Gerardo Seoane, nuevo entrenador del Bayer Leverkusen y exjugador del Deportivo: «Si te centras en el futuro, sueñas demasiado y te olvidas del presente»

DEPORTES

MARTIN MEISSNER

La farmacéutica encomienda a este hijo de gallegos que devuelva a su club a la élite

21 may 2021 . Actualizado a las 10:02 h.

Diego Gerardo Seoane Castro (Lucerna, Suiza, 1978) transmite energía bien administrada. La conversación con este hijo de carballeses emigrados a Suiza (y retornados), y exjugador del Fabril y Deportivo es fresca, pero sobre todo, correcta en las formas. Dicen que así es su fútbol. Siempre lo ha sido. El Bayer Leverkusen lo acaba de fichar para empaparse de estos conceptos.

-¿Cómo se encuentra?

-Muy bien, muy contento. Paré de jugar en el Lucerna a los 32 años, entrené a los juveniles durante ocho, llegué al banquillo del primer equipo y, en seis meses, me fichó el Young Boys, un club con una gran organización en el que logramos grandes cosas. El fútbol alemán se fija mucho en el suizo y surgió esta oportunidad. Estoy un poco triste porque dejo un club que cuida mucho las relaciones personales, pero tengo ante mí un reto importante.

-¿Se siente capaz?

-El Bayer es un club ambicioso, que quiere estar en la élite europea, entre los veinte mejores clubes, y entre los cuatro primeros de Alemania, con una gran empresa detrás. Tuvo años muy fuertes y la espina de no haber ganado un título importante, pero siempre apostó por el juego atractivo, ofensivo, sacando buenos jóvenes que acabaron en grandes ligas. Es innovador. Todo eso me atrae.

-Encaja con su modo de ver el fútbol.

-Bajo las circunstancias adecuadas, sí. Una visión global, trabajo en equipo. Tener coraje en la toma de decisiones y en la manera de jugar. Sí, me atrae el fútbol ofensivo. En el Young Boys pude hacerlo. Muchos clubes preguntaron por mí, algunos avanzaron más que otros, pero me alegro mucho de que finalmente sea el Bayer. Me identifico con su trabajo.

-¿Se siente observado desde Galicia?

-Desde que llegué al Young Boys, sobre todo cuando nos enfrentamos al Valencia, hubo mucho contacto con Galicia. Hace tres años que mis padres retornaron a Carballo y me dicen que la gente les pregunta por mí. Soy uno más en esa lista de gallegos en el extranjero. Y sigo con interés la prensa y el fútbol español, sigo muy ligado a Galicia.

-¿Nunca se planteó regresar?

-Comprendo que la liga española tiene más importancia y los entrenadores españoles allí son muchos y muy buenos. Me atrae, pero hay tanto técnico de calidad que es difícil acceder a ese puesto de trabajo. Es difícil que un club español se fije en un entrenador español que esté en Alemania, en Austria... Al fin y al cabo, a los entrenadores nos gusta trabajar, sea donde sea. Sigo teniendo mis raíces. Y las distancias ahora son cortas. Vamos y venimos con frecuencia. Claro que me ilusiona la liga española. Nunca se sabe... Si tengo continuidad con un buen trabajo, quién sabe... ¿Por qué no?

-Pues ahora toca esperar, porque para un proyecto a largo plazo, mejor Alemania que España.

-Había renovado en diciembre con el Young Boys y como mínimo necesitaba dos o tres temporadas en Leverkusen para asumir retos, aunque sé que los resultados mandan. El fútbol es en todos los sitios igual. Aunque haya una pauta a seguir, un pensamiento, todo depende de la evolución del equipo y del trabajo.

-Mala profesión la de entrenador para intentar arraigar en un solo país, y más en su caso.

-Desde luego. Pero, en mi caso, intento vivir el momento y no mirar demasiado hacia atrás, porque si insistes mucho verás las cosas en las que te equivocaste y eso no siempre es muy bueno. Y si te centras demasiado en el futuro, sueñas también demasiado y te olvidas del momento presente sin tener una base firme.

«Ya en el Fabril me gustaba comprender por qué funcionaban las cosas»

Se le veía venir, sostienen. También Gerardo Seoane tiene la misma sensación. Vivió el cambio de siglo como jugador del Deportivo, con gran presencia en el Fabril. Era un mediocentro con tan buena visión de juego como trato con el balón.

-¿Cómo podría haberse sabido, si aún era un adolescente? ¿Hay predestinados a ser entrenadores?

-Todo empezaba a tomar forma en aquella etapa en el Deportivo y en el Fabril. Creo que depende de tu personalidad y de tu rol en el equipo. Si tomas la responsabilidad, hablas con los demás y comunicas las ideas futbolísticas. A mí siempre me gustaba comprender por qué funcionaban o no las cosas, de qué manera salían o se jugaba bien, o lo contrario. Me fijaba en el señor Ballesta, en Tito Ramallo y en Irureta, en cómo preparaban los partidos y cómo nos lo comunicaban. Tenía más interés por eso que por otros temas.

-Pronto se puso a entrenar.

-Jugando en Suiza, con 25 años, dedicaba un día a la semana a entrenar a juveniles. Me encantaba. Mi profesión era maestro de escuela. Me gusta enseñar a los jóvenes, ayudarles a alcanzar su sueño.

-El liderazgo es clave.

-Sacar lo máximo de un chico y darle confianza, pero ser exigente. Me fijo en grandes entrenadores, cómo se comportan en todas las situaciones. Me gusta analizar sus entrevistas y los análisis de los expertos. Son mis ejemplos a seguir. La compostura de Zidane, llevando el vestuario ante las críticas. La manera de Guardiola de convencer a un equipo para que juegue de un modo determinado. Los diez años de Simeone dale que te pego para sacar al equipo adelante. La estructura y orden de Marcelino. La trayectoria de Emery. O Vicente del Bosque y Luis Aragonés, que llevaron el fútbol español a lo más alto. Hay que tener mucha capacidad, pero también depende de la suerte y las circunstancias.