El Pupas no era él

José Luis Losa

DEPORTES

JUAN MEDINA

22 may 2021 . Actualizado a las 21:28 h.

Creo que el relato de esta liga se ha visto recorrido por un gran equívoco: el que estigmatiza al Atlético de Madrid como el Pupas, incapaz de sobreponerse a la presión o al azar. Fue el error de perspectiva de Madrid y Barcelona, los cuales en cuanto los de Simeone dieron muestras de atenazamiento en febrero, consideraron que la lucha era cosa de los dos gigantes. Que los rojiblancos se derrumbarían en el vértigo y en la adrenalina. Y sin embargo el Atlético ha sido históricamente equipo de altísima fiabilidad en finales de liga agónicos. Ha ganado 10 de 11 títulos en la última jornada. Entre sus terrores favoritos no existen dos tardes en Tenerife ?en las cuales Dertycia se convirtió en icono pop de la España del 92- ni otra en el viejo Zorrilla cuando Juanito hacía procesión de penitente por ganar la liga sin enterarse de que Zamora había hecho campeona a la Real Sociedad en El Molinón. Ese patrimonio de Pupas de la Liga pertenece al Real Madrid. Por eso, las terminales del madridismo vivían con desapego este sábado que para ellos no será ni una herida. Apenas un padrastro, un pellejito comparado con aquellos desollamientos del Heliodoro Rodríguez. La capacidad mediática de las Copas de Europa, donde el Madrid luce su flor, ha oscurecido y crucificado al Atlético de los goles extra-time del alemán Schwarzenbe o de Ramos, o al de la tanda de penaltis de 2016, como equipo perdedor.

Pero en este final de liga, al filo del abismo, los colchoneros abrumaron al Barça en el Camp Nou y remontaron dos partidos frente a Osasuna y Valladolid que les dibujaban escenarios de pesadilla. Así, en ese libreto de la competición que deviene guion de serie de Ryan Murphy, y cuando en cada curva o cliiffhunger del calendario todos nos apresurábamos a honrar el sepelio de los rojiblancos, el último capítulo ha sido un chute de realidad. Dejó al Madrid lost in translation en su exilio de Valdebebas, en otra tarde zidanesca de fútbol de escapismo y polichinelas, tantas como las que de arlequines tuvo el Barça. Y honró el gen del Atlético, a su modo ganador en el territorio de foto-finish de domingos y transistores. El Pupas no era él.