«Papá, ¿por qué somos del Atleti?»

DEPORTES

BENITO ORDOÑEZ

21 may 2021 . Actualizado a las 19:58 h.

Me resulta grotesco cruzarme con niños por las calles de Galicia con la camiseta del PSG o el Manchester City. Un niño no debería poder elegir equipo al que amar, me da igual si va contra sus derechos. Es un síntoma de que algo se ha hecho mal en esa casa.

Debe ser el equipo el que elija al niño sirviéndose de las raíces echadas en sus padres, hermanos o amigos. Y antes, en los padres, hermanos o amigos de estos. Es bastante común —creo— que los niños sean caprichosos, que quieran ganar siempre, que se enfaden si pierden. Si se les deja elegir, todos los niños se harían del Real Madrid. Sin vínculos con su comunidad, si se les permite que la primera camiseta que se compren sea la del PSG, ningún chaval se haría del Atlético. Porque, por mucho que ahora se compadree con los grandes de la Superliga, la historia del Atlético está más marcada por sus derrotas que por sus victorias. Ese grandeza, esa leyenda basada en sus dramas es parte de su identidad. Su desgracia es parte del patrimonio que les hace grandes. En eso, el Atleti es un poco como la Pantoja. Si Sabina no hubiese sido del Atleti, igual estaba cantando rancheras de amores planos con Bertín Osborne.

Los éxitos del equipo rojiblanco también están marcados por la fragilidad del tablero en el que se consiguieron. La Liga del gol del Godín la ganaron sufriendo en el último partido en el Camp Nou. Empezaron por supuesto perdiendo, empataron y le anularon un gol legal a Messi: beneficiados por ese error arbitral, fueron campeones. No encajaba, ese relato histórico era una anomalía. Así que, una semana después, perdieron la Champions contra el Real Madrid en la prórroga. Ya todo tenía más sentido.

En el 96, el año del doblete, también ganaron la Liga en el último partido. Borracho de nostalgia, diré que aquella era una Liga preciosa. El Tenerife fue quinto gracias a que Pizzi hizo 31 goles, Peternac marcó 23 chicharros para el Valladolid y el Madrid acabó sexto. No dio tiempo a crearse el lema de «papá, ¿por qué somos del Madrid?», porque inmediatamente se ficharon a Mijatovic del Valencia después de que el montenegrino marcase en ese campeonato 28 tantos. Dos años después, les dio la séptima Champions. Así cualquiera.

En aquella Liga con Antic, fue Simeone el que con un gol abrió el camino al título ante el Albacete de Salazar. Cuatro años después, también con Antic en el banquillo, se fueron a Segunda. Por eso en el Atlético funciona «el partido a partido». Porque Simeone y su gente son conscientes de que no se sabe lo que puede venir más allá de Pucela.