la PGA, se ha convertido, también, en un soberbio acierto de márketing para Callaway, que firmó el palo con el que el campeón de los 50 años plantó cara a la nueva generación de bombarderos del golf.